Josefina se encontraba en ese momento tratando de hacer hablar a su hijo más este seguía más este seguía sin emitir palabra.No era de perder la paciencia con su hijo, pero era la primera vez que la llamaban de la escuela por una mala conducta de Federico.Siempre era llamada para ser felicitada, para decirle que Federico era un buen chico, pero no para decir que si volvía a comportarse mal podría ser expulsado.—¿No me vas a decir por qué es que tú y ese niño peleaban?Federico seguía en silencio negando con la cabeza, tenía una mirada seria. Josefina soltó un pesado suspiro al darse cuenta de que en ese momento se le parecía tanto a su padre cuando algo le molestaba.—Si no me dices tendré que castigarte y no dejar que juegues el Play que te regaló el señor Ricardo.—¿El señor Ricardo y tú son amantes?— preguntó el pequeño a su madre — en la escuela me dijeron que soy el hijo de la amante de un hombre rico. El hijo de una rompe hogares.Josefina se quedó estática sin saber qué respo
— Pues como sea de ganas se quedará con ellas — Aseguró Julio pegándose a la espalda de su novio y haciéndole sentir su aliento en el cuello para luego deslizar los labios por su piel hasta llegar a su oreja y mordisquearla. — Porque tú eres solo mío— murmuró apretándole el trasero con una mano antes de alejarse de él y que algo malo ocurriera.Julio decidió apartarse de su novio por propia necesidad, si seguía tan cerca de él, tardarían tanto en salir que a ese hombre no le cabía duda alguna de lo que estaba sucediendo entre ellos.Alfonso tuvo que dejar que se alejara su novio, era una suerte que él lo hiciera, porque dudaba que tuviera la fuerza de voluntad para dejarlo marchar. Lo necesitaba cerca de su cuerpo, casi del modo que necesitaba respirar, sobre todo después de sentir su aliento cálido en su nuca y sus labios mordisqueando su oreja.— Vamos — dijo acomodándose el pantalón de un modo en que no se notara demasiado el bulto que había crecido más de la cuenta en su entrepier
Julio se movía por inercia contra él, sintiendo el roce de la dureza de su novio entre las nalgas, no estaba solo preparado para recibirlo, también estaba increíblemente ansioso por sentirlo enterrarse en su interior.—Te amo Julio…— murmuró besando su cuello, sintiendo como su glande era besado prácticamente por los movimientos de aro carnoso de su novio al palpitar ansioso— relájate vida mía.Julio se estremeció por completo al escuchar la voz de Alfonso y se empujó hacia atrás en busca de más.— Hazlo, hazlo Alfonso, por favor, quiero sentirte dentro…Exigió llevando una mano hacia atrás para aferrarse a la nuca del otro hombre y mantenerlo ahí, pegado a él.El miembro de Alfonso encontró su camino, sin ningún tipo de obstáculo, sé enterrándose con firmeza en el interior de Julio, notando como sus paredes se iban amoldando a su miembro apretándolo, acogiendo.—Julio …— gimió el nombre de su amante, mordiendo su hombro y cuello, aferrándose a su cadera y así enterrarse de una estoca
Ricardo tomó la mano de Josefina varias veces mientras conducía y otra tantas le acarició la pierna, era consciente de que eran varias horas de viaje hasta la hacienda y esperaba estar la mitad del camino respondiendo esa típica pregunta tan de niño que cansa tanto a los adultos ¿Cuánto queda? Pero que él se moría por responder con un ya queda menos, tenía muchísimas cosas que recuperar con su hijo.Cuando miró por el retrovisor central, sonrió al ver al pequeño durmiendo, era normal, se levantaba demasiado pronto para ir a la escuela y no dejaba de ser bastante pequeño todavía.— Es una suerte que lo expulsaran toda la semana, así podemos hacer este viaje sin necesidad de… no me malinterpretes, yo no quiero decir que sea bueno que pelee, pero así no debemos dar explicaciones a la escuela.—Sé a lo que te refieres, si te soy sincera, es la primera vez que me siento una madre de verdad.Josefina sonrió al decir esas palabras, pero era cierto era la primera vez que ella tenía un problem
