— Ahora cuenten conmigo, tres, dos, uno hora de abrir los ojos y quedar maravillados con el hermoso ser que tienen enfrente.Ricardo lo hizo, abrió los ojos y estar frente a un fantasma, no, aquello no podía ser posible, tal vez solo se parecía a ella.— Tú…La sonrisa y felicidad de Josefina pareció congelarse en el mismo instante en que sus máscaras cayeron.Frente a ella se encontraba no solo el hombre que había sido su amante todos esos meses.No. Delante de ella se encontraba el padre de su hijo, el hombre que le había roto el corazón y el único del que se había enamorado en el pasado.—Ricardo…— su nombre salió como lija en su boca, haciéndola tragar pesado mientras negaba.Los ojos azules de Josefina se llenaron de lágrimas, pero no lágrimas de felicidad, todo lo contrario fueron lágrimas amargas de desamor, soledad y de nuevo sus esperanzas rotas. Sobre todo al darse cuenta de que había vuelto a decirle que le amaba.—No, esto no puede ser verdad — volvió a negar llevando sus
El coche llegó y Ricardo no pensaba ceder en su empeño, en cuanto el chófer abrió la puerta, él empujó a la chica al interior del asiento obligándola a entrar, no la dejaría marchar de nuevo y mucho menos con su hijo.— Por favor bloquea las puertas — pidió Ricardo una vez dentro.Él mantenía sujeta a la chica para que no se le escapara, estaba muy molesto, apenas la había encontrado y ella ya quería marcharse, por supuesto que no se lo permitiría.Ahora lo tenía claro, Ricardo no la dejaría marchar, quiso decir algo cuando le pidió al chofer que pusiera el seguro, pero no lo hizo, lo que hizo fue acomodarse de manera rígida en el asiento mientras hacía de sus manos un par de puños que descansaban sobre sus piernas.— A ti y a mi hijo ¿Eso ibas a decir verdad?— preguntó muy molesto — Yo creí que estabas muerta, que mi hijo estaba muerto, lo entiendes, no pienso dejar que te marches a darle a saber qué vida, te recuerdo que te encontré porque me vendiste tu cuerpo para poder sacarlo ad
Josefina no podía dejar de llorar, estaba literalmente temblando en los brazos de su amigo sin que pudiera decirle que se refería a su amante, el hombre misterioso de la máscara. Fue después de media hora y de que había manchado la camisa de su amigo de sus lágrimas y mocos,—Ricardo, el padre de Fede— por fin ella pudo responder a la pregunta que su amigo había estado insistiendo en que le respondiera.Como era de esperar, la respuesta que le dio hizo que su amigo se quedara completamente mudo y sin saber qué decir. Ella no lo culpaba, también se había encontrado en la misma situación.—Estoy segura de que es él. Él mismo me lo dijo— respondió Josefina después que su amigo llevó dos tazas, una con café para él y una infusión de tila y ruda para ella.— ¿Pero ese hombre no te abandonó?— Alfonso no cabía en su asombro, de todos los hombres del mundo su amiga se había vuelto a encontrar justo con el mismo.Él se daba cuenta de que se estaba perdiendo en el juego de ese hombre, que se es
Su compañero no dudó en ayudar a su amigo, quien se encontraba en el suelo, por lo que se apresuró a soltar un puñetazo en la cara a Ricardo, cosa que no consiguió, tantos años sacando su frustración en el gimnasio practicando boxeo por perder a la mujer que en ese momento se encontraba en peligro lo hacían alguien ágil y hábil en la pelea cuerpo a cuerpo.El hombre solo vio como su puño, pasó rozando el rostro de Ricardo, lleno de frustración, trato de volver a golpearlo una vez más, haciendo que se moviera de manera rápida y no prestara atención a su centro de gravedad, cayendo a causa de su propia imprudencia.Ricardo no era de los que le gustaba golpear a una persona en el suelo, pero esos hombres no le dejaban otra opción, más que la de pelear, sobre todo al ver que el primero que había caído volvía de nuevo a levantarse para intentar golpearlo, no había tenido suficiente con el primer golpe.Josefina salió de su trance, o mejor dicho de esos recuerdos que la paralizaban, solo pa
