— Lo siento, no entiendo porque…de verdad no lo entiendo — dijo Isabella sintiéndose la peor de las mujeres.Joshua sonrió, aquella sonrisa rota lastimaba el corazón de la hermosa mujer. — No te preocupes, iremos poco a poco, por esta noche, solo déjame abrazarte — dijo Joshua sintiendo su corazón completamente roto.Tomando a la mujer a la que había amado durante demasiado tiempo, Joshua se sintió nuevamente herido, nuevamente derrotado, Joseph siempre seria, de manera consciente o inconsciente, el dueño de los afectos de Isabella.Un beso, un rechazo, un corazón herido, otro anhelando algo que sentía demasiado lejano, Isabella, extrañaba a Joseph, lo añoraba, aun cuando no lograba recordar si quiera su rostro.La mañana llegaba un día más, un día a la vez…el sol se colaba levemente por los ventanales y las finas cortinas de seda blanca, una semana más había transcurrido, Isabella, había mejorad bastante en cuanto a su estado de salud, pero, no podía decir lo mismo de su estado menta
El silencio se rompió, tal cual Joshua se había roto como un fino cristal en las manos de Isabella, en ese momento no era el temido y millonario Joshua Harrington, solo era un niño, un niño asustado, un niño herido, aquel llanto que no había podido derramar jamás, salía como una cascada desde sus hermosos zafiros, todo aquel dolor que llevaba años sin poder sacar desde dentro de sí mismo, había salido como un costal de arroz que finalmente había reventado, lloro por su madre, lloro por su hermano…lloro por si mismo…por todo aquello que le dolió y le seguía doliendo.Lluvia desde los ojos zafiro, por primera vez, Joshua aprendía a llorar, por primera vez, Joshua sacaba su dolor, por primera vez Joshua se entendió a si mismo…en los brazos de Isabella, finalmente, pudo sacar aquel largo sufrimiento.La noche había caído y el, como siempre hacia desde aquel día en que la secuestro, la observaba dormir hipnotizado por el vaivén lento y pasmoso de su tranquila respiración que se entrecorta
— Bien, espero que entiendas que debo corroborar que lo que me has dicho es cierto, por ello, te quedaras bajo el resguardo de Rodríguez y Franco mientras yo voy a dar un vistazo en ese lugar, si lo que dices resulta ser cierto, entonces vivirás otro día, si no, me asegurare que nadie mas vuelva a ver tu feo rostro — dijo Joseph con soberbia y enojo.Saliendo de aquella bodega, se subió a su camioneta, había una pista que seguir y esperaba, que Isabella estuviese donde Fritz le había dicho.— Iras conmigo, creo que se en donde se encuentra Isabella — dijo Joseph hacia Jaqueline quien asintió.— Quizás debas dejarme atender a ese pobre infeliz, por favor, dime que no se cercenaste el dedo — cuestiono la mujer con un deje de preocupación.— No lo hice, pero siempre funciona hacerles creer que si lo hare — respondió Joseph con una sonrisa.En Alta Baviera, Joshua de nuevo disolvía aquel fármaco en la bebida de Isabella, su joven médico lo miraba con desaprobación, el doctor del pueblo ya
— Lamento todo lo que te hice, lamento haber estado a punto de tomarte contra tu voluntad, se que tu lo sabes, sabes que te amo y te amare por siempre, por eso, antes de que Joseph llegue a asesinarme, quiero pedirte un favor…toca, toca para mi como mi madre una vez hizo, toca cualquier melodía como tu sabes hacerlo, se que ya lo has recordado todo, y lo lamento, tan solo desee mas que cualquier otra cosa, ser feliz a tu lado, te amo Isabella, y te voy a amar siempre, no te llevare a ningún otro sitio, nos quedaremos aquí a esperarlo, recibiré a la muerte con los brazos abiertos, ese es mi castigo por todo el daño que te he hecho — dijo Joshua dejando caer lagrimas desde sus hermosos ojos de zafiro una vez más, mirando a aquella mujer a la que amaría eternamente. Isabella lloro, dejo caer lagrimas de sufrimiento por Joshua y comenzó a tocar para él, la misma melodía que todo para Joseph el día de su luna de miel, corazón de niño, ambos lo eran, Joseph y Joshua no eran mas que un par
