Entró en la morgue como si fuera un huracán. Hasta las mesitas auxiliares se apartaban a su paso, los trabajadores lo observaban con sorpresa, no sabían si veían a un ser humano o un animal a punto de cargar. Pocas veces en su vida había dejado que el monstruo saliera, esta era una de esas veces.Interrumpió dentro de la sala sin pedir permiso. El olor a productos de limpieza le golpeó la nariz, pero no lo olía, no sentía, toda su concentración estaba en su objetivo.Su buen amigo lo había visto así una vez y no le quedaban ganas de volver a enfrentarse a esa mole irracional.— ¿Dónde está Ian? — rugió.— El cadáver está aquí — le señaló una mesa metálica donde había un adolescente abierto en canal.— ¿Cómo murió? — lo vio hace unos días, en el interrogatorio masivo del instituto. Había solicitado una orden formal para llevarlo a comisaría, hoy mismo le llegaría el comunicado. Era el que llevaba el cartel de eslabón débil con letras fluorescentes.— Devorado desde el interior — el doct
— Buenos días, agente Freire — había bullicio a su alrededor, la campana del recreo acababa de sonar. — Tengo que hablar con usted a solas — cerró la puerta del despacho, — últimamente está muy ocupado. — No es para menos, los padres siguen exigiendo compensaciones por lo del registro y hace un rato me acaba de llegar el aviso de la muerte de otro de nuestros muchachos — empezó a agarrar papeles sin orden, como intentando aparentar que tenía mucho trabajo. — Tengo que organizar una charla por el tema de las drogas y enviar un montón de papeleo para que nos adjudiquen más psicólogos; la que tenemos está al borde de un colapso. — Creo que la charla llega tarde — Freire no tenía prisa, se sentó en la silla y vio la expresión de alarma en la cara del director. — No me lo recuerde, cada vez que lo pienso — se sentó dándose por vencido, — siempre he presumido de buenas prácticas en mi instituto. Cuando un alumno me avisó del olor a marihuana me puse a mover a los profesores y coloqué más
Estaba frente a una puerta que ya conocía, esperó a que la mujer de servicio lo atendiera y lo dirigiera al salón, como lo hizo la otra vez. En esta ocasión estaban tanto la señora Diana cómo el señor Imanol, los dos lo esperaban de pie.— Buenos tardes — dijo Freire —. Lamento llegar tarde.— Y yo — respondió el señor Imanol con voz fría —, lamento verle en estas circunstancias, sin embargo, necesito confirmar que lo que aquí se cuente no salga de este lugar.— ¿Disculpe? — Había tratado más veces con gente adinerada, pero después de ver la buena disposición de Diana, no se imaginó que su marido pondría cláusulas a su reunión —. Esto es una investigación, soy detective no un periodista. Toda la información que pueda encontrar se verá reflejada en un informe policial.— Debe tener en cuenta mi posición social — levantó un poco el mentón intentando mostrar superioridad —. No debe descubrirse que mi hijo ha estado jugando con drogas, mi posición se vería afectada.— Señor Álvarez — cogió
Había quedado con Armando, pero no tenía ganas de verle, sabía que, si lo hacía, pagaría con él todo su mal humor y eso no era justo. Armando era un buen hombre y siempre estaba a su lado, pasara lo que pasara, incluso cuando se comportaba como un capullo.Tampoco quería irse al hostal, pese a que era noche cerrada, no deseaba encerrarse en un cuarto claustrofóbico donde las ideas golpeaban sin cesar. No, ahora necesitaba respirar.Dejó el coche a un lado de la carretera, desde allí vio un pequeño muelle sobre el río. Se notaba que había vivido mejores tiempos, la humedad había hinchado la madera, el paso constante de los años la había agrietado; era casi un milagro que se mantuviera en pie. Anduvo despacio, con precaución, temiendo que en algún momento el peso de su cuerpo cayera al fondo del río.El aire primaveral acariciaba su rostro y llenaba sus pulmones. Se sentó en el borde, así como hubiera hecho cualquier adolescente o niño; cerró los ojos y dejó que el puzzle danzara sobre s