Ricardo había preparado un fin de semana perfecto para él y Cat en su casita, en un pequeño pueblo de costa en el que nadie sabía quién era, no era nada exuberante, era más bien un bungalow en la playa del que ni su esposa, ni Miguel tenían constancia.En realidad había comprado aquella casa pocos meses después de que creyera que Josefina había muerto, cuando se retiró a un pueblo donde no pudieran encontrarlo y la vio en venta, estaba casi en ruinas, pero él podía ver en esa casa lo que era hoy en día, un hogar perfecto, el hogar que le hubiera gustado compartir con la mujer que le habían arrebatado.Por eso se retiraba allí cuando quería estar tranquilo, era muy fácil para él recordar la expresión de asombro de la chica la primera vez que vio el mar, sí, sin duda él la hubiera llevado a vivir allí, ojalá no hubiera sido un hombre rico y ella no hubiera corrido peligro, solo un pescador que era feliz con su familia viviendo frente al mar.Ricardo había llorado muchas veces por esa vi
—¿No deberías marcharte ya?— preguntaba María a Miguel tras salir de la ducha completamente desnuda, le gustaba la forma en que Miguel la observaba, jamás Ricardo la había tratado así.— Mi hermano estará con su amante todo el fin de semana, he sabido que usó uno de los helicópteros de la empresa para trasladarse con ella.Obviamente, y aunque por el momento Miguel no le diría todo lo que sabía de Josefina, él odiaba que se hubiera marchado con ella y ese bastardo, pero, por otro lado, estaba casi agradecido por esa mujer por aparecer y dejarle tanto tiempo para acercarse por fin a María.— ¿Estás seguro de eso?— preguntó María celosa, ella jamás se había sentido celosa de ninguna de las aventuras de su esposo, de hecho lo máximo que hacía era desaparecer una noche a la semana, pero últimamente era muy extraño el día que dormía en casa y ahora un fin de semana completo.—Sí, estoy seguro— respondió él tratando de volver a tenerla en la cama— anda, ven acá, ¿no me vas a decir que estás
Después de un intenso día de playa y de tener que contenerse mucho, por fin Fede se durmió, ahora era el turno de ellos, de hablar todo lo que no podían hablar frente a él y sobre todo dejar de guardar las distancias.Ricardo en la terraza haciendo su cena en la barbacoa mientras esperaba a que ella por fin apareciera, no era que no hubiera disfrutado el día junto a su hijo, lo había hecho y mucho, hasta disfrutaba estar con ese niño incluso antes de saber que era su hijo, pero ahora se moría de ganas por tener una conversación que consideraba muy necesaria con la madre de ese niño.Josefina apareció con otro traje de baño, había decidido que sería una pena no usarlos todos.Además, la forma que Ricardo le miraba le gustaba mucho, antes ya había sentido esa mirada posesiva siendo Cat, pero siendo Josefina le gustaba aún más.Miguel no perdía detalle del cuerpo de Josefina desfilando frente a él en ese traje de baño, como le encantaba verla, provocándolo en una mezcla perfecta entre Ca
Ricardo le dio cabida a todo su seno en la boca mientras apretaba el otro pezón entre sus dedos, escucharla decir mi señor lo había puesto mucho más duro de lo que ya se encontraba.Esas palabras fueron lo único que él necesitó para terminar de sacarle la parte de arriba del traje de baño y mirarla con expresión dominante.— Las manos tras la nuca gatita — pidió como había hecho otras tantas veces cuando estuvieron juntos sin saber quién eran en realidad.Pero esta vez lo sabían y él no recordaba haberse sentido tan excitado en su vida, así que le ató las muñecas una vez las tuvo tras la nuca con el mismo cordón que había sacado del bañador.Ser sometida por su señor siempre le había parecido excitante, pero ahora que sabía que se trataba de Ricardo, estaba más que encantada, no había nada que ella deseara, más que eso, cumplir cada uno de sus deseos.Por lo que sin decir nada hizo lo que le pidió, Josefina llevo sus manos hacia la parte de atrás de su cabeza, exponiéndose aún más a s