Brock
— ¿Sabes que no tienes que hacer esto, verdad? — me pregunta ella tranquila mientras me ve atentamente.
— Lo sé... pero quiero hacerlo, me encanta hacerlo— le indico, depositando un beso en su hombro y ella sonríe contenta mientras la ayudo con su baño.
Mi esposa había estado teniendo unos días complicados, luego de la felicidad de conocer a su prima, había caído en un estrés luego del atentado, y por nada del mundo deseaba verla así menos en su estado. Habíamos pasado los meses más largos de mi vida como para que justo llegáramos aquí y todo se complicara.
Para ser sincero, no quería pensar en el futuro todavía, me conformaba
Naiara Recibí un llamado de uno de los criados y me fui corriendo. En lo que llegue al piso dónde estaban nuestras habitaciones, me di cuenta de que algo malo estaba pasando. Mi prima era extremadamente querida y podía ver la angustia de todos. —¡Azaleia!— dije en voz alta y me arrodillo a su cama. —Naiara, por favor, busca a mi esposo— me decía ella con voz trémula, y luego sollozaba de dolor. Cuando de repente un señor se me acerco y luego hacer una reverencia se presentó como uno de los curanderos y me dice llamándome aparte. — La señora ha tenido dolores y un poco de sangrado, pareciera estar en trabajo de parto y estamos muy preocupados, aún le faltan un par de semanas… no sabemos si está bien del todo— yo hablo con él en susurros y escucho los sonidos desesperados de mi prima de fondo. —¿Cree que están en peligro ella y el bebé? — siento cómo mi corazón late apresuradamente mi pecho. — Lo siento princesa, es difícil de saber… pero a la Duquesa le espera una larga noch
Azaleia — Aún no puedo creer que tenga una prima, pensé que jamás la tendría y me quedaría solo en esta familia— dice Roldán, contento viendo a la pequeña Marchelina en los brazos de su tío Brock, mientras toma la pequeña mano de mi hija. — Yo tampoco— dice mi esposo viéndola con cariño. Han pasado ya un par de semanas y mi esposo no se ha separado de nuestra hija en casi ningún momento. Cuando me despierto él está ahí tomándola en brazos, en reuniones de señores aparece con ella cargándola, sin importarle absolutamente nada. Cuando Dashi y la revisa y la acomoda, él está ahí atento. Mi querida amiga del este le había dicho que era creencia en su pueblo qué los bebés mejoraban si estaban en constante contacto con su familia, y como Marchelina había nacido prematuramente, él no la soltaba. — Eres la niña más hermosa del mundo. Sí, sí, sí, lo eres claro que sí. Mi Marchelina— le decía él encantado, acunándola, dándole suaves besos en la cabeza y en el cabello. Mi pequeña prince
Naiara Mi señora Sindri solía decir que era difícil ver lo bueno que estaba frente a nuestros ojos, cuándo había tantas cosas que nos preocupaban, rodeándonos cómo pequeños buitres, invisibles, qué nos hostigaban, y nos empañaban nuestra buena noche. Tenía que ir a Sarassea y jugar mi honor, quizás agachar la cabeza ante otros señores, hacer lo posible para salir con un buen matrimonio, uno que no deseaba, pero que parecería no tener otra opción. Pero además tenía tiempo, y lo aprovechaba, hablaba con Azaleia, de su vida, de su futuro, sostenía a mi sobrina. Sin duda yo era muy afortunada, y estaba segura de que en los difíciles momentos que iban a venir. Yo recordaría las tardes alegres viendo a los lobos correr, Ónix siguiendo a sus padres como un cachorrito, Azaleia contándome del palacio imperial, de su cuidador el Duque, de los caminos que había visto en el Imperio, mientras que con cariño, yo mecía a la pequeña Marchelina entre mis brazos. Azaleia, Dashi y los gemelos Ga
Layne — Los volveremos a ver princesa... realmente esto será solo un hasta luego— le digo yo tratando de animarla. Los días pasaron muy rápidamente y cuando menos nos dimos cuenta ya teníamos que partir de Haggard y retomar de nuevo el bosque para llegar hasta el templo. La despedida fue tremendamente difícil, mi princesa, su prima, su sobrina, e inclusive Brock, Roldán y su madre, todo se habían atado muchísimo a Naiara. Y ella les devolvía ese sentimiento con creces. Hubo lágrimas, abrazos desesperados, y muchas promesas. Naiara había llorado mucho y todavía lo hacía, a veces de noche o cuando cree que nadie la está viendo, abrazando a su lobo, pero yo tengo una mirada atenta en ella. Lamentablemente, no habíamos conseguido un buen partido para ella entre los nobles, digo lamentablemente, aunque para mí era una fortuna, quizás sí, quizás no. Yo hubiese preferido que ella tuviste un esposo dentro de la nobleza de Aveyron y no tener que ir afuera del imperio. Para mejorar nues
