Mirando a los ojos a aquel hombre que había sido el amante de Amaia, Joshua mostraba fiereza e ira en su mirada, no estaba dispuesto a dejarla escapar, la encontraría, le haría pagar por lo hecho a su amada, aquel hombre alemán frente a él, lucia nervioso, sudoroso, por supuesto, Joseph había hecho ya de las suyas, sus aliados nada despreciables habían puesto de cabeza al líder de Flugel, Fritz era un hombre temido en sus territorios, su mafia, era una de las mas respetadas, sin embargo, su poderío no llegaba a tocar los talones del poderío de su hermano, Figlio Di Satana era un imperio demasiado fuerte y que ahora contaba con el resguardo de los Slorach y los Urrutia, realmente, y sabiendo bien que Joseph no descansaría tampoco en su búsqueda de Amaia, la rubia no tenia muchas opciones para esconderse, sin embargo, quería ser el quien la encontrase primero, la torturaría, la haría pedazos, la haría sufrir tanto que ni siquiera su alma después de morir pudiese estar en paz, no dejaría
Ferdinand pataleaba de emoción después de muchos días sin poder ver a su madre, Joseph sonreía complacido, por supuesto, no le había dicho al pequeño lo que realmente había ocurrido, tan solo le dijo que Isabella se había puesto un poco enferma debido a la impresión de creerlo perdido, todo finalmente volvía a acomodarse vuelta, aquellos habían sido días horrendos donde, por un momento, todo parecía perdido, mirando por el espejo retrovisor de su lujoso auto deportivo, sonreía al mirar a su hijo jugando con Zinerva, la hermosa niña tan parecida a su madre, había sido toda una heroína, rescatando a Ferdinand de su madre demencial, aun no decidía que hacer con respecto a Amaia, la rubia había escapado y se había salido de su radar, tenia que encontrarla y detenerla, pero, mirando a la niña inocente y valiente que le había devuelto a Ferdinand, meditaba si matar a su madre era en realidad una opción, aun cuando Zinerva había dicho no desear volver a su lado, la demente mujer seguía siend
El canto de las aves sonaba tranquilo, el paisaje era algo verdaderamente hermoso, regalaba a la vista un espectáculo de mil formas y colores que tenían de fondo a la belleza de las montañas, no sabia en donde se encontraba, aun sentía un dolor punzante que le atravesaba el pecho, había recibido un disparo, o eso era lo que le había dicho el hombre que aseguraba ser su esposo, también, aseguraba que estaba embarazada, comenzaba a dolerle nuevamente la cabeza, haciendo de nuevo un esfuerzo mas para recordar todo lo que había olvidado, el joven médico que la atendía, le había dicho que estaba sufriendo perdida de memoria que se derivaba del estrés post traumático que le dejo como consecuencia aquel evento que la tenia convaleciente, un enfrentamiento entre mafias, no tenía ningún recuerdo de su vida, no tenia idea con certeza de su identidad, tan solo tenia conocimiento de lo que le habían dicho, era igual a estar en blanco, completamente vacía y esa sensación era verdaderamente horroro
— Estamos en Alta Baviera, cerca del Lago del Rey al sur de Alemania…este, ha sido nuestro hogar siempre — respondió Joshua de nuevo demasiado convincente.Saliendo de aquella habitación que comenzaría a compartir con la mujer que amaba una vez que estuviese mas recuperada, Joshua decidió ir rápidamente al pueblo a comprar aquellos anillos, nadie sabia en donde se encontraban, ni siquiera su padre tenia conocimiento de aquel lugar, que había adquirido en su juventud para alejarse en ocasiones de todo lo que siempre lo aquejaba, en ese lugar, no era Joshua Harrington, solo un hombre como cualquier otro que usaba un apellido común para pasar desapercibido, aquel solo era un pueblo humilde, ni siquiera de demasiado auge turístico, alejado de las ciudades principales, era el lugar perfecto para mantenerla oculta y lejos de las manos de Joseph.Isabella, miraba por los grandes ventanales la hermosa vista de las montañas, sintiendo de nuevo ese horrible vacío que le decía una y otra vez qu
