— James, no es lo que piensas —comenzó Sean, intentando mantener la compostura—. Tú eres homosexual, a ti te gustan los hombres, y que te sientas atraído por mí no quiere decir que yo tenga que sentir lo mismo.James notó el titubeo en la voz de Sean, la manera en que sus palabras parecían forzadas, y no dejó pasar la oportunidad de presionar.— ¿Por qué me miente? —replicó James, su tono se volvía más insistente—. Cuando lo besé en el bar, usted pudo haberse apartado de mí, incluso golpearme ya que estábamos fuera de la universidad, y no lo hizo. Se dejó besar.Sean sintió un nudo en la garganta. Sabía que James tenía razón, pero admitirlo sería cruzar una línea que había intentado mantener clara.— James, con respecto a ese tema...— No voy a olvidarlo, profesor —lo interrumpió James, su mirada intensa y llena de determinación—. Porque siento que usted sí desea algo más allá de lo correcto. Entonces, dígame, ¿usted se sentía atraído por ese profesor?Sean se quedó callado, sus dedos
ra lunes por la mañana y Sean había dado su primera clase, para beneficio de él, no había visto a su James aún y no tenía que continuar con aquella conversación que se había quedado a medias y con muchas cosas por decir.Dejaría atrás su pasado y se dedicaría únicamente a los planes de boda con su prometida, nada ni nadie podía cambiar su estabilidad que tanto había luchado por conseguir. ¡Él jamás le sería infiel a su novia! Menos aún con el pensamiento, porque, James no era sólo su estudiante y que se preocupara por su bienestar no era excusa para cometer un acto tan sucio.Entrando en el baño de profesores, miró su reflejo en el espejo, tenía unas ojeras terribles bajo sus ojos, y es que en todos aquellos años jamás se vio tan estresado como lo estuvo el fin de semana y excusándose que podrían ser producto a la boda, abrió el grifo, echándose agua en el rostro, intentando refrescarseEl rebote de unos nudillos en la puerta, lo hicieron mirar sobre su hombro. Cogió unas cuantas toa
James miró sus uñas, pareciendo desinteresado, por dentro estaba implorando el que todas aquellas palabras pudieran ser revertidas, porque no quería que Sean lo odiase de aquella manera. De igual forma, su expresión lograba enojar más al hombre y es que parecía por completo inmune a sus palabras.— ¡Lo más sorprendente es que ni siquiera lo lamentas! — Prosiguió, sintiendo un increíble nudo en su garganta—. Siempre creí que podría ignorarte, pero es imposible, tengo que soportarte aquí y también en el bar.James frunció los labios, entrecerrando los ojos fijos en los contrarios. Notó como, Sean parecía estarse conteniendo por dentro. Y aquello tan sólo lo hizo inspirar con fuerza. Por supuesto que no estaría dispuesto a que, todo se fuera a la mierda.Desviando su mirada, James mordió su labio. Por completo seguro de su siguiente paso.— Usted no me entiende — respondió, pareciendo seguro.Sean mantenía su ceño fruncido, y vio cuando James se acomodó en el pupitre—. Y ya que hablamos
— Sólo intento ayudarte — calmó el menor, sus cejas disparadas hacia arriba cuando metió su mano dentro del bóxer del pelinegro, envolviéndola en la dura polla—. Digamos que esto también es parte de mi fantasía.— Tú no... Oh, joder. Tú no puedes hacer esto.James frunció los labios con diversión y liberando la erección de las ropas, volvió a relamer sus labios. Admiró con ojo crítico aquel pedazo de carne. Pensó que era mucho mejor que en sus sueños y jadeó al darse cuenta de que aquella era la pura realidad.Dándole una sacudida, sintió como el cuerpo de Sean se tensó por completo y tomando el suficiente aire que sus pulmones requirieron en aquel momento, elevó su mirada y la clavó en la contraria.Los ojos expresivos y lindos del señor Dante, mirándolo con perplejidad. Parecía confundido, enojado y a su vez, ansioso. Aquello último fue suficiente para el castaño, quien, con una última y sincera sonrisa, habló.— Prometo ayudarte con esto, Sean. Tú sólo disfruta.— No, J-James.Y si
