A la mañana siguiente, Hanna pagó el vestido y los zapatos para la fiesta, costaban una fortuna, se gastó casi la mitad se sus ahorros, pero el objetivo, bien valía la pena, además por ser empleada del corporativo, le aplicaron un descuento.
—¿Ya lista para la fiesta del año? Veo que ya adquiriste el mejor vestido del almacén.
—¡Por supuesto! Es mi primera vez en esa fiesta y quiero que mi presencia se haga notar.
—No hay manera de que tu presencia no se note Hanna, tu sabes que donde quiera que te pares, atraes todas las miradas y no solamente las miradas masculinas.
—Tú dices eso porque me estimas Carlitos, pero te aseguro, que si me vieras cuando acabo de despertar, no pensarías lo mismo.
—No te he visto, porque no has querido, siempre sales corriendo, si te quedaras, podría llevarte el desayuno a la cama y consentirte como te mereces.
—Eres muy lindo Charly, pero eso no va a pasar, siempre he sido muy clara contigo, tu y yo, solamente somos compañeros de trabajo, confórmate con tener sexo conmigo cuando te me antojes, pero no involucres tus sentimientos, porque no te quiero hacer sufrir.
—¿Tan poca cosa te parezco?
—No digas eso, eres muy atractivo, besas bien y coges maravillosamente, pero yo, para enamorarme, busco otra cosa.
—¿Un millonario?
—¿Sabes? Soy lo suficientemente inteligente, como para ganarme el dinero por mí misma, no busco un millonario, busco un hombre, más inteligente que yo.
—Gracias por decirme que soy un pendejo.
—No me lo tomes a mal, pero… ¿Cuántos años llevas trabajando en esta empresa? ¿Cinco? ¿Seis? Te titulaste con honores de la Ibero, pero no has conseguido nada, llevas cinco años en el mismo puesto, era para que al menos, ya estuvieras en mi lugar.
Carlos Pacheco, era jefe de personal del almacén, tenía treinta años y era muy atractivo, estaba enamorado de Hanna, pero ella solo lo usaba para satisfacer sus deseos sexuales de vez en cuando, para Hanna, una persona que se conforma, con tener un trabajo estable y sueldo seguro, era una persona sin aspiraciones, un mediocre, incluso admiraba a las personas que comenzaban vendiendo comida en la calle y que en poco tiempo, lograban poner un local y expandirse, para ella lo más importante, era tener la voluntad de crecer y de ser mejor cada día.
Carlos se quedó callado, quizá su jefa tenía razón, ella era joven y tenía muy poco tiempo de haberse titulado, pero en muy poco tiempo, consiguió el mejor puesto en un almacén y llevaba tres meses consecutivos, ganando el primer puesto como gerente del mes, entre todas las sucursales de la tienda en México, seguramente ya estaba en la mira de los ejecutivos del corporativo, el siguiente paso sería ser gerente regional y seguramente, lo sería muy pronto.
──────────❁──────────
Danna llegó al taller de restauración más temprano que de costumbre, ella no tenía un horario de entrada establecido, pero regularmente llegaba antes que Ricardo, porque vivía muy cerca y le gustaba hacer el trayecto caminando, le servía de ejercicio porque pasaba horas sentada en su banco de trabajo.
Le extrañó llegar y ver el auto de Ricardo estacionado afuera, algo debía haber pasado, ya que él odiaba madrugar, decía que, para tener un buen día, debía tener una buena noche y eso implicaba un buen sueño, por eso ellos comenzaban a trabajar hasta las diez de la mañana.
Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver que la esperaba con un gran ramo de flores, sus favoritas y con un suculento desayuno en una mesa montada para dos.
—¿Qué sucede? ¿Estamos festejando algo? ¿De qué me perdí?
—Estamos festejando que me debes una cena en el restaurante italiano de enfrente, quise sorprenderte con el desayuno, porque, te conozco y sé que solo tomaste un jugo de naranja y eso no es desayunar.
