Ricardo no tenía ningunas ganas de volver a su casa, pero tenía muy claro que debía hacerlo y enfrentar a su esposa, pensaba decirle desde el primer momento que quería el divorcio y que cuanto antes empezaran las negociaciones mejor, pero antes tenía algo que averiguar y era si ella estaba enterada de las aportaciones a aquel hogar de niños.Cuando llegó Ricardo se encontró a su esposa esperándolo para cenar, así que se sintió mal por ella, la dejó sola todo el fin de semana y ni siquiera le hacía un reclamo, era una pena que María no se hubiera casado con otro hombre, porque estaba seguro de que haría muy feliz al hombre adecuado.La mujer lo tenía todo, era una mujer bella, educada y a veces sentía culpable por no haber podido darle todo lo que necesitaba, pero en ese momento no podía sentirse culpable, sabía que era egoísta, pero lo único que quería era vivir su vida junto a Josefina.— ¿Qué tal fue tu fin de semana?— preguntó Ricardo para romper el hielo mientras se sentaba junto
Aquella mañana Ricardo había ido a trabajar muy pronto, creía que era capaz de disimular frente a Miguel, pero veía a su hermano y no había más que tener arcadas.¿Cómo un padre de familia podía traficar con niños? ¿Cómo alguien que parecía un hombre ejemplar era capaz de algo así?Ni siquiera él mismo, antes de saber que era padre, habría sido capaz jamás de hacer algo así, pero ahora que sabía que tenía un hijo, la simple idea de que le sucediera algo lo aterraba.Observó el reloj de su escritorio y presionó el botón que lo comunicaba con su secretaria.— Anule cualquier cosa que tenga el resto del día, voy a salir.Tras aquello se puso su chaqueta y caminó en dirección a la salida, iría a buscar a su hijo a la escuela, recordaba que era el día de las familias, así que no pensaba dejar que el pequeño lo pasara mal.Josefina se encontraba en ese momento llegando a la escuela de Federico. Era la primera vez que ella asistía a un evento organizado por la escuela.Celebraban el día de l
María no podía siquiera creerse lo que estaba viendo, no daba crédito, su esposo en una fiesta de familias con otra mujer y con un niño que sospechosamente se parecía mucho a él.Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, y no porque estuviera celosa, sino por la falta de respeto que le parecía aquello ¿Cómo podía humillarla así Ricardo?Llena de rabia María le mandó el vídeo a Miguel esperando su llamada, eso no podía quedar así se vengaría de él y por supuesto no pensaba darle el divorcio con facilidad, jamás en su vida creyó que Ricardo fuera capaz de hacerle algo así…Miguel estaba saliendo de una reunión cuando en su pantalla vio el nombre de María con una notificación, no tardó mucho en ver de qué se trataba.El rostro de Miguel se ensombreció al igual que su mirada. Sobre todo al ver a su hermano feliz con la maldita campesina.De inmediato tomó el móvil y llamó a Maria— ¿Te encuentras bien? Iré a dónde estés en este momento— pero antes de hacerse cargo de la campesina iría a ve
Después del día genial que había pasado junto a Josefina no le apetecía nada volver a casa, pero debía solucionar aquel tema cuanto antes, debía divorciarse de ella para poder hacer su vida junto a la mujer que amaba.De repente su teléfono empezó a sonar sacándolo de sus pensamientos, era lógico seguramente su esposa ya se habría enterado de todo. Al fin y al cabo había visto muchas caras conocidas en aquella fiesta de la escuela y aunque no era extraño que algunos hombres de su posición tuvieran hijos ilegítimos, eran muy extraño que se comportaran como él, Ricardo era muy consciente de ello.— Dime María — dijo Ricardo, apartándose un poco del bullicio, solo les quedaba recoger el premio y ya podrían marcharse.— Me marcho de la casa unos días — aseguró la voz femenina al otro lado de la línea — no me puedo creer que hayas sido capaz de hacerme esto.— María espérate en casa y deja que te explique — respondió Ricardo, sintiéndose culpable al escuchar el tono herido que usaba su esp
