Isabdiella sintió como su corazón se agitaba violentamente porque podía predecir que si lo vivido hasta ahora era maravilloso, tener a Drew dentro de ella. . . No habrían palabras para describirlo, la ansiedad y la anticipación amenazaban con cortarle la respiración. A su vez se animaba diciéndose que estaba perfectamente preparada para aquel paso, lo amaba, él la amaba, quería que fuesen uno solo, fundirse en la piel del otro hasta no saber dónde terminaba ella y comenzaba él.—Tómame, Drew— le dijo enfebrecida— tómame por completo, quiero conocerlo todo— le dijo acariciando su pecho, su cuello y luego sus mejillas— hazme completamente tuya, mi amor— su voz sonaba a súplica, y lo era. La firme súplica, naciendo de la necesidad desmedida que se apoderaba de ella.—Al principio puede doler un poco o quizás ser algo incómodo, Ella— la miró directamente a los ojos— puede que no sea agradable al comenzar pero, te juro que todo será mejor luego, que lo disfrutarás.—Puedo soportarlo— le a
Isabdiella lo abrazó fuertemente, aferrándose a los brazos del hombre que más había amado desde que tenía uso de razón, éste tiempo de ausencia habían creado un vacío en su corazón, que en ese momento se llenaba de a poco, con cada segundo que la abrazaba.—Lo siento mi amor, he sido un tonto, un redomado idiota, me negaba a perderte, a qué crecieras— su voz se escuchaba ahogada y entrecortada— y he terminado separándote de mi, pero vive Alá, que moriré si sigo emocionalmente alejado de ti un día más, puedes amar a quien quieras, puedes vivir en cualquier parte del mundo, voy a apoyarte y a viajar a cualquier lugar donde estés para verte. . . —Papito. . .— lo estrechó con más fuerza.—Siempre, siempre serás la Princesa de Norusakistan, la Princesa de mi vida y mi corazón, te ruego que me perdones, mi Isa, niña de mis ojos, ternura de mi alma, aliento de mi amor.—¿Cómo podría no perdonarte?— le preguntó alejándose un poco y llenándose de ternura al ver el rostro de su padre cubierto
—Me gustaría invitarlas a dar un paseo— dijo Zabdiel. —Sería maravilloso, pero me ocuparé de algunas cosas hoy, veré varias casas y luego te mostraré las mejores opciones, querida— le presionó con fuerza la mano a Isabdiella— de hecho, me marcharé ahora mismo.—En ese caso, tú y yo podríamos pasear un poco. He extrañado nuestros cafés.—Nada me haría más feliz, papito. Sólo necesito unos minutos para cambiarme. — Corrió a la habitación y sonrió, estaba tan feliz de tener a su padre con ella, pasearían un poco, quiso demostrarle que nada había cambiado, que seguía siendo ella. Por eso tomó un hermoso Caftán azul eléctrico para vestirse, sus bordados dorados lo hacían exquisito, su cabello recogido en un improvisado, aunque muy decente moño, y sobre él una sencilla pero hermosa corona. Se observó al espejo y sonrió. Zabdiel sonrió enormemente al verla. —Una princesa— dijo con ternura. —Una princesa. . . Siempre, es lo que soy, padre— le besó las mejillas y tomó el brazo que le ofrec
Zashirah, deslizaba lentamente el pincel sobre el lienzo dándole vida a su pintura, agregando las sombras y un poco de luz justo en el centro, la nostalgia inundaba su ser, jamás se había sentido tan triste, tan sola. . . realmente se alegraba de que Vanessa encontrara felicidad junto a Nael, pero ciertamente tenía múltiples obligaciones que le impedían pasar tanto tiempo juntas. Isabdiella se había marchado, persiguiendo su sueño de amor y felicidad junto a Drew— suspiró— aquello también la hacía feliz, saber que al fin, sus primas podrían disfrutar del amor, junto a los hombres que aman. Pero cada día la soledad se abría más y más espacio en su pecho. Últimamente Zahiry estaba muy preocupada por ella, constantemente le brindaba compañía a pesar de que sabía cuánto disfrutaba su hermana de su tiempo a solas. Pensaba que eso era algo más triste de todo, sentirse sola cuando estaba rodeada de tantas personas. —¿Soñando despierta?— la voz de su hermana la sacó de su ensimismamiento, a