—Lo que realmente me sorprende, es que te hayas levantado tan temprano para venir a organizar todo esto. ¡Cuéntame! ¿Qué te dijo el señor Nava de su cuadro? Estoy ansiosa por saber.
—No solo le encantó tu trabajo, va a traer otro cuadro que tiene para restauración, y no vas a creer de que se trata.
—¿Más importante que el que se llevó?
—Mucho más, me dijo que compró una casa muy antigua en Europa, la casa estaba muy descuidada y se llenó de humedad, allí, había un cuadro que, a la dueña anterior de la casa, se le hacía feo, no le gustaba porque se trataba del rostro de una persona que no conocía así que lo quitó de su pared y lo arrumbó en un sótano, sin el menor cuidado.
—Y no me digas que es de un pintor importante.
—¡Es un Da Vinci! Y le dije que tú eras especialista en retratos, lo va a traer para que tú lo restaures, ahora sí preciosa, tenemos que empezar a buscar un buen lugar para tu galería, voy a extrañarte, pero seguiré siendo tu más fiel admirador.
—¡Awww Ricardo! ¡No lo puedo creer! Eso es maravilloso, ¿Cuándo vendrá? Quiero conocerlo, agradecerle personalmente.
—No, a ver, el que debe agradecer es él, tú eres una artista, le vas a hacer el favor de reparar su obra, pero tienes que meterte en esa cabecita, lo importante que es tu trabajo.
—¡Gracias! Gracias por compartir conmigo todos tus conocimientos, tú has sido un gran ejemplo para mí, y siempre, siempre te voy a considerar mi maestro.
Ricardo la abrazó, y por primera vez, no pudo contenerse, le dio un cálido beso en los labios, Danna se quedó paralizada, por un momento no supo que hacer o decir.
—Lo siento Danna, no debí hacerlo, pero no pude contenerme, lo he deseado desde que te conocí.
—Ricardo yo, perdóname, eres muy atractivo, pero siempre te he visto como un familiar cercano, no voy a decir que, como un padre, pero sí como un tío muy querido.
—Lo sé, te prometo que no va a volver a suceder, por favor, olvida que pasó.
Danna suspiró, ¿Cómo olvidar algo como eso? Ricardo era muy importante para ella, lo quería muchísimo, y de ninguna manera quería perder su amistad.
—No te preocupes, no pasa nada, vamos a ver, ¿Qué hay de desayunar?
—Huevos a la veracruzana, café y pan de dulce, de la panadería que tanto te gusta.
—No me digas que tú cocinaste, porque eso si no te lo creo.
—Pero claro que yo cociné, ¿Quién te crees que soy?
—Entonces creo que esperaré a que comas tu primero, no me quiero arriesgar a morir envenenada, antes de tener ese Da Vinci en mis manos.
—Ja, ja, ja, ja, ¡Eres una grosera! Te aseguro, que te vas a chupar los dedos, es mi especialidad, y créeme, no cualquier mujer tiene el privilegio de que Ricardo Rivera, cocine para ella.
Desayunaron haciendo planes para montar la galería de Danna, ella estaba feliz, era muy joven todavía y sabía que no lo habría conseguido, si Ricardo, no hubiera creído en ella, como le hubiera gustado corresponderle, era un gran hombre, además de muy guapo, era un excelente ser humano.
Algunas veces Danna, pensaba que ella, debía ser un poco más como su hermana, y disfrutar de los placeres de la vida sin preocuparse por los sentimientos, ya había cumplido veinticinco años y seguía siendo virgen, los únicos besos y caricias candentes que había disfrutado en su vida, fueron los que se había dado con Pablo, bajo las escaleras del edificio, y él, siempre pensó que era con su novia, con quien se besaba.
Los días pasaron y ella y Ricardo, no volvieron a tocar el tema del beso, pero Danna comenzó a plantearse la idea, de darse una oportunidad, de verlo con otros ojos.