- ¡Hey Bianco! - saludaba Adriano desde la otra acera.Su largo cabello castaño ahora le llegaba ya debajo de sus tornados muslos, su belleza, no se había visto menos opacada por el embarazo, por el contrario, quizás, lucia aun mas radiante que nunca, eran ya dos largos meses los que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que Joseph había disparado una segunda ocasión a Joshua, nadie supo mas nada de este, era como si se hubiese desvanecido en la nada, como si no hubiese quedado rastro alguno de él, Joseph, aunque no se lo decía, lo echaba de menos, ninguno de ellos había vuelto a ser el mismo, todo había cambiado, y aunque eran muy felices, siempre quedaba esa espina enterrada en los corazones de ambos al no saber el destino final de aquel hombre de hermosos y demasiado tristes ojos de color zafiro.- Adriano, que gusto verte - saludaba la hermosa mujer.- No abra mucho tiempo para celebrar las fiestas, ya sabes, es el cumpleaños de ese necio y el Ferdinand también esta pró
- ¡Hey Bianco! - saludaba Adriano desde la otra acera.Su largo cabello castaño ahora le llegaba ya debajo de sus tornados muslos, su belleza, no se había visto menos opacada por el embarazo, por el contrario, quizás, lucia aun mas radiante que nunca, eran ya dos largos meses los que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que Joseph había disparado una segunda ocasión a Joshua, nadie supo mas nada de este, era como si se hubiese desvanecido en la nada, como si no hubiese quedado rastro alguno de él, Joseph, aunque no se lo decía, lo echaba de menos, ninguno de ellos había vuelto a ser el mismo, todo había cambiado, y aunque eran muy felices, siempre quedaba esa espina enterrada en los corazones de ambos al no saber el destino final de aquel hombre de hermosos y demasiado tristes ojos de color zafiro.- Adriano, que gusto verte - saludaba la hermosa mujer.- No abra mucho tiempo para celebrar las fiestas, ya sabes, es el cumpleaños de ese necio y el Ferdinand también esta pró
El olor salino del mar inundaba sus sentidos. La belleza de aquel paradisiaco destino era francamente inigualable. Aquel sueño era ciertamente una realidad, y poco o nada había pensado en Charles y sus planes desconocidos. Isabella se sentía tranquila, quizás, era tan solo por estar en aquel hermoso lugar rodeado de océano y tan lejos de su amada Palermo.Miraba a Ferdinand corriendo alegremente en la playa mientras no podía evitar pensar en lo diferente que era todo ahora. Habían sido momentos realmente duros, muchas veces no sabía si comerían bien al día siguiente entre el debate de pagar el arrendamiento o comprar una buena cantidad de despensa para sobrellevar el mes…ya no tenia porque preocuparse por ello.Joseph corría tras Ferdinand mientras ambos pasaban una agradable mañana de juegos en la arena; su amado Joseph le había pedido expresamente el relajarse y disfrutar de aquel momento sin pensar en nada ni nadie más, asegurándole que nada malo ocurriría con ello. Ferdinand se ha
Aquí retomamos la historia de Isabella y Joseph, ofrezco una disculpa. Soy J. I. López y actualmente no me encuentro bien, estoy atravesando un cuadro severo de depresión en el que he tenido que volver a medicarme pues soy maniaco depresivo crónica con tendencias sui cidas y estoy atravesando un muy mal momento. Le había pedido a una persona de confianza que estuviera publicando mis libros, pero en un punto (pues son varios) se confundió y publico mal, desde este punto sigue la historia normal, nuevamente les pido una enorme disculpa.Un nuevo día había amanecido y solo el canto de las aves rompía el silencio de aquella tranquila mañana. Isabella se levantaba después de aquella agitada noche que había tenido con su amado Joseph. Mirándose el anillo en su dedo, apenas podía creer que él se lo había propuesto.Estaba enamorada, aquello era un hecho, profundamente enamorada del hombre que yacía durmiendo a su lado con aquella expresión pacifica marcada en su hermoso y varonil rostro; hab