Layne Estaba tan obsesionado con todos los posibles peligros proveniente emperador, qué no conté con otro tipo de amenazas. Se escuchó como un rugido aterrador, eso fue lo primero que noté. Estaban algunos de nuestros hombres descansando en un costado de la montaña, cuándo volteé para todos lados buscando a mi princesa. Los soldados estaban revisando las periferias con cuidado, mientras otras atendían las provisiones en nuestro pequeño descanso, cuando empecé a entender lo que sucedía, y por supuesto, cómo en todos los imprevistos de la naturaleza, me había dado cuenta cuando era muy tarde. Parte del tope de la montaña se desparramaba hacia abajo, caían grandes cantidades de tierra, lodo, y lo que era peor... grandes piedras. Por supuesto que bajaban a una velocidad aterradora y era imposible tomar previsiones aun con el sonido tronador que provocaban, como si el mundo mismo se cayera. Por un momento, vi como si apareciera una cortina marrón, directo dónde estaba nuestro pequeño
Naiara El camino se había detenido y todavía había sido mucho más lento de lo que pensábamos. Tener la vida en un hilo era parte de vivir en este imperio, pero más aún si eras un noble importante. Y yo lo había empezado a entender. No era mentira lo que había dicho, había escuchado la voz de mi caballero oscuro a cada momento, y era lo que me había mantenido atenta, con fe y esperanza de que me sacaran de repente, bajo ese tumulto en el que me encontraba, sentía mis ojos pesados, sin poder abrirlos, y como si de repente la tierra me fuera tragando poco a poco. Creo que por un momento me dormí, perdí la conciencia brevemente, hasta que sentí que me movieron, había sido jalada y con dificultad, intentaban reanimarme, hasta que, con tierra en mis ojos, volví a sentir el sol en mi cara. Layne... había sido, perfecto. Más que perfecto, ¿había alguna palabra escrita o pensada, o si quiere imaginada cuando algo es mucho más que perfecto? Cuándo por más que lo intentes no ves un error, a
LayneYo estaba realmente sorprendido de todo lo que nos rodeaba y lo primero que sentí era que mi princesa no había tenido todo lo que merecía, en ningún momento de su vida. Comodidades, riqueza, seguridad hasta en el más mínimo detalle, espacios llenos de belleza y maravillas, como si fuera casi un lugar mágico.Por supuesto que él quería mucho más tiempo con ella, se podría decir que era su privilegio debido a que él era el anfitrión. Y además de eso, había que sumarle todo el tiempo que ella pasaría alrededor de otros señores. Nada de esto me traía pensamientos felices.Se acercaba la hora de la cena y yo me dispuse acercarme sus habitaciones, prácticamente no estaban casi separadas y yo me
Naiara Parecía que aquí en Sarassea comenzaba mi objetivo, para todo aquello, a lo que yo me había preparado por tantos años desde que era niña. Dashi junto a criadas me ayudaban a arreglarme, y ya el rey había llamado a varias costureras para que me diseñaran todo un guardarropa para estas presentaciones, así como zapatos y joyas. Dashi me decía que no me extrañara, de que para el final del día, hubiese cinco o diez veces más de todo esto, de parte de los otros candidatos. Ya me había colocado uno de los vestidos que me había mandado a hacer mi prima y Nicasia. Al contrario de la mayoría de mi vestimenta, esta era predominantemente blanca con algunos destellos en plateado, era realmente hermoso y arriba tenía una pequeña capa negra de terciopelo para que mi cabello contrastara. Estaba en otro salón, aún más llamativo, el techo tenía encima una especie de cúpula y estaba pintado de diferentes tonos de azules hasta llegar al más oscuro donde se dibujaban lunas y estrellas. Cuando