- ¡Hey Bianco! - saludaba Adriano desde la otra acera.Su largo cabello castaño ahora le llegaba ya debajo de sus tornados muslos, su belleza, no se había visto menos opacada por el embarazo, por el contrario, quizás, lucia aun mas radiante que nunca, eran ya dos largos meses los que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que Joseph había disparado una segunda ocasión a Joshua, nadie supo mas nada de este, era como si se hubiese desvanecido en la nada, como si no hubiese quedado rastro alguno de él, Joseph, aunque no se lo decía, lo echaba de menos, ninguno de ellos había vuelto a ser el mismo, todo había cambiado, y aunque eran muy felices, siempre quedaba esa espina enterrada en los corazones de ambos al no saber el destino final de aquel hombre de hermosos y demasiado tristes ojos de color zafiro.- Adriano, que gusto verte - saludaba la hermosa mujer.- No abra mucho tiempo para celebrar las fiestas, ya sabes, es el cumpleaños de ese necio y el Ferdinand también esta pró
- ¡Hey Bianco! - saludaba Adriano desde la otra acera.Su largo cabello castaño ahora le llegaba ya debajo de sus tornados muslos, su belleza, no se había visto menos opacada por el embarazo, por el contrario, quizás, lucia aun mas radiante que nunca, eran ya dos largos meses los que habían transcurrido desde aquel fatídico día en que Joseph había disparado una segunda ocasión a Joshua, nadie supo mas nada de este, era como si se hubiese desvanecido en la nada, como si no hubiese quedado rastro alguno de él, Joseph, aunque no se lo decía, lo echaba de menos, ninguno de ellos había vuelto a ser el mismo, todo había cambiado, y aunque eran muy felices, siempre quedaba esa espina enterrada en los corazones de ambos al no saber el destino final de aquel hombre de hermosos y demasiado tristes ojos de color zafiro.- Adriano, que gusto verte - saludaba la hermosa mujer.- No abra mucho tiempo para celebrar las fiestas, ya sabes, es el cumpleaños de ese necio y el Ferdinand también esta pró
El olor salino del mar inundaba sus sentidos. La belleza de aquel paradisiaco destino era francamente inigualable. Aquel sueño era ciertamente una realidad, y poco o nada había pensado en Charles y sus planes desconocidos. Isabella se sentía tranquila, quizás, era tan solo por estar en aquel hermoso lugar rodeado de océano y tan lejos de su amada Palermo.Miraba a Ferdinand corriendo alegremente en la playa mientras no podía evitar pensar en lo diferente que era todo ahora. Habían sido momentos realmente duros, muchas veces no sabía si comerían bien al día siguiente entre el debate de pagar el arrendamiento o comprar una buena cantidad de despensa para sobrellevar el mes…ya no tenia porque preocuparse por ello.Joseph corría tras Ferdinand mientras ambos pasaban una agradable mañana de juegos en la arena; su amado Joseph le había pedido expresamente el relajarse y disfrutar de aquel momento sin pensar en nada ni nadie más, asegurándole que nada malo ocurriría con ello. Ferdinand se ha
Aquí retomamos la historia de Isabella y Joseph, ofrezco una disculpa. Soy J. I. López y actualmente no me encuentro bien, estoy atravesando un cuadro severo de depresión en el que he tenido que volver a medicarme pues soy maniaco depresivo crónica con tendencias sui cidas y estoy atravesando un muy mal momento. Le había pedido a una persona de confianza que estuviera publicando mis libros, pero en un punto (pues son varios) se confundió y publico mal, desde este punto sigue la historia normal, nuevamente les pido una enorme disculpa.Un nuevo día había amanecido y solo el canto de las aves rompía el silencio de aquella tranquila mañana. Isabella se levantaba después de aquella agitada noche que había tenido con su amado Joseph. Mirándose el anillo en su dedo, apenas podía creer que él se lo había propuesto.Estaba enamorada, aquello era un hecho, profundamente enamorada del hombre que yacía durmiendo a su lado con aquella expresión pacifica marcada en su hermoso y varonil rostro; hab
