Aquella mañana había resultado ser por completo exasperante para James. Sus ánimos no estaban para nada dispuestos y un agotamiento emocional dominaba por completo su cuerpo; haciéndolo quedarse bajo las mantas, imposibilitado siquiera, a poner un pie afuera e ir a la universidad. Minutos antes, él había decidido que aquél no sería un buen día para asistir a clase o quizá, para encontrarse al profesor Dante por los pasillos.Después de haber arribado a su casa, él habría estado pensando en el rechazo de Sean y en el problema que casi provoca en el bar, lo que menos deseaba era ponerlo en peligro, debía alejarlo de sus peleas callejeras.De igual manera, James no pudo esconderse en su cueva por mucho tiempo, porque cuando fueron las once de la mañana, tuvo a sus dos mejores amigos irrumpiendo en su habitación sin permiso alguno. Él los habