Capítulo 38

Vuelvo a despertar, pero esta vez lo hago con esposas en mis manos, cada una a un lado de la cama y noto que no me encuentro sola en la habitación. Hay dos agentes de policía frente a mí, mirándome muy atentos.

—¿Qué me miran tanto? —Pregunto sintiéndome asqueada por su presencia.

—Tenemos que resguardarla, señorita. —Responde el del lado izquierdo.

—Y resguardarme de qué si se puede saber.

—De usted hasta que le den de alta y podamos llevarla a prisión.

—¿Y con qué motivo si yo no he hecho nada? —Digo ofendida—. Es a mí a quién atacaron e hicieron que perdiera a mi bebé. —Agrego sintiendo un dolor en mi corazón y mi alma—. ¡Es ella quien debiera estar en la cárcel, no yo!

—Las denuncias ya están en su contra y su padre ha confesado luego de

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