— Lo siento, no entiendo porque…de verdad no lo entiendo — dijo Isabella sintiéndose la peor de las mujeres.Joshua sonrió, aquella sonrisa rota lastimaba el corazón de la hermosa mujer. — No te preocupes, iremos poco a poco, por esta noche, solo déjame abrazarte — dijo Joshua sintiendo su corazón completamente roto.Tomando a la mujer a la que había amado durante demasiado tiempo, Joshua se sintió nuevamente herido, nuevamente derrotado, Joseph siempre seria, de manera consciente o inconsciente, el dueño de los afectos de Isabella.Un beso, un rechazo, un corazón herido, otro anhelando algo que sentía demasiado lejano, Isabella, extrañaba a Joseph, lo añoraba, aun cuando no lograba recordar si quiera su rostro.La mañana llegaba un día más, un día a la vez…el sol se colaba levemente por los ventanales y las finas cortinas de seda blanca, una semana más había transcurrido, Isabella, había mejorad bastante en cuanto a su estado de salud, pero, no podía decir lo mismo de su estado menta
El silencio se rompió, tal cual Joshua se había roto como un fino cristal en las manos de Isabella, en ese momento no era el temido y millonario Joshua Harrington, solo era un niño, un niño asustado, un niño herido, aquel llanto que no había podido derramar jamás, salía como una cascada desde sus hermosos zafiros, todo aquel dolor que llevaba años sin poder sacar desde dentro de sí mismo, había salido como un costal de arroz que finalmente había reventado, lloro por su madre, lloro por su hermano…lloro por si mismo…por todo aquello que le dolió y le seguía doliendo.Lluvia desde los ojos zafiro, por primera vez, Joshua aprendía a llorar, por primera vez, Joshua sacaba su dolor, por primera vez Joshua se entendió a si mismo…en los brazos de Isabella, finalmente, pudo sacar aquel largo sufrimiento.La noche había caído y el, como siempre hacia desde aquel día en que la secuestro, la observaba dormir hipnotizado por el vaivén lento y pasmoso de su tranquila respiración que se entrecorta
— Bien, espero que entiendas que debo corroborar que lo que me has dicho es cierto, por ello, te quedaras bajo el resguardo de Rodríguez y Franco mientras yo voy a dar un vistazo en ese lugar, si lo que dices resulta ser cierto, entonces vivirás otro día, si no, me asegurare que nadie mas vuelva a ver tu feo rostro — dijo Joseph con soberbia y enojo.Saliendo de aquella bodega, se subió a su camioneta, había una pista que seguir y esperaba, que Isabella estuviese donde Fritz le había dicho.— Iras conmigo, creo que se en donde se encuentra Isabella — dijo Joseph hacia Jaqueline quien asintió.— Quizás debas dejarme atender a ese pobre infeliz, por favor, dime que no se cercenaste el dedo — cuestiono la mujer con un deje de preocupación.— No lo hice, pero siempre funciona hacerles creer que si lo hare — respondió Joseph con una sonrisa.En Alta Baviera, Joshua de nuevo disolvía aquel fármaco en la bebida de Isabella, su joven médico lo miraba con desaprobación, el doctor del pueblo ya
— Lamento todo lo que te hice, lamento haber estado a punto de tomarte contra tu voluntad, se que tu lo sabes, sabes que te amo y te amare por siempre, por eso, antes de que Joseph llegue a asesinarme, quiero pedirte un favor…toca, toca para mi como mi madre una vez hizo, toca cualquier melodía como tu sabes hacerlo, se que ya lo has recordado todo, y lo lamento, tan solo desee mas que cualquier otra cosa, ser feliz a tu lado, te amo Isabella, y te voy a amar siempre, no te llevare a ningún otro sitio, nos quedaremos aquí a esperarlo, recibiré a la muerte con los brazos abiertos, ese es mi castigo por todo el daño que te he hecho — dijo Joshua dejando caer lagrimas desde sus hermosos ojos de zafiro una vez más, mirando a aquella mujer a la que amaría eternamente. Isabella lloro, dejo caer lagrimas de sufrimiento por Joshua y comenzó a tocar para él, la misma melodía que todo para Joseph el día de su luna de miel, corazón de niño, ambos lo eran, Joseph y Joshua no eran mas que un par