POV ANDREW
-¿A qué estás jugando?- solté con clara molestia cuando cerré la puerta de mi oficina.
Mark se echó a reír y alzó sus brazos en señal de inocencia.
-No estoy haciendo nada, amigo-
-Sé muy bien lo que tratas de hacer- me acerqué hasta mi escritorio -Y te sugiero que lo olvides- lo apunté con mi dedo índice.
Mark se sentó frente a mí, con una sonrisa socarrona en su rostro.
-¿Y por qué debo olvidarme?-
Mi mandíbula se puso tensa.
-Porque es una empleada-
-¿Y?-
-Y no quiero que la estés distrayendo de sus tareas- respondí molesto, mientras buscaba los papeles que debía darle.
-¿La quieres para tí?-
Alcé mi vista en ese preciso instante y lo fulminé con la mirada.
Sentí como casi me atragantaba con mi propio aire.
-¿Qué estás diciendo, Mark?-
-Tranquilo, no es para que te alteres. Si te gusta, me mantendré alejado-
-No me gusta. Ni siquiera la conozco-
-Pero...-
-Ya no quiero hablar del tema, Mark- lo interrumpí irritado.
Y por fin, se calló.
Joder, ya era hora.
Llevaba diciendo estupideces desde hacía un largo rato.
¿Que a mi me gustaba la empleada?
Por favor.
Que poco me conocía.
No iba a negar que era una joven muy hermosa. Tenía un cabello marrón claro que llegaba unos centímetros más abajo que sus hombros.
Y tenía unos preciosos ojos verdes, que brillaban con esperanza.
Y sus labios gruesos y rosados...
Basta.
Ésto era culpa de Mark.
Debía concentrarme en el trabajo que teníamos que hacer.
Alcé mi vista y ví que estaba sonriendo.
Joder. No le pegaba solamente porque era mi amigo.
Yo solamente deseaba que no la molestara a Agatha, porque conocía que, cuando quería, podía ser sumamente intenso.
POV AGATHA
-¿Quién golpeó la puerta?- preguntó Marta interceptando mi camino hasta el cuarto.
-El señor Mark- respondí un poco rara al recordar su coqueteo.
-Oh, luego lo iré a visitar. Es su mejor amigo de toda la vida. Viene seguido aquí asi que ya lo conoceras mejor-
Joder, esperaba que no.
Sonreí de modo forzado pero no respondí.
-Oye, ya que estás aquí, quisiera pedirte que me ayudes con algo del jardín. ¿Te gustaría?-
-Sí claro- realmente me entusiasmaba la idea. En el orfanato no había ningún espacio verde para que disfrutaramos.
Dios, si tuviera dinero haría tantas remodelaciones allí.
Pero por ahora debía concentrarme en mi presente.
-Ven, sigueme- ordenó.
Caminamos juntas hasta la puerta principal y rodeamos la casa hasta llegar al jardín.
Era la primera vez que estaba en esta parte del terreno.
Había muchas flores de colores y varios arbustos que decoraban el sitio con gracia. Y a lo lejos, se observaba el despliegue del campo, con los caballos al fondo. Aquellos que veía desde mi ventana.
-Necesito que cortes las hojas secas de las plantas, para que puedan crecer unas nuevas-
-Entendido, Marta-
-Muchas gracias querida, eres un encanto- sonrió y se alejó de mí a paso lento.
Suspiré emocionada. Sin duda este era mucho mejor que limpiar la vajilla.
Me arrodillé en el césped y lo acaricié con mis manos. Estaba algo húmedo por el rocío que había caído.
No podía entender como Andrew se pasaba todo el día encerrado teniendo este hermoso jardín.
Suspiré y comencé a arrancar las hojas marrones y muertas de las plantas.
A medida que iba dejando las rosas libres, pasaba a las margaritas. Y así durante un largo rato.
Sentía que esto era lo que estaba sucediendo en mi vida ahora: sacando lo muerto, limpiando, y dejando lugar para que nazca lo nuevo.
Estaba tan concentrada que no noté cuando unas pisadas silenciosas se acercaron a mí.
-Agatha-
Su gruesa voz me tomó por sorpresa.
-Si, señor- me puse de pie al verlo.
Todavía no me acostumbraba a su presencia que era tan imponente. Sentía que todo mi entorno se transformaba al tenerlo cerca. Y nunca me había pasado algo así.
-Quería pedirle disculpas por el comportamiento de Mark. Él solo estaba bromeando, es su forma de ser-
-Oh, no hay problema...-
En realidad sí había sido un poco raro, y realmente agradecí que viniera a disculparse.
-Sé que pudo incomodarla, así que le pido disculpas-
-Se lo agradezco, Señor-
El silencio reinó entre nosotros. Sus ojos no se separaban de los míos, y aunque sentía que debía decir o hacer algo, estaba muy cómoda. No quería alejarme de él.
De pronto, Andrew carraspeó y murmuró un "Adiós".
Definitivamente, el jefe tenía múltiples personalidades.
Podía ser aburrido, serio y frío. Pero también considerado, sexy y amable.