Eran las ocho y media de la mañana cuando recibió una llamada de Carlos. La bolsa de Ian había dado positivo en drogas y querían acudir a primera hora a interrogar a los padres, como la muerte del muchacho estaba ligada a su caso, lo adecuado es que fueran juntos. Así que era hora de moverse.Había programado tomarse uno de los deliciosos cafés de Armando, pero estaba demasiado lejos; así que se fue a la cafetería más cercana y se tomó aquella cosa a la que ellos llamaban café, era aguado y sin sabor, pero hizo bien su trabajo.La casa de los padres de Ian, estaba al fondo de la calle Alex. Entraba dentro del territorio de las casas baratas, pero estaba en muy buenas condiciones; se habían hecho reformas hace poco, si no fuera por la zona, cualquiera diría que pertenecía a una parte más enriquecida del pueblo. El jardín estaba lleno de flores y en la puerta principal había un coche bastante mejor que el suyo. La familia debió de tener unos principios difíciles, la suerte les había sonr
Los resultados de la botella de Ian acababan de llegar. Realizaron varias pruebas de toxinas y venenos, todas ellas negativas, era simple agua del río. Le envió la información al forense tal y como le había prometido; este tampoco había tenido mucha suerte, sus compañeros de profesión estaban atónitos. No encontraban una respuesta razonable para la autopsia; incluso alguno, había viajado a propósito para ver el cadáver antes de que fuera enterrado .El resultado del líquido negro que se encontró en el interior, tampoco dio mucha luz. Lo único que les pareció extraño, es que había restos de escamas negras, como si alguien hubiera picado un pez y hubiera dejado los restos en su interior. El forense, que era muy cabezota, le había enviado una muestra de las escamas a un amigo suyo, esperando que pudiera indicar a qué tipo de pez pertenecía, no tenía muy claro si podía ser una pista, pero no quería dejar ningún cabo suelto.El caso parecía estancarse, le quedaban pocos hilos de los que tir
Después de revisar la carpeta que le había ofrecido Candela, y buscar información sobre alguno de los muchachos que habían enfermado, empezó a realizar llamadas. No todas fueron amables, pero localizó a un muchacho al que le habían realizado multitud de pruebas. Concertó una cita con sus padres para ese día, necesitaba alguna pista. Encontró una plaza de aparcamiento vacía justo enfrente de los jardines, se apeó del vehículo y caminó hacia el ayuntamiento, desde donde estaba pudo ver un banco de piedra enorme; allí había una pareja con un adolescente que jugaba y corría como si fuera un niño pequeño.— Buenas tardes — este no era el mejor escenario para hablar, sin embargo, ellos habían insistido, al parecer no cambiaban su rutina por ningún motivo.— Buenas tardes, agente — respondió la pareja al unísono.— Me gustaría hablar de su hijo, André — vio cómo los padres cogían aire, movían los hombros y colocaban su coraza —. Enfermó hace un par de meses.— Efectivamente — respondió el pa
El otoño acababa de llegar a Bardgo. El verano había dejado hermosos recuerdos, la cuerda que habían colgado en una de las ramas de un árbol desde la que se lanzaban al agua; los paseos en barcas o kayaks para recorrer el río e ir haciendo pequeñas paradas para darse un buen chapuzón; las carreras de natación y piragüismo. El verano estaba lleno de vida.Ian, Ela, Val, Chari, Rafa y la nueva adquisición, Luis, solían ocupar la zona más alejada, allí donde podían hablar de sus asuntos sin que nadie los escuchara, les gustaba sentirse mayores, aunque no lo fueran.Luis era un joven fuerte, adinerado y muy alocado que no paraba de hacerle ojitos a Eli, y esta parecía encantada con tanta cortesía, sin embargo, no le permitía ir más allá; una sonrisa, una mirada, pero ya está. Luis había intentado declararse varias veces, e incluso, le había insinuado que fueran pareja, pero ella siempre respondía con una negativa o con una evasiva. Estaba claro que a ella no le interesaba, pero él no se da