Capítulo 5

— ¡Arlie!, Amiga, necesito urgentemente tu ayuda en estos momentos —me alejo después de escuchar que le contestan la llamada.

Me mantengo a un par de metros de ella dándole su espacio para que pueda hablar con calma, en lo que tarda en hacerlo no puedo evitar analizar lo que me dijo. Estoy sorprendido por su manera de desenvolverse, es como si fuese completamente abierta de mente, y no sé cómo sentirme con eso. Nunca me había encontrado con una mujer así.

Estoy acostumbrado a ver mujeres más gentiles, menos volátiles como lo es esta chica. Observo como enrosca si dedo en uno de sus rizos mientras habla por teléfono, me encuentro atraído por el tono de su voz.

Hay algo en ella que me hace preguntar que la trajo aquí. Aunque viéndola, y comprendiendo que normalmente las personas que vienen aquí son alborotadores que vienen cuando se presenta algún desorden público, no me extraña.

Además, si sumamos la manera en que está vestida, con un escote pronunciado a raíz de una blusa negra seguida de una falda gris que acentúa demasiado bien sus piernas. Para luego seguir por unos tacones aguja del mismo color que la blusa. Trago de manera audible, ya que por primera vez en mucho tiempo me siento atraído hacia una mujer. He estado muy ocupado en el trabajo y mis noches de desvelo como para preocuparme en estar con una mujer.

Para otros puede sonar estúpido que un hombre como yo aún siga manteniéndose sin haber experimentado una relación sexual. No siento que sea algo de lo que sentirme avergonzado, pero el solo hecho de ver a esa mujer ser tan abierta en ese sentido, me da la leve impresión de que ella es muy experimentada en ese aspecto.

Ahí es cuando me siento mal por no haber experimentado esas cosas en el pasado.

«Después de todo, como una mujer que ha estado con muchos hombres en el transcurso de su vida, estará dispuesta a estar con alguien que no ha tenido relación alguna. En todo la expresión de la palabra, ni una relación estable ni una sexual», aparto esos pensamientos de mi mente.

Es increíble como esta mujer fue capaz de generarme dicha incertidumbre. No sé si es su cuerpo o su manera de hablar. Solo sé que hay algo en ella que impide que pueda apartar mi mirada de ella. Quizás es su cabello cobrizo, pero si es físico o una vibra que me hace pensar de esta manera no estoy seguro.

—Ya terminé muñeco —su voz me hace despertar de mis pensamientos—, aunque no tengo ningún problema en que me digas viendo si eso es lo que deseas.

—No diga tonterías, señorita, solo estaba vigilando, por si no se ha dado cuenta ese es mi trabajo —le digo inmediatamente evitando caer en su trampa—. Cómo ya hizo su llamada, no es necesario que siga afuera, por lo que he de encerrarla nuevamente en su celda.

—Pero si yo quiero estar contigo un poquito más, ¿No me puedes complacer con esa fantasía? —se acerca un par de pasos hacia donde me encuentro.

—Le recomiendo que se aleje señorita, estamos en la jefatura. No en su casa o en cualquier lugar donde pueda perder el control de lo que sea que esté pensando.

— ¿Cómo sabes lo que estoy reflexionando? ¿Acaso tus pensamientos van por el mismo lado? —se mantiene en su sitio, pero cuando ladea el rostro logro vislumbrar algo que no había notado antes. Un tatuaje—. ¿Y con lo de estar en mi casa…?

—Señorita, si sigue cruzando los límites de lo que es estrictamente necesario, me tendré que ver en la necesidad de usar la fuerza, y eso es algo que no deseo usar con usted —mantengo mi voz firmé, pero no puedo evitar dar un leve vistazo al ave que se encuentra dibujada en su cuello, esa que antes estaba cubierta por su cabello.

—Si eres aburrido, pero eso no impide que quiera ir más allá. Para romper esos límites de los que tanto hablas —respiro con tranquilidad cuando veo que se acerca hacia donde se encontraba antes.

La sigo hacia su celda, para luego abrirla para permitirle la entrada. En cuanto entra se gira en mi dirección, pero lo que me transmite a través me desequilibra por completo, es algo con lo que no me había encontrado previamente. Pasión.

No recuerdo cuando fue la última vez que una mujer me vio de esa manera, ni siquiera recuerdo si hubo una en algún momento. Eso es lo que tiene pensando, a la vez que intrigado, como jamás lo había estado en la vida. A pesar de las diversas emociones que me encuentro experimentando, debido a mi entrenamiento estás, no se muestran en mi rostro.

Regreso a donde me encontraba, con la intención de alejarme lo más que puedo de dónde ella se encuentra. Con el pasar del tiempo más personas entrar algunas para quedarse y otras para buscar a las que se encuentran aquí. Aunque notó un hecho extraño, y es referente a la pelirroja.

Percibo que desde la otra celda; la de caballeros. Se encuentra un joven que la ve en varias oportunidades, pero no es una mirada de deseo como puedo notar en los demás, está, es diferente.

Por lo que llego a la conclusión que hay cierto parentesco en ellos, pero al ver cómo ella no le dirige la mirada en algún momento, me hace dudar de la veracidad de este argumento que tengo en mí.

Aparto mi mirada de él, el tiempo suficiente como para escuchar que suena el teléfono fijo que se encuentra sobre mi escritorio.

—Hombre, vinieron a buscar a una de las mujeres que se encuentra en el interior —asiento, a la vez que traslado mi mirada hacia ese lugar, encontrándome con que actualmente se encuentran dos mujeres en ella—. Ya pagaron la fianza por lo que voy a abrir la puerta para estos puedan entrar a buscarla.

—Está bien —le digo a la vez que me levanto esperando la llegada del civil.

Saco una caja que se encuentra en la parte inferior de mi puesto de trabajo. Ahí se encuentran las pertenencias personales de cada una de las personas que, por una u otra razón, llegan hasta acá.

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