SASHA
No puedo creer que mi padre me haya obligado a hacer esto, estoy odiándolo en este momento. Él no puede mandarme a arreglar sus asuntos del pasado, que según él le atormentan tanto. También tiene piernas y las mueve perfectamente, pero claro, como siempre yo tengo que ir por delante.
Resoplo, muy furiosa.
Me bajo del vehículo, le digo a mi chófer que no se mueva. Está haciendo un frio de mil demonios, no quiero resfriarme. Camino hasta la entrada del edificio, abro la puerta, por suerte no está cerrada. Me introduzco en el interior y veo la decoración, alzó la ceja, todo está decorado con muebles elegantes, pero son más falsos que una moneda de tres caras. Una carcajada se escapa de mis labios.
Que cutre todo.
Ignoro la decoración que intenta imitar algo lujoso, y me cuelo por el pasillo buscando el ascensor. Sonrió cuando
LEYLASu beso me devuelve el oxígeno que tanto me faltaba.Los exquisitos labios de Malak saborean los míos con dureza. Como si de alguna manera estuvieran hambrientos por su sabor. Los mueve rápido, y a veces me cuesta seguirle el ritmo. Sus labios son tan ágiles que no puedo imaginar las maravillas que harán sus besos en otra zona de mi cuerpo. Sus manos sujetan bien mis nalgas, y sus dedos aferran la piel como si nunca quisieran separarse de ella.¿Qué estoy haciendo? Sencillo. Aprovecho las circunstancias y al Dios griego que se ha atrevido a entrar en mi vida.—Voy a llevarte al cielo, nena —susurra cuando se despega de mí.Mi respiración y la suya se hacen una. Y no entiendo por qué eso me gusta.Su cuerpo se mueve para adelante, y siento como mi espalda choca con la pared fría y suave. Entonces las gotas de agua empapan mi cabello
Leyla.De un momento a otro siento como me asfixio.Malak está encima de mi espalda, aunque intente protegerme, hace lo contrario, me mata poco a poco por falta de oxígeno. Toso con la almohada pegada a mi cara y lucho por quitarlo encima de mí. Pero parece que pesa una tonelada, o es que estoy perdiendo la fuerza.Mis pulmones queman, parece que me entiende cuando me libera. Cojo una bocanada de aire, lo miro. Se ha bajado de la cama, está buscando algo y por fin lo encuentra. Sostiene el albornoz en sus manos y después me lo tira a la cara.—Póntelo —ordena.Después, Malak se va hacia una de sus maletas y busca ropa para ponerse.—¿Qué ha sido eso? —pregunto, ahogándome en mi propia voz.Miró mis piernas desnudas, están lisas, pero hay un pequeño indicio de herida. Me acerco más, y observo como u
Dos semanas después.LEYLAEl tiempo pasa. Inevitablemente los segundos se aproximan a minutos, y así el tiempo se agota en cuestión de horas y días. Aunque muy dentro de tu organismo, quieras apagar las agujas imaginarias, no puedes hacerlo. No está entre tus manos manejar el tiempo, ni tampoco el dolor que produce el paso de los días estando sola.Hace dos semanas que no veo a Malak, puede que no quiera tenerlo cerca. Pero ha estado tanto tiempo detrás de mi culo, que ahora no verlo atrás de mí, me produce una extraña sensación. Tal vez lo eche de menos, o solo quiera vengarme de una vez. Cualquiera de las dos opciones es aceptable para tenerlo cara a cara y gritarle unas cuantas cosas.Morir era mi única opción, dejaría de sentirme mal y de sufrir por algo que no comprendo. Pero como siempre, Malak tenía que destrozarlo tod
LEYLAMi boca se seca al instante, así que trago saliva.Se está tan a gusto en los brazos de Malak, que ni siquiera pienso en sus mentiras y en el daño que me ha hecho. No solo me ha quitado la libertad, sino que ahora debo ser la sirvienta de su "prometida". No sé dónde está mi amigo, ni que va a ser de mi cuando Malak de case con esa puta. Y si soy sincera, me importa que Malak contraiga matrimonio con Silene.Porqué lo quiero. Muy dentro de mi así lo siento, pero después recuerdo nuestra historia y se me pasa. Es un narco sin sentimientos, y me ha engañado. Duele mucho, tanto que creo que moriré por amor. Y nunca en la vida había sentido una cosa así. Malak se ha clavado muy hondo en mi corazón, ahora el hijo de puta no quiere salir.Me siento tan ridícula... Debería partirle la cara en vez de estar quieta, dejando que me ma
LEYLAEl paño que sostengo en mis manos, no hace nada contra la suciedad de los platos llenos de sobras de comida. Es tan asqueroso limpiar la mierda que no quieren los demás. Pero por lo menos, a mí no se me caen los anillos por fregar unos cuantos cacharros. Tengo que aguantar las arcadas que sacuden mi débil estómago.La oscuridad de la noche alumbra todos los escondrijos de esta casa, y el sonido de la lluvia por lo menos me relaja. Me estoy empezando a encontrar mal, mi cabeza da vueltas y mi estómago está tan revuelto, que temo porque eché todo lo que comí hoy.No sé lo que me pasa.A lo mejor son los nervios de mañana, después de todo eso también me perjudica a mí. Ya no puedo hacer nada, el destino ya está escrito. Pero en cuanto tenga una manera de escaparme, no dudaré en hacerlo. Ya no tengo nada que pueda atarme a Mal
LEYLADestruida.Así me siento. No puedo evitar todo el mal que amenaza con hundir mi vida en el fondo del océano. Es inevitable pensar, que toda la culpa la tengo yo y que estoy recogiendo lo que he sembrado. Solo mire por mí misma, y ahora he perdido todo lo que comenzaba a darme esperanzas.Mi madre está en paradero desconocido. El boxeo ya acabó para mí, Adam no sé dónde puede estar. Las flores que empezaba a renacer de mí, las han arrancado de cuajo. Estoy llena de oscuridad, de maldad.Trago saliva, vuelvo a sostener el teléfono entre mis dedos y acerco el altavoz a mi oído.—¿Leyla? Leyla tienes que decirme dónde estás —su voz, es tan irreconocible...—Ya no tiene caso, Adam —mi voz suena quebrada — Ya me han destruido. Me quiero morir.Las lágrimas vuelven a acumularse en mis o
LEYLAEl clima de la tierra parece sentirse igual que yo.La noche está fría, oscura y húmeda. Una gran tempestad está arrasando con todo, las gotas de agua chocan con fuerza en el cristal de la ventana, mientras que los árboles del majestuoso jardín están a punto de derribarse, con la brisa tan agresiva que parece querer llevarse todo a su paso. Es como sí, Dios me estuviera dando una oportunidad para escapar. Podría intentarlo, el mal tiempo está de mi parte. Pero es que no quiero salir. Quiero quedarme.No es que sea una masoquista, que quiere seguir sufriendo, no. Sólo hay una razón por la que he decidido dejar de luchar, a lo que, mi escapada se refiere. No tengo intención de irme, por lo menos en este momento de la noche. Mi venganza hacia esas personas, que deberían ser carroña para echárselos de comer a los buitres, será
LEYLA Nunca me había dado un ataque de ira, hasta este momento. Estoy decida a sacarles los ojos a Malak, cuando lo tengo a dos metros de distancia, no lo he pensado dos veces y me he lanzado con los puños cerrados a pegarle en su linda cara. El dolor y la ira, me ciegan por un momento, pero después comprendo que he cometido un gran error y que, en vez de ejecutar mi acción, él me ha hecho una llave y ahora me retiene en sus brazos. Me maldigo varias veces por ser tan patética. Me lleva a dentro de la habitación, cierra la puerta con el pie derecho para que nadie escuche lo que quiere decirme. O para la que será su esposa, no sepa que ha venido a verme para volver a matarme. Intentó zafarme de su agarre, pero no puedo. A pesar de tener más fuerza que yo, podría mandarlo muy lejos moviendo un poco los brazos y pegándole una patada en sus partes bajas. Pero en vez de hacer eso, me quedo tan estática como una estatua. Tan ida que no sé s