Las palabras de James habían sido por completo estimulantes para él y no lograba comprender cómo después de todo, había caído en su trampa. Estuvo previniendo que algo de aquella magnitud ocurriese, durante mucho tiempo; y ahora no evitaba pensar que lo había mandado todo por la cañería del inodoro. James había conseguido lo que siempre había deseado y Sean no había objetado ante ello. Quizás lo hizo en un principio, pero una vez que su pene traspasó aquella barrera cubierta por un par de carnosos y provocativos labios rosados, no supo qué demonios hacer, más que disfrutar como su alumno le había pedido.Ahora se sentía más avergonzado, quizás tanto como cuando observó a James tragar su semen, gota a gota. Y es que no podía ver la cara de su prometida después de aquel fatal y prohibido encuentro. ¿Qué podría decirle? "Cariño, ¿recuerdas al chico malo de mi salón? Bueno, dejé que me hiciera una fabulosa mamada ayer, espero no te importe" ¡Por supuesto que no!Sean estaba por volverse l
Cuando cayó en cuenta de la frase que había abandonado su boca, Sean se vio obligado a desviar su mirada. Él no quería que James notase su deseo implícito a que aquella cuestión se volviera realidad, porque demonios, era una oferta tentadora. Debería mantenerse fuerte y hacer lo que había planeado antes de salir de casa.Ya que él mismo no podía engañarse, intentaría, al menos, engañar a James. Y por Dios, esperaba que resultase bien.- James, espero que sepas que lo que pasó ayer, no fue más que una equivocación - murmuró, aclarando su garganta y volviendo a posar sus orbes en las contrarias. James permanecía inmune y Sean se preguntó si sería una especie de prototipo sin sentimientos, porque jamás había conseguido golpear su orgullo. Eso o James lo ocultaba bajo aquella preciosa imagen llena de fuertes músculos y una cara bien elaborada.- ¿Equivocación? - Preguntó, disparando sus cejas hacia arriba cuando Sean se vio sofocado. Imágenes vívidas haciéndolo querer revolcarse en el pis
Antes de que pudiera decir algo más, los labios de James estaban cubriendo los suyos, comenzando un lento movimiento que segundos después, logró intensificarse. Los ojos de Sean cerrados y su corazón rebotando fuerte porque, después de diez años él volvía a besar a un chico y no uno cualquiera, a su estudiante.Sintiendo como la lujuria arremetía contra su cuerpo, cogió con fuerza los brazos de James. Eran fuertes y suaves, estando aquel día descubiertos ante una camiseta. Sean sabía lo delicioso que estaba siendo aquel primer contacto boca con boca y esperaba que no se acabase jamás.Cuando James introdujo su lengua en la cavidad contraria, la de Sean estaba dispuesta a arremeter e iniciando una nueva y picante lucha, ellos jadearon ante la desesperación que los acarreó. El mayor sabía que no faltaría demasiado tiempo para que aquello terminase de suceder; pero desde luego, él no estaba seguro de que sería aquel día. Cuando James lo juntó con fuerza hacia él y se separó con un húmedo
Aquella mañana había resultado ser por completo exasperante para James. Sus ánimos no estaban para nada dispuestos y un agotamiento emocional dominaba por completo su cuerpo; haciéndolo quedarse bajo las mantas, imposibilitado siquiera, a poner un pie afuera e ir a la universidad. Minutos antes, él había decidido que aquél no sería un buen día para asistir a clase o quizá, para encontrarse al profesor Dante por los pasillos.Después de haber arribado a su casa, él habría estado pensando en el rechazo de Sean y en el problema que casi provoca en el bar, lo que menos deseaba era ponerlo en peligro, debía alejarlo de sus peleas callejeras.De igual manera, James no pudo esconderse en su cueva por mucho tiempo, porque cuando fueron las once de la mañana, tuvo a sus dos mejores amigos irrumpiendo en su habitación sin permiso alguno. Él los habría estado evitando durante todas aquellas horas transcurridas; ignorando sus mensajes.- ¡Hey! ¿Qué te pasa? - Cuestionó un malhumorado Mark cuando