Aunque había sido correcto y respetuoso por su parte venir a disculparse, también me había sorprendido.
Porque esta vez en sus ojos no había soberbia, ni su andar era altanero como solía ser. Había algo distinto, me miraba distinto.
Pero no tenía ni idea por qué.
Su forma de ser me confundía. Estaba acostumbrada a lidiar con personas más fáciles.
¿Por qué actuaba así?
Y entonces, una idea loca cruzó por mi mente. Sentía mucha curiosidad acerca de si él tendría novia.
Dios, no era de mi incumbencia pero lo veía tan serio que me costaba imaginarlo. Parecía vivir para su empresa y no tener tiempo para nada más.
¿Cómo sería ser su pareja? ¿Sería tierno? ¿Sería frío? ¿Sus labios serían tan dulces como parecían?
Joder Agatha, ya basta.
Cerré mis ojos fastidiada por mis pensamientos y volví a agacharme para terminar con mi labor.
Su visita había alborotado demasiado a mi pobre corazón, y eso tenía que dejar de suceder.
El resto de la tarde estuve barriendo la planta baja.Marta me había comentado que mañana nos ocuparíamos de la limpieza del primer piso.La casa estaba en silencio. Mark ya se había ido y Andrew se había encerrado de nuevo en su despacho.Pero todo estaba sorprendentemente tranquilo.Hasta que...Escuché una voz que gritaba enojada. Era la del jefe. Venía de su oficina, así que me acerqué en silencio a la puerta e intenté escuchar.
-¡¡Marta!!-El grito de Andrew retumbó por todas las paredes de la casa.-El señor está un poco... Intenso hoy- murmuré y le di otro mordisco a mi manzana.-Si. ¿Puedes llevarle esto, por favor?- me pidió ella, mientras extendía un analgésico y un vaso de agua.Al parecer, al jefe se le partía la cabeza. Y cómo no, con todo lo que había bebido anoche, era lo esperable.Los tomé y fui hasta la sala de estar, donde él descansaba sobre el sillón. Era verdad que había una biblioteca... Pero también había ¿Un piano? No estaba segura. No podía ver bien, maldición.Si tan sólo pudiera abrir un poco más...-¡Agatha!- gritó Marta desde la planta baja, haciendo que me sobresaltara.Mi corazón comenzó a latir desesperado. Cerré despacio la puerta y corrí escaleras abajo.-Aquí estoy--¿Qué estabas haciendo?- me miró con desconfianza. La cena concluyó sin muchos más entredichos, gracias a Dios.Mark contó un par de anécdotas que tenían con el jefe cuando estudiaban juntos en la secundaria. Luego Andrew estudió Leyes y su amigo Contaduría, pero siguieron manteniendo su relación de mejores amigos.Ahora el ogro de mi jefe estaba más suelto y cómodo que de costumbre. Incluso se reía y bromeaba. Esa faceta de él todavía me sorprendía.Marta lucía como si fuera la madre de ellos dos, mirándolos con orgullo y riendo a carcajadas de sus historias.Y yo, estaba allí, de Capítulo 10
Capítulo 11
POV AGATHATodavía no podía creer lo que estaba viviendo.Lo había logrado. Estaba dentro de la habitación misteriosa.Paso a explicarles.Marta me ordenó que limpiara las escaleras mientras ella se iba a comprar al almacén que estaba a quince minutos de aquí. Eso me daba un amplio margen de horario estando sola.El jefe aún seguía en su cuarto, probablemente durmiendo. Eran apenas las ocho de la mañana, y él solía quedarse hasta tarde trabajando.
Alisé mi vestido pasando las manos por encima.Suspiré por novena vez mientras me miraba al espejo.Después de haber limpiado todo el día, Andrew se había acercado a mi habitación al atardecer con un vestido rojo muy lujoso, de Carolina Herrera. La tela era muy suave, probablemente de seda. Tenía algunas partes de encaje, donde dejaba ver algo de mi piel. Pero era muy elegante.Creo que recién con seis sueldos míos podría comprar algo así.Él no me había dicho a qué hora venía su madre, pero procuré estar lista para las ocho. Cinco minutos más tarde, el timbre de la puerta principal sonó.Me erguí al instante y mi corazón comenzó a latir como un loco.Escuché como Marta abría la puerta y se saludaban con gran afecto.En ese instante, Andrew salió de su habitación.Y que Dios me librara de mis pensamientos pecaminosos.Llevaba una camisa blanca con sus botones superiores abiertos, dejando ver su piel bronceada.Un Capítulo 14
-¿Le llevo el café al Señor?- pregunté tomando la bandeja.-Si, por favor querida- respondió Marta mientras amasaba lo que sería una pizza.Me dirigí al despacho del jefe.Estaba bastante nerviosa. Desde anoche, no lo había visto. Y estaba segura de que así como se rompió el hechizo de ser una princesa por un rato, también se habían esfumado sus gestos dulces.Golpeé la puerta dos veces y luego de escuchar su "Adelante", entré.-Buenos días, le traigo su café-