──────────❁──────────
Era martes y como todos los días, Hanna llegó al almacén antes que todos los empleados, era muy joven, pero era una líder nata, tenía el don de conseguir que las personas la siguieran, en las buenas y en las malas, su trabajo era intachable y siempre predicaba con el ejemplo, la sucursal había recibido un cuarto premio por sus altas ventas y por la excelencia del desempeño de sus colaboradores, así que pensó en dar un premio a todos los empleados, para agradecer su esfuerzo e incentivarlos a continuar esforzándose.
Llegó pensando en hacer una solicitud de presupuesto para darles un detalle, le extrañó encontrarse con que la alarma, había sido desactivada, era muy raro, sólo ella y otra persona la tenían y por la hora, dudaba que Carlos hubiera llegado ya.
Se llevó una gran sorpresa cuando entró en su oficina y se encontró con un hombre, de espaldas, mirando a través del cristal hacia el interior del almacén.
—¿Quién es usted? ¿Cómo entró? ¡Salga inmediatamente de aquí o llamaré a seguridad para que de aviso a la policía!
—Solo quise venir a supervisar que mi personal, haga bien su trabajo —El hombre se giró para quedar de frente a ella.
Hanna, se quedó por un instante con la boca abierta. ¡Era él! Era Wilmer Nava, el CEO del corporativo, respiró y dibujó una sonrisa en sus labios, si quería impresionarlo, no debía demostrar que estaba sorprendida y emocionada por tenerlo enfrente.
—Buenos días, señor Nava, le ofrezco una disculpa por la confusión, nadie me avisó que vendría.
—No suelo pedir permiso para llegar a mi tienda señorita…
—Hanna, Hanna Montiel —dijo extendiendo la mano con el dorso inclinado para saludar, esperando un beso en la mano por parte del caballero
—Un placer señora Montiel —Wilmer le dio la mano y la saludó como lo haría con cualquier hombre de negocios.
—Señorita, puede llamarme Hanna.
—Bien señorita Montiel, hagamos un recorrido por la tienda, ahora que todavía está cerrada, y posteriormente, daremos otro recorrido en el horario de mayor afluencia, he recibido los datos estadísticos y me ha impresionado que, en tan poco tiempo, haya conseguido que la sucursal a su cargo, sea la que presenta los resultados más altos, en cuanto ventas.
—El secreto, señor Nava — Correspondió a la formalidad recibida —, es conseguir que los colaboradores, hagan su trabajo con entusiasmo y dedicación, he comprobado que la satisfacción de los clientes internos, repercute considerablemente, en nuestros clientes finales.
—Estoy totalmente de acuerdo con usted señorita, me agrada que mis gerentes compartan mi ideología respecto al trabajo.
Cuando terminaron de recorrer el almacén, ya todos los colaboradores estaban en sus puestos, y comenzaron a abrir las puertas para dar acceso a los clientes.
—Precisamente, estaba pensando en darles a los colaboradores un incentivo, como premio por haber conseguido por cuarto mes consecutivo, el galardón de sucursal del mes y para motivarlos a seguir dando su mayor esfuerzo.
—Me parece una excelente idea, ¿Qué tiene en mente?
—Había pensado en una cantidad simbólica adicional a su salario mensual, una especie de bonificación.
—Es usted muy fría señorita Montiel, es buena su idea, pero en esta vida, hay cosas que se valoran mucho más que el dinero — Caminó hacia la exhibición de relojes de marca, los observó detalladamente y tomó un estuche, que contenía un reloj de caballero y uno de dama, no era el más caro de la tienda, pero si, era de excelente calidad, y no cualquiera de los empleados podría darse el lujo de comprarlo —Haga una relación de colaboradores y solicite que le personalicen los relojes, que le pongan en el interior, el logotipo de la tienda y la parte posterior el nombre del colaborador.
