Llevó, dos dedos, al centro de su intimidad, encontrándolo muy húmedo y dejó que estos resbalaran al empujarse en su interior, penetrándola, follándola con ellos mientras devoraba su intimidad, estimulado por sus gemidos como por sus recuerdos, y por la forma en que le tiraba en ocasiones del cabello.Quería follarla, pero no lo haría, se contendría hasta sentirla estremecer y justo en el instante en que explotara en su boca él no tardaría nada en poseerla.Josefina no podía salir del embrujo que ese hombre causaba en ella, cada caricia, cada vez que su barba rozaba cualquier parte de su cuerpo, ella sentía que ardía, impidiendo que pudiera estar en sus cabales, todo lo contrario, su cuerpo se removía como si fuera un gusano, en busca de más contacto.—Ri… señor más— por un momento su subconsciente estuvo a punto de traicionarla, de hacerle decir el nombre de ese primer y único amor en su vida, sus manos se sujetaron fuertemente en su cabellera tirando de ella y al mismo tiempo manten
Volvió a rodar quedando esta vez sobre ella y embistió enérgicamente en su interior, deleitándose con la forma en la que se revolvía bajo su cuerpo, en que gemía y esas uñas le arañaban la espalda sin ninguna delicadeza.— Cat, Cat...Gimió ronco, mordiendo con fuerza su cuello y dejando una visible marca roja que pronto se volvería morada mientras se hundía en ella una última vez, hasta la mismísima base de su polla, corriéndose de forma copiosa, y aun así no paro de follarla hasta estar completamente vacío y sentir que perdía la erección.— Mi gatita...Murmuró, dejándose caer sobre ella y buscando sus labios para besarla con una dulzura nada habitual en él, pero que empezaba a serlo cuando sus encuentros sexuales culminaban.Se dejó caer a su lado y la atrajo contra su cuerpo, la necesitaba allí con él, era cierto cuando decían que las personas llegan en el momento justo en el que se las precisa, porque eso era ella la persona correcta en el momento justo.— Caíste del cielo mi her
Aquella noche Ricardo soñó con el amor de su vida, la veía arder en llamas frente a sus ojos pero no podía moverse, sus labios se abrían para gritar su nombre pero sus cuerdas vocales parecían no responder.— ¿Ricardo, porque me engañaste, porque?Y él intentaba responderle pero no podía pronunciar ni una sola palabra, era como en esa película en la que la bruja del mar le robó la voz a la joven y bella sirena.—Porque te casaste con alguien más, porque me dejaste…te odio Ricardo.Despertó de repente con su cuerpo perlado en sudor frío y la chica a su lado se removía y hablaba, por un momento le parecía que era ella quien lo había nombrado pero aquello era imposible, esa mujer no sabía su nimby.—¿Cat, gatita te encuentras bien?— la sacudió con suavidad para despertarla mientras besaba lentamente su cuello en un intento por consolarla, o tal vez, consolarse a sí mismo por la pesadilla que acababa de tener— notó su cuello húmedo y llevó los dedos a sus mejillas dándose cuenta que estab
Por primera vez Josefina odió despertar sola, el olor de su amante aún persistía, no solo en las sábanas de la cama que ambos habían compartido, también estaba presente en su piel haciendo que adorara el aroma que la cubría.El recuerdo de la noche anterior la hizo suspirar, mientras se abrazaba las piernas con los brazos en un intento vano por alejar de ella los recuerdos de una vida lejana, no, de una vida a la que debía dejar ir, el recuerdo de un hombre que simplemente la abandonó a su suerte.¿Pero por qué no podía hacerlo? ¿Por qué le costaba tanto soltar los recuerdos del pasado? ¿Por qué le costaba tanto dejar ir a Ricardo?Era por él que jamás volvió a creer en el amor, ni darse una oportunidad con nadie más, por él fue que se mantuvo alejada de cualquier relación posible, porque en el fondo siempre tuvo la esperanza de volver a encontrarse con él, poder verlo a los ojos y decirle que ya no lo necesita, estaba mejor sin él, que había salido adelante sola, ella y su hijo sin n
María estaba molesta y temerosa al darse cuenta de que su esposo la estaba engañando, pero no era el engaño lo que la molestaba, siempre supo que no le sería fiel, eso es lo que acordaron, pero esta vez era distinto, él pasaba demasiado tiempo fuera de casa, lo extraño era que regresara alguna noche.Solo había una cosa que podría salvar su matrimonio, Maria se llevó una mano a su vientre completamente plano, era cierto que tenía problemas para concebir, pero le habían dicho que no era imposible, aun así su esposo se negaba a que ella buscará ningún tipo de ayuda externa y sin la firma de su esposo ninguna clínica quería atenderla.Pero ahora que él no llegaba a dormir nunca a casa era completamente imposible, ni siquiera le quedaba la pequeña posibilidad de que el milagro se produjera de forma natural.A menos que buscara a otro hombre, uno de la familia, uno que siempre había admirado en secreto a pesar de estar casado, fantaseaba con él, incluso estando con su esposo, estaba segura
— Maria...— gimió su nombre tomándola de la cintura, moviendo las caderas, pero esta vez hacia afuera, solo por un momento antes de volver a entrar fuerte, preciso y salvaje como el deseo que ahora parecía consumir a ambos amantes, como la pasión y la atracción contenida que habían guardado el uno por el otro durante demasiado tiempo.—Ahhh— Maria Gimió arqueando su espalda sobre la madera del escritorio mientras recibía cada uno de sus embistes, toda la pasión que ese hombre tenía para darle y amenazaban con hacerle gemir sin que ella pudiera controlarse, sin que pudiera silenciar del todo su placer, era una suerte que a esa hora nadie estuviera en la oficina porque sería imposible que no los escucharan.Ella lo atrajo con urgencia para que la besara y así poder ahogar cada uno de sus gemidos en la boca de su amante, dándoselos a beber e intentar evitar sin éxito que los escucharan fuera.María apretó más el agarre alrededor de su cadera y rodando quedó sobre él, haciendo que fuera e
Si Ricardo hubiera sido un hombre que amara a su esposa, en ese momento posiblemente estaría preocupado o llamándola a ver por qué razón no había llegado a casa a esas horas de la noche, pero no lo era, en realidad le daba completamente igual, porque así él podía marcharse sin esa montaña de reproches que recibía todo el tiempo.Sin duda Ricardo estaba obsesionado con Cat, ya era plenamente consciente de eso, el tiempo había pasado muy rápido. Llevaba más de dos meses siendo su amante y se encontraba yendo a verla todas las noches, se le hacía muy necesario dormir a su lado.Era el momento de descubrir quién era, de ver su rostro, de conocerla mejor, no, Ricardo ya no se confirmaba nada más con estar entre sus piernas en esa habitación a escondidas.Por eso quería proponerle un juego al que ella podría o no querer jugar. Era consciente de que había impuesto unas normas y que los dos habían firmado eso.Tal vez él empezaba a sentir cosas por ella, pero ella no y quería seguir mantenien
Josefina se encontraba nerviosa ¿Cómo no estarlo? Era la primera vez que su señor le pedía ser algo más que una mascota.Aunque adoraba ser su mascota, también deseaba más, mucho más y aunque evitaba controlar esos deseos, era superior a ella, se iban dando poco a poco sin que casi pudiera contenerlos.El lugar a donde habían llegado era demasiado lujoso, pero no era eso lo que tenía embobada a Cat lo que la tenía así era el hombre frente a ella, el hombre que la tomaba de la mano y que le hacía la pregunta que tanto temía y que tanto deseaba.¿Conocerlo? Conocer al hombre que se encontraba tras la máscara.Sus labios se secaron, al momento de abrirlos y responderle, pero solo fue cuestión de lamer sus labios, pasar la punta de su lengua entre ellos.Observó cómo esa simple acción hizo a su amo pasar también la punta de lengua por sus propios labios, deseando que fuera su lengua la que lo hiciera, pero tenía que responder su pregunta, era hora de hacerlo.—Si, si lo deseo. Deseo conoc