— Que alguien vigile a mi hijo — pidió Ricardo — mientras se llevaba a su futura esposa dentro de la casa— Ellos han estado cuidando de este lugar en mi ausencia, yo solo he venido un par de veces, sin ti me era muy difícil permanecer aquí.La llevó hasta su cuarto y nada más entrar se abrazó a su espalda mientras le besaba lentamente el cuello.— Te amo… creo que podemos ser muy felices aquí.Josefina se encontraba como en un sueño, no era que ella deseara vivir en la finca, pero sí estar así con el padre de su hijo.—Lo sé. Seremos felices aquí los tres— murmuró ella cerrando sus ojos y dejando que el calor de Ricardo cubriera su cuerpo y se llevara sus miedos.Ricardo asintió mientras deslizaba los labios por el cuello de Josefina inhalando su aroma y es que era tenerla cerca y ser incapaz de contenerse y no solo era su presencia sino el lugar y lo mucho que le llenaba de recuerdos estar ahí.—No sabes cuanto tiempo estuve soñando con esto, con volver a este lugar, tomada de tu man
Ricardo mimaba el cuello y escote de su amante con los labios hasta llegar a su seno derecho y darle cabida en su boca mientras su cadera se movía hacia atrás y nuevamente hacia adelante, poseyéndola, perdiéndose en sus ganas, en busca de ese placer que era incapaz de negarse y sobre todo negarle.— Eres mi mujer, la única que existió para mí — murmuró cambiando al otro seno y mordisqueando su pezón, tirando levemente de él hasta escucharla gemir.—Ricardo— Josefina gimió el nombre de su hombre.Era incapaz de no hacerlo, más al escuchar decirle esas palabras que solo hacían que su cuerpo entero se estremeciera cada vez de placer. Tanto que los dedos de sus pies, firmemente plantados a ambos lados del cuerpo de Ricardo se recogían en cada nuevo estoque recibido.—Si así mi amor… No dejes nada de mí, sin reclamar— gimió ella al notar como sus pezones dolían simplemente por el deseo de que él siguiera mimándolos, es más, deseaba que los mordisqueara y le hiciera sentir ese dolor delicio
— Ven Fede, voy a mostrarte el lugar donde me enamoré de tu madre — Dijo Ricardo extendiendo la mano para que su hijo la tomara, ese día le diría la verdad, le contaría que él no solo quería ser su padre, sino que realmente lo era.Federico se encontraba regresando de su gran travesía a través de la hacienda. El viejo capataz no dudó en enseñarle al pequeño todo aquello que él le preguntará.En cierta manera le recordaba al amo Ricardo cuando era joven, por lo que estuvo encantado de mostrarle al pequeño todo lo que le preguntó y causó curiosidad hasta que vio a su padre y salió corriendo hasta él.—Sí, quiero saber dónde es que usted y mi madre se conocieron— mencionó el pequeño tomando de la mano a Ricardo —señor Ricardo, ¿Usted conoce a mi padre?Ricardo sonrió ante esa pregunta y levantó la vista para mirar a Josefina, sus ojos se clavaron en los de ella por un momento antes de volver a mirar al niño y seguir andando.— Sí, lo conocí, pero deja que te explique la historia de las n
— Quiero que sepas que yo jamás os abandoné, creí que tu madre había muerto y por eso me casé con otra mujer, una mujer que me impusieron prácticamente…— se sentía muy avergonzado al confesarle a su hijo que había cedido en algo así después de haberlos perdido.—¿Entonces mi mamá no es una rompe hogares? — le preguntó el pequeño a su padre con lágrimas en los ojos — mi mamá no ha muerto y yo tampoco. Te mintieron. No quiero que llamen a mi mamá un rompe hogares porque no lo es. Entonces por eso me llamo Ricardo como tú, ¿y Federico como mi abuelo?— No, tu mamá no es una rompe hogares porque yo siempre quise casarme con ella y eso habría hecho si no nos hubieran engañado.Ricardo secó las lágrimas de su hijo con los dedos conteniendo las suyas, no quería verse débil frente a su hijo y mucho menos llorar también.Federico se abrazó a su padre sin dejar de llorar.—Yo siempre quise conocerte— murmuro el pequeño, volteando a ver a su padre con lágrimas en los ojos —mamá siempre me dijo q