Capítulo 100

Me siento como una niña pequeña recorriendo lugares muy bonitos desde mis ojos, es como si fuera una niña que observa a un vendedor de globos de muchos colores y los quisiera todos en solo segundos. Camino, corro, sonrío y rio al mismo tiempo, abro mis brazos de par en par, sintiendo la brisa, el sol y todo lo que Paris me brinda. Al ver una fuente me subo al borde de esta y comienzo a caminar, no tengo temor de caer al agua, estoy feliz de estar acá, de ver y conocer, sí, soy una niña pequeña.

Me detengo y cierro mis ojos, una sonrisa se forma en mis labios y dejo que todos los sonidos de la ciudad se adentren a mi mente para que al volver a casa se mantengan grabados en ella. Al abrirlos lo veo, allí, delante de mí, tiene una sonrisa en sus labios y un enorme algodón de azúcar en su mano, bajo del borde de la fuente y me acerco a él, ese impulso me llega como siempre al tenerlo cerca y planto mis labios en los suyos.

Ese dulzor, ese cosquilleo, esa

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