Eric
Me siento inquieto. Angelique ha estado inquieta y soñando prácticamente despierta con todo lo relacionado de Christopher Adams y la bendita boda. Estoy algo asustado por lo que pueda pasar, por lo general no me asusto tan fácilmente pero con Angelique la situación se vuelve distinta. Lo único claro que tengo es que debo conversar con mi hija lo antes posible.
Me dirijo a su habitación pero me doy cuenta que no está. La busco por el resto de la casa pero no está en ninguna parte. «¿Dónde estás?». La llamo a su celular pero no contesta. La contacto al menos cinco veces durante un buen rato y nada, la respuesta es la misma. De la rabia tiro mi teléfono al suelo y este se rompe. ¡Maldita sea! Voy a levantarlo y lo arreglo. Por suerte sigue funcionando.
Voy hasta el pequeño bar que tenemos en un costado de la cocina y me sirvo un vaso de wh
AngeliqueLuego de enterarme de que la estúpida de Ashlee tuvo un aborto, mis planes de boda siguen en pie como el primer día. Ahora sí, ya no hay nada que los una, por lo que muy pronto mi Christopher por fin estará conmigo.Dejo a mi papá en la sala para que siga trabajando, paso por la cocina para servirme un vaso de jugo de naranja y unas galletas. Quiero comer algo suave antes de la cena. Cuando tengo mi pequeña bandeja lista, voy a mi habitación para seguir buscando la información que necesito.Son tantas las cosas que me faltan por hacer y falta tan poco para que llegue la fecha de nuestro gran día. Ya tengo un mes de embarazo y por ningún momento voy a esperar a casarme y tener la barriga gorda por el bebé. Tengo que verme estupenda y si debo adelantarla, sé que Chris estará feliz con mi decisión.De pronto suena mi teléfono y veo
La familia Thompson quiso recorrer la ciudad y comprar algunas cosas que necesitan mientras dure su estadía con Ashlee y Christopher. Él se ofrece a acompañarlas y pasar la mañana con ellas, pero ambas se negaron alegando de que no desean quitarle su tiempo ni tampoco dejar a Ashlee sola. Por lo que al volver a casa, Christopher va un momento a su oficina para avanzar algo del trabajo desde casa. De lo que no se percata es que deja su teléfono olvidado en la sala. Ashlee se queda viendo una película y se da cuenta cuando el teléfono suena. —¡Chris! ¡Amor! —Lo llama pero no obtiene respuesta. Decide tomar el aparato y revisar por si es algo importante, pero se queda algo inquieta al ver que no tiene el número registrado. «Qué raro», piensa. Ante la curiosidad por saber de quién se trata, decide abrir los mensajes y se sorprende ante lo que su
ChristopherLuego de que Ashlee saliera de la oficina, me quedé estupefacto. No puedo creer lo que está sucediendo, pareciera que los Jacobson cada vez se acercan más a su cometido de separarnos. Siento que estoy llegando a un colapso, pero sé que debo ser fuerte ante Ashlee y quienes nos quieren hacer daño.Suena mi teléfono y veo que es Ellen quien llama. Le contesto y nos ponemos de acuerdo para que las vaya a buscar como habíamos acordado más temprano.Corto la llamada y me dispongo a salir. Cuando llego a la sala veo a Ashlee viendo televisión, se gira al sentirme en la habitación y me mira, todavía la veo molesta y prefiero salir sin decirle nada, aunque sé que eso pueda ser peor.Salgo de la casa sintiendo un dolor en el pecho, sé que Ashlee está molesta, solo espero que más tarde podamos conversar sin que tengamos una discusi&oacu
Los Jacobson definitivamente están locos. Debo sacármelos de encima como sea. No voy a permitir que arruinen mi relación con Ashlee y todo lo que hemos formado en estos meses juntos. La amo con mi vida y no permitiré que lo arruinen.Mientras camino hasta mi auto llamo a Angelique para citarla. Saco el teléfono de mi bolsillo y le marco.—¡Hola, mi amor! —Por lo visto se alegra bastante con mi llamada—. ¡Por fin me llamas!—Necesito que nos veamos. —Le hablo de forma cortante. No soporto que sea tan empalagosa cuando no somos nada.—Sí, claro. Tú dime dónde y cuándo.—En el restaurante “The Capital Grille” en una hora.—Claro que sí. Nos vemos, cariño.—Hasta pronto. —Corto sin despedirme.Lamento no almorzar con mi familia pero esto debo resolverlo cuanto ante
ChristopherLlego en el momento justo cuando Angelique cae por las escaleras. ¿Qué sucede aquí? No entiendo nada, lo único claro es que Ashlee está aterrada. Nuestras miradas se cruzan y su temor es palpable. Por más que Angelique haya caído y puede estar herida, mi corazón me envía a subir las escaleras y chequear si mi novia se encuentra bien.Luego de comprobarlo, bajo nuevamente a revisar a Angelique y noto que está sangrando. Le digo a Ashlee lo que sucede mientras entran a la casa mi suegra y cuñada.—¡¿Qué pasó?! ¿Quién es ella? —Ellen mira a mi novia que todavía no sale de su estado de shock— Mi niña ¿estás bien?—Sí, mamá. Yo estoy bien, pero ella parece que no.—¡Está sangrando! —Mel se da cuenta de la situación&
ChristopherAcabamos de salir con Ashlee de la estación de policía. He entregado todas las pruebas que recolecté en todo este tiempo en contra de los Jacobson; grabaciones de voz, el análisis de drogas, mensajes de amenazas, además de las fotografías que nos tomaron. Solo espero que todo sea suficiente para detenerlos de una buena vez. Solo hay una cosa de la que no tengo pruebas y necesito que Angelique confiese.Ambos estamos nerviosos porque no sabemos cuándo terminará todo esto, solo deseamos que sea lo antes posible. Jamás pensé que para poder ser feliz con la mujer que amo debía pasar por todas estas pruebas.—¿Cómo te sientes? —Le consulto porque la noto algo inquieta.—Nerviosa y preocupada, pero más tranquila, porque gracias a las pruebas que pudiste entregar, es cosa que por fin los detengan.—Ya ve
AngeliqueMe despierto desorientada y aturdida. No sé dónde estoy ni por qué me encuentro aquí. Lo único que me permite identificar este lugar es el sonido de las máquinas ubicadas a mi izquierda y que no paran de sonar.Mientras reacciono, siento unas punzadas en mi zona baja, miro mi vientre y termino por hacerlo de forma abrupta.—¡Mi hijo! ¡Mi niño! —No paro de gritar. Necesito saber si mi niño está bien. No pasa ni un minuto cuando entra una enfermera a calmarme.—¡Cálmese, señorita, por favor! —Dice ella elevando su voz para que la escuche.—¿Qué hago aquí?—Tuvo un accidente y perdió el conocimiento. —Me explica.—¿Qué? ¿De qué está hablando?—Señorita, lleva un mes internada en el hospital.
Vuelvo a despertar, pero esta vez lo hago con esposas en mis manos, cada una a un lado de la cama y noto que no me encuentro sola en la habitación. Hay dos agentes de policía frente a mí, mirándome muy atentos.—¿Qué me miran tanto? —Pregunto sintiéndome asqueada por su presencia.—Tenemos que resguardarla, señorita. —Responde el del lado izquierdo.—Y resguardarme de qué si se puede saber.—De usted hasta que le den de alta y podamos llevarla a prisión.—¿Y con qué motivo si yo no he hecho nada? —Digo ofendida—. Es a mí a quién atacaron e hicieron que perdiera a mi bebé. —Agrego sintiendo un dolor en mi corazón y mi alma—. ¡Es ella quien debiera estar en la cárcel, no yo!—Las denuncias ya están en su contra y su padre ha confesado luego de