La llegada a Palacio había sido una locura, todos gritaban de felicidad por el inesperado reencuentro, la dicha había inundado el lugar, abrazos, risas y más abrazos. Isabella, sostuvo con fuerza a su pequeña contra su pecho, trasmitiéndole todo el calor y el amor que tenía guardado para ella. —¡Mi amor, mi gran tesoro, mi Isabdiella!— decía con felicidad. —Madre, estoy tan feliz de estar nuevamente aquí— se abrazó con fuerza a la cintura de su madre.—¡Nosotros también estamos felices!— aseguró Ivette.—Siempre es bueno tener a la familia reunida—aseguró Zahir.—¡Oh por Alá, te he extrañado tanto!— le dijo Zashirah a su prima, envolviéndola en un fuerte abrazo— ¡Me hace tan feliz verte!— sus ojos se llenaron de lágrimas. —Ustedes también me han hecho mucha falta— respondió Isabdiella— Y éste precioso cada día está más grande— acarició el enorme abdomen de Vanessa. —Enorme me siento yo— dijo riendo— nunca imaginé estar tan pesada— sus pálidas mejillas estaban cubiertas de un hermo
Vanessa, tenía la frente perlada en sudor, mientras sostenía con fuerza la mano de su amado esposo.—¡Vamos Majestad, un poco más!— indicaba el médico— ¡Sólo un poco más!—Tu puedes hacerlo, mi amor.— Vanessa contrajo los dientes con fuerza, mientras pujaba con todo, tres veces más y escucho el llanto de su hijo, suspiró dejándose caer agotada. Nael contempló la escena, cómo tomaban a su bebé y lo limpiaban, cortaban el cordón y todo lo necesario, sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando una enfermera caminaba hacia él con el bultito en las manos. Su corazón dio un salto.—¡Oh, Excelencia, es un bebé precioso, fuerte y muy sano!— dijo la mujer— les entrego al futuro Jeque de Norusakistan.—¡Oh Alá!— gimió Nael tomando al niño entre sus brazos—¡Gracias, muchas gracias Alá!— elevó sus ojos al cielo. —Déjame verlo, mi amor— pidió Vanessa, con voz cansada y los ojos llenos de lágrimas. Nael, colocó al bebé en sus brazos—¡Oh, es precioso!— dijo mientras las lágrimas comenzaron a deslizars
Vanessa, tenía la frente perlada en sudor, mientras sostenía con fuerza la mano de su amado esposo.—¡Vamos Majestad, un poco más!— indicaba el médico— ¡Sólo un poco más!—Tu puedes hacerlo, mi amor.— Vanessa contrajo los dientes con fuerza, mientras pujaba con todo, tres veces más y escucho el llanto de su hijo, suspiró dejándose caer agotada. Nael contempló la escena, cómo tomaban a su bebé y lo limpiaban, cortaban el cordón y todo lo necesario, sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando una enfermera caminaba hacia él con el bultito en las manos. Su corazón dio un salto.—¡Oh, Excelencia, es un bebé precioso, fuerte y muy sano!— dijo la mujer— les entrego al futuro Jeque de Norusakistan.—¡Oh Alá!— gimió Nael tomando al niño entre sus brazos—¡Gracias, muchas gracias Alá!— elevó sus ojos al cielo. —Déjame verlo, mi amor— pidió Vanessa, con voz cansada y los ojos llenos de lágrimas. Nael, colocó al bebé en sus brazos—¡Oh, es precioso!— dijo mientras las lágrimas comenzaron a deslizars
Aunque es lo que siempre pedían, no podían creer la enorme dicha que se respiraba en Palacio, el legado Mubarack, ahora se extendía, abriendo paso a una nueva generación de soberanos, sin lugar a dudas Zhamir Mubarack, sería un futuro jeque bueno, justo, bondadoso, entregado a las necesidades de su pueblo, inculcarían en él, el amor y la responsabilidad de amar a su pueblo, y siempre, siempre seguir su corazón. —Sus ojos son verdes, tan hermosamente verdes— dijo Isabella sonriendo con su nieto en brazos — sin duda es una hermosa herencia que le has dado— le dijo a Vanessa quién sonreía orgullosa, a pesar de que los días avanzaban, no podía dejar de admirar a su pequeño hijo, lo veía tan pequeño, tan perfecto, tan hermoso, que se le complicaba creer que podía ser tan lindo. —Bien pudieran ser tú quien le dieras esa herencia, tía. Tus ojos también son verdes y muy bonitos. —¡O yo!— dijo Suseth— No olviden que mis ojos también son verdes— sonrió satisfecha— ¡Oh, no me roben la ilusión