En la ciudad, Charles miraba aquellas fotografías de su ex novia, aquellas que tan feliz había compartido en su red social anunciando con felicidad sobre su compromiso. Cerrando con violencia la pantalla Charles supo que el tiempo se estaba terminando…e Isabella y su hijo debían marcharse con él, por los buenas…o por las malas.Apretando los puños, Charles nuevamente miraba aquellas imágenes donde la desbordante felicidad de la pareja parecía hacerlos brillar. Habían viajado a escondidas, se habían también comprometido y eso tan solo lograba frustrarlo y enfurecerlo aún más. Estaba dolido, molesto, y nuevamente el arrepentimiento de haber abandonado a Isabella estando embarazada lo golpeaba duramente, ¿Cómo habían llegado a este punto? Era obvio, todo era su culpa, pero aún así no estaba dispuesto a aceptarlo.Encendiendo el televisor, lo primero que el noticiero matutino tenía para mostrar era la noticia sobre el compromiso del importante hotelero italiano, la ciudad entera parecía
En la vida de un niño inocente brilla la ilusión, el mundo de los sueños a menudo se confunde con la realidad, y solo las ensoñaciones más hermosas tienen lugar. Todo es pureza, todo es inocencia, no hay espacio para el dolor y el sufrimiento...al menos no porque el inocente lo provoqué.Los adultos a menudo se olvidan de lo que alguna vez fueron, y como el dolor de sus ilusiones rotas les causaron un daño, quizás, irreversible. Un niño que es despojado de su felicidad nata y es arrojado a temprana edad a los brazos del sufrimiento y la injusticia, está condenado a ser un adulto incapaz de encontrar su propio camino, de tener amarguras y olvidar lo que una vez fueron los sueños...y aquello era lo que Isabella temia más que le ocurriera a su hijo. Estaban en aquella oficina, Isabella sostenía firmemente a su hijo en sus brazos. Estaba hecho, el resultado era exactamente el que ya se esperaba, pues aunque le doliera, el ADN no se equivocaba, y Charles Smith era el indudable padre bioló
—¡Mira papi! ¡Es un perrito! —Todas las luces de aquella mansión estaban ya apagadas, y tan solo podía apreciarse la penumbra en cada rincón del lugar.—Cariño, no corras, vas a caerte —Todos los sirvientes, como era habitual desde hacia varios años, se habían retirado a sus hogares; era una regla que no debía de haber nadie en aquella mansión después de las nueve de la noche.—Tristán, Genoveva, es hora de regresar —El ambiente siempre lúgubre, se sentía además demasiado triste, como si la esperanza se hubiese perdido para siempre, como si en aquellos rincones nunca más volvería a entrar la calidez de la luz del sol.—Pero papi, quiero ver a los perritos —Los ojos grises de tormenta miraban con pesar a aquellos azules tan similares al color del mar, añorando regresar a esos tiempos felices en donde todo parecía ser perfecto.—Vamos mi niño, volveremos mañana, lo prometo —Congelando la imagen de aquella reproducción de video que Joseph Harrington miraba en completa soledad, pudo
Casi cuatro años atrás… —¿Crees que este es un maldito juego? ¡Demonios! ¡Mis padres van a matarme si se enteran! —Un hombre de cabello oscuro gritaba completamente fuera de sí, mientras una asustada Isabella lo miraba con una mezcla de dolor y decepción mientras sostenía en sus manos una prueba positiva de embarazo.—Charles…—¡No! Ni creas que con esto ya aseguraste el ser mi esposa, eres una arpía mentirosa, ¡Me dijiste que te estabas cuidando! ¡No puedo ser padre a esta edad! ¡No he terminado mis estudios! Además, ¿Crees que voy a cambiar mi estilo de vida para en su lugar cambiar pañales? ¡Estás loca! — dijo Charles mientras tomaba por el cuello a Isabella y la arrojaba sobre la cama de aquel pequeño departamento.Las lágrimas comenzaron a brotar desde los ojos de Isabella, quien no podía creer que el mismo hombre que le había prometido amarla incondicionalmente, a quien le había entregado su virginidad y que era tambien su prometido, la estuviese tratando de tan horrible maner