Llegaron tarde al departamento de Josefina, Fede estaba agotado porque fue subirse al coche y quedarse completamente dormido, por lo que Ricardo tuvo que llevarlo en brazos hasta su cama.Entre los dos le quitaron la ropa y luego lo arroparon hasta que se quedó dormido. Era momento de que Ricardo le contara lo sucedido con María a Josefina.—¿Tienes algo de vino?— preguntó él mientras observaba a la madre de su hijo, tan sexy que a él se le hacía la boca agua.—Si tengo vino y también algo de tequila— mencionó Josefina enfundada en un negligé que se amoldaba muy bien a su hermoso y tentador cuerpo.Colocó una copa de vino para Ricardo y un caballito de tequila para ella.—Hablaremos de ella ¿verdad?— No más de lo necesario, pero si quiero que sepas cómo están las cosas.Dijo él tomando su copa de vino, en ese momento le apetecía el sabor más suave y afrutado del vino para relajarse…— Ven aquí — le pidió tirando de su mano para que cayera sobre él. Le apetecía mucho tenerla sentada s
Sabía que la presión de las ataduras le provocaría incomodidad y dolor, sobre todo cuando hizo que uno de los ganchos del techo bajarán y lo ajustó a las ataduras de la espalda levantándola unos pocos centímetros del suelo— Encoge las piernas, como si quisieras estar en posición fetal.El roce de las cuerdas sobre su piel, ese ardor que provocaba al pasarlo por su piel, en cada uno de esos roces, que los amarres provocaban, tuvo que morder sus labios para no emitir sonido alguno, para no delatar lo mucho que eso le gustaba.Ella, al igual que su amo, tenía el control, sabía lo mucho que sus gemidos provocaban en Ricardo, por lo que le obsequiara sus gemidos y maullidos justo cuando ella quisiera, compensando por el placer brindado, y como una provocación para que la llevara aún más al límite.Se colocó tal y como le había pedido, haciendo que las cuerdas se tensaran y se apretaron aún más a su piel, provocando una sensación de dolor y placer que recorrió todo su cuerpo, casi haciéndo
En el pasado muchas veces ni siquiera se desnudaba para tomar a las chicas, simplemente se desabrochaba el pantalón y se desahogaba para luego volvérselo a abrochar y largarse, pero con ella no podía hacer eso, con ella necesitaba desnudarse por completo porque daba igual lo que estuvieran haciendo ahora, al terminar todo su cuerpo reclamaría su piel.Así que se quitó la camisa y luego deslizó los pantalones hacia abajo arrastrando con ellos el bóxer hasta quedar completamente desnudo cerca de la mujer.Josefina, había disfrutado de observar a través del espejo frente a ella la forma en que su señor se iba desnudando, como su ropa iba cayendo una a una, descubriendo su piel. El deseo se hizo presente haciendo que ella sintiera como el aire le faltaba y no a causa de la cuerda apretándose contra su cuerpo.Se posicionó a su espalda y bajo los ganchos lo justo para que quedara a la altura precisa de su cadera, exactamente dónde podía penetrarla mejor.Echo la cola de gatita a un lado de
Después de aquello no dejó de moverse, sus caderas siguieron embistiendo, pero a un ritmo más calmado mientras besaba cada una de las señales de sus dientes que había en su piel.Se echó hacia atrás saliendo de ella con delicadeza y caminó alrededor de ella para acariciarle el rostro sudoroso y enrojecido por lo que acababa de ocurrir entre ellos.Cada nuevo beso que él le daba hacía que ella se estremeciera y que su cuerpo se calentará, aun así su cuerpo se encontraba ya entumecido por las ataduras.—Por favor mi amor… desátame — le pidió ella casi en una súplica.Ricardo la tomó del mentón y se acercó a besarla con una dulzura que contrastaba con la ferocidad que demostró solo unos minutos atrás.— Te amo tanto…— murmuró acariciando sus labios con los de ella para luego descolgarla de los ganchos y llevarla en brazos hasta la cama.Pero todavía no estaba todo hecho, se dedicó a desatar cada uno de sus nudos viendo las marcas que la cuerda había dejado en su piel, sabía que en ese in