Hanna se quedó extasiada, no cabía duda de que ese hombre, sabía perfectamente lo que hacía, los relojes, el proveedor los daba considerablemente, más económicos que la tienda, pero los colaboradores, no conocían el precio real, sino, el de venta al público, al colocar el logotipo de la tienda, se convertiría en publicidad gratis y al personalizarlos, los empleados sentirían lo importantes que eran para la empresa y así se ganaría en lealtad y sentido de pertenencia.
—Tengo algunos asuntos que resolver, voy a quedarme en Monterrey uno o dos meses, ¿Cuál es el horario que considera de mayor afluencia?
—Desde las diecisiete horas hasta el cierre señor.
—Perfecto, me voy y regreso más tarde, quiero estar presente en el cierre.
Wilmer comenzó a caminar hacia la puerta, no volteó a ver a la gerente, no quería demostrar que lo había impresionado, no sólo porque era joven e inteligente, sino porque sin duda, era una mujer muy hermosa, capaz de despertar el deseo en cualquier hombre, incluso en él.
Hanna se quedó de pie, mirando hacia el hombre que había elegido para ella, era mucho más guapo en persona que las revistas, y sin duda alguna, iba a conquistarlo, o dejaba de llamarse Hanna Montiel.—¿Así que pusiste tus ojos en Wilmer Nava? Yo creí que no te interesaba pescar a un hombre rico.—No te equivoques Carlitos, no son sus millones los que me atraen, aun cuando ese hombre se quedara en la ruina, entre los dos, volveríamos a forjar un imperio.—Sabía que eras vanidosa, pero veo que me quedé corto, creo que más bien, caes en el narcisismo.—Ja, ja, ja, ja, no me hagas reír, estás hablando por despecho, sabes que nunca te podrías comparar con él.—No, no me comparo con él, yo soy más guapo, solo que a él, le favorecen los millones, pero bueno, te deseo suerte, ojalá y logres que se fije
Danna entró temerosa en la delegación, era un lugar horrible, le suplicó al ministerio público para que dejaran salir a su hermana y ofreció pagar la multa, pero le dieron un rotundo ¡No!—Lo siento señorita, el reglamento no se puede romper, la señorita fue encontrada en una situación bastante comprometedora, cometer faltas a la moral en vía pública, además de intentar sobornar a un oficial de policía, no es algo que se deje pasar por alto tan fácilmente, voy a dejar que la vea unos minutos, pero no podrá volver a casa hasta que se hayan cumplido las veinticuatro horas.La dejaron pasar, si la oficina era un lugar feo, las celdas eran espantosas, era un pasillo frío, con paredes que alguna vez fueron blancas, pero estaban sucias y rayadas, sintió un escalofrío al ver a su hermana sentada en una banca dentro de la celda.—&ique
Danna sintió como un escalofrío recorrió su cuerpo, cuando Wilmer, al colocar su pie sobre el piso, rozó ligeramente su tobillo con el dedo pulgar, logrando que, con solo un pequeño roce, se le erizara la piel.—Eh… Lo siento señorita Montiel, es tarde, tengo que irme, continuaremos otro día, voy a estar dos meses en Monterrey y me daré un tiempo para ver por completo el funcionamiento de la tienda, con su permiso — Salió a toda prisa, discretamente, acomodó el bulto que había comenzado a crecer bajo su pantalón, él no era partidario de involucrarse con sus empleadas, pero sin duda esa mujer, era capaz de volverlo loco, sólo con mirarlo, y al notar como ella se estremecía al contacto con su piel, le indicó que ella también había sentido esa atracción sexual que no siempre se consigue, y menos, con alguien a quien apenas conoce
Cuando Danna sintió que el beso de Pablo estaba subiendo de intensidad, se empezó a sentir incómoda, ya no sentía lo mismo que hacía cuatro años, esa sensación de no querer que parara y de llegar a algo más que besos y caricias atrevidas, se había quedado en el pasado.—Pablo, lo siento, me tengo que ir —Lo empujó para separarlo de su cuerpo.—Hanna, démonos otra oportunidad, yo no te he olvidado, todavía te amo —Suplicó y Danna sintió pena por él, Hanna ya había puesto sus ojos en Wilmer Nava, y seguramente, ya no iba a querer nada con Pablo.—No sé, por favor, déjame pensarlo, en este momento, mi vida está muy complicada, perdóname, me tengo que ir.Subió rápidamente al auto y se alejó lo más rápido que pudo, cuando al fin llegó a su casa, se qu
Esa noche, Danna se fue a la cama recreando en su mente cada una de los acontecimientos del día, cerró los ojos y visualizó a Pablo, fueron cuatro años, en los que vivió añorándolo, deseando que no se hubiera ido, pero también soñando con que la eligiera a ella, por encima de Hanna, aunque eso no pasaría nunca, ningún hombre que hubiera conocido a su hermana, la elegiría a ella.Incluso sintió que Ricardo se impresionó al verla, vestida de manera más provocativa y con el rostro maquillado, el cabello voluminoso, le daba a Hanna, ese toque sensual, que ella no tenía, a veces se preguntaba si… ¿Habría alguien en el mundo que la prefiriera a ella? ¿Sin todo ese glamour y sensualidad de su hermana?«Caminaba por un pasillo largo, siguiendo el sonido de la música y el bullicio de la gente, cuando llegó hasta la puert
Hanna llegó al almacén muy temprano, tenía que revisar todos los pendientes, fue una suerte, que nadie hubiera notado, que la que estuvo el día anterior, no había sido ella.Los colaboradores comenzaron a llegar y el momento de abrir la tienda llegó, ella como siempre, realizó su recorrido, verificando que todo estuviera en orden para la apertura.—¿Me quieres explicar que pasó ayer? ¿Cómo le hiciste para estar en la cárcel y venir a trabajar al mismo tiempo?—¡Shhh, cállate! No hables tan alto, que no, nos conviene que nadie se dé cuenta, ven vamos a mi oficina —Carlos estaba impactado, le preguntaron por qué no había ido a trabar y él dijo que se había sentido enfermo, y cuando preguntó que quién había abierto la tienda, le dijeron que la Licenciada Hanna, como siempre, pero eso era imposible
Hanna salió a toda prisa hacia su encuentro con Pablo, estaba furiosa, por no haber podido llegar a más con Wilmer, pero muy satisfecha, porque había conseguido que se interesara en ella, ya solo era cuestión de tiempo y de mover muy bien sus cartas, para tenerlo comiendo de su mano, igual que todos sus amantes, sí, era inteligente y millonario, pero no dejaba de ser un hombre con instintos carnales.Llegó al restaurante de comida tailandesa, su favorita, nada como poder disfrutar, de dos de sus grandes placeres a la vez, la compañía de Pablo y una deliciosa cena.Desde que entró en el establecimiento vio a Pablo sentado en una mesa, se olvidó por completo de lo sucedido con Wilmer, para ella, Pablo era mucho más atractivo, se veía muy guapo con ese nuevo look, de ejecutivo casual, que adoptan los ingenieros, y que los diferencia por completo de los licenciados, que tienden a ser m&aacu
Hanna despertó muy temprano para ir a trabajar, ella ya había tomado una decisión y no iba a cambiar sus planes, y menos ahora que Wilmer ya había dado muestras de estar interesado en ella, ya era viernes y el sábado era la gran noche del evento de aniversario, miró su vestido y sus zapatillas, no tenía ninguna duda de que Wilmer, iba a caer rendido a sus pies.Se duchó y se vistió para ir al trabajo, como siempre, era la primera en llegar.—¡Buenos días Licenciada! —Saludó el guardia con una sonrisa extraña, siempre era amable, pero Hanna sintió algo raro en su sonrisa.Cuando entró en su oficina se dio cuenta por qué el guardia estaba tan extraño, un precioso buquet de flores en tono pastel, finamente colocado en un florero de cristal cortado se encontraba sobre su escritorio, ella sonrió anticipadamente, no era necesar