Porque soy tuya
Porque soy tuya
Por: RenliEscritora
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Gabrielle Smirnov

Miro el techo del hotel en donde estoy, anoche tuve la mejor fiesta de mi vida, Artemisa y yo le hemos mentido a nuestros padres para poder venir a la ciudad de Greentown y así estar en el cumpleaños de mi ex novio Bradley, bueno relación que mi padre nunca se enteró y creo que nunca lo hará.

Me levanto para buscar algo de desayunar, grito al ver aún hombre desnudo en el tapete que esta junto a la chimenea en la sala del lugar donde no es estamos quedando.

Tapo mi casi desnudez, al ver la manera tan nauseabunda en como me mira, que yo recuerde anoche no traje conmigo a nadie, fulmino con la mirada a mi prima apenas la veo salir de su habitación.

La tomo de la mano y la devuelvo al lugar donde ha dormido o eso creo que hizo—¿Qué tienes en la cabeza Artemisa?

Mi prima menor lleva las manos hacia su cabeza—¡Por Dios Elle, me duele la cabeza! —bufo.

—¿No te dolía cuando andabas follando anoche, no?

Sonríe mostrando dientes.

—Debiste aceptar la invitación de Bradley anoche, ese hombre está…—golpeo su cabeza, Artemisa chilla de dolor.

—Papá es amigo de su padre, no quiero problemas con la familia, además ahora estoy centrada en mi carrera, falta un mes para mi graduación y después de eso y si es que Akim acepta el puesto de gerente, ayudaré a la familia con la empresa.

El hombre desnudo carraspea la garganta, abro los ojos al ver su cuerpo marcado y bien formado, sus brazos apoyan su cuerpo en el marco de la puerta, bajo un poco más la mirada…

¡Desnudo! ¡¿Eso es un pene?! ¡Dios parece un brazo!

Le tiro lo primero que veo para que se vaya, Artemisa se ríe, por Dios, si no fuese mi prima y mi mejor amiga ni siquiera le hablaría.

—Deja de andar de zorra Misa, a la tía Malka no le gustaría verte de esta manera—la reprendo.

—Tú lo que necesitas es un hombre que te folle rico para que dejes la amargura—musita antes de salir corriendo y es mejor que lo haga, si no la golpeaba hasta que llorara de dolor.

—Estás loca Artemisa Smirnov ¡Loca!

Durante toda mi vida he crecido como la princesa de papá, mi padre durante toda mi vida me ha enseñado que si deseo algo, debo ir por ello.

Miguel Smirnov es un ex narcotraficantes ruso que la vida lo marcó de la peor manera o bueno, hasta que mamá llegó y le doy un par de golpes haciéndolo marchar derechito, o eso dice ella.

Siempre he tratado de complacerlo en todo, soy la mejor de mi clase y ante sus ojos sigo siendo virgen, aunque espero que jamás se entere que perdí la virtud con Bradley porque si no él y su padre estarían de patitas en la calle.

En algunas ocasiones trato de comprender a papá, es difícil vivir en un mundo tan cruel como este y mucho más teniendo los enemigos que tiene, aunque él no lo quiera admitir, sé que su mayor temor es perdernos a Akim y a mí, por eso trato de acatar sus órdenes de la forma más correcta o eso creo yo.

Estoy a punto de graduarme de economía, ser una Smirnov tiene altos y bajos, al igual que a mi hermano Akim, la universidad me ha recibido de una manera fantástica y claro de mostrándoles que este bello rostro es mucho más que eso.

Hilton es una de las mejores universidades del país, bajo de mi lykan hypersport, un regalo de mi padre por haber pasado el semestre anterior.

Veo al soso de mi hermano bajarse del bugatti que tanto adora, ruedo los ojos al ver como las mujeres se le tiran encima.

¿Qué le ven?

ES que no logro comprender que le ven; la dinámica es sencilla, Akim no me molesta y yo no lo molesto, nos amamos a nuestro modo y estamos felices con esto.

Aunque siendo sincera, daría cualquier cosa por él, lleva mucho tiempo sin tomar sus medicinas para el toc y mamá esta muy alterada por esta situación, ojalá él vea el mal que se está causando a él mismo, pero bueno, eso es casi caso perdido.

—Mamá me acaba de enviar un texto, hay cena con el tío Alex hoy en la noche—habla Artemisa.

—¿Cuándo llegó Alex? —alza los hombros dándome a entender que no sabe.

—Dicen que trae una sorpresa con Emilia—boto el aire de mi boca.

—Después que papá y él no se den en la madre como la última vez, todo estará bien para mí.

Cómo olvidar la última vez que los Smirnov y los Russo estuvimos juntos.

Mamá usaba un vestido blanco ceñido al cuerpo, Alexander acababa de llegar de las islas Canarias por un negocio que había hecho con unos hoteles de ese lugar, papá estaba como loco ese día, gritaba que no podía usar algo así, que todo eso era suyo y se negaba a que alguien más lo viese.

Todo empeoró cuando Alex llegó y elogio a mamá, no sé para qué fue eso.

Papá corrió hasta la mansión, sacó una treinta y nueve y disparó tan cerca de Alex, que todo el mundo pensó que le había hecho daño.

Aunque Alexander Russo lo tomó a juego, mamá lloró y aunque Miguel trató de pedirle de mil formas perdón, esa noche le tocó dormir en el sofá sólo.

Le he rogado a mis padres para que me dejen vivir en la residencia de la universidad, pero papá como siempre alega que la única manera para que salga de la casa es casada y solo eso va a pasar cuando el muera.

¿Qué si me siento asfixiada?

Muchas veces me he sentido de esa manera, pero sonrío por cada recuerdo que tengo junto a él.

Mi primera andada en bici, por más que lloré diciendo que no podía, él me animó para que continuara y al final de la tarde, lo logré.

Mi primer diente, papá me abrazo y cuando besó mi mejilla ya el diente no estaba.

Mi primer baile, papá amenazó a mi compañero de Kinder, no mejor ni lo recuerdo.

Le entrego el trabajo de planeación financiera, Dakota me mira de reojo y rio mirándola sobre el hombro, esa estúpida ha tratado de hacerme la vida imposible desde que llegué a Hilton, pero como digna hija de Miguel Smirnov, jamás me he dejado de esa estúpida rubia artificial.

Estoy de frente al profesor Marshall, este revisa mis apuntes y asiente a cada página que lee.

—Tengo buenas calificaciones por mi apellido de mafioso—relajo los hombros al escuchar a Dakota murmurar de nuevo su tanda de veneno.

Me giro hasta ella y sonrío —Ya tuviste tu minuto de atención, pobrecita, lo que mami y papi no te dan lo buscas en la calle… das pena Dakota Fellintong—todos se burlan.

Vuelvo a girarme, el profesor niega y me entrega mi trabajo con una alta calificación como esperaba que fuera.

No me dejo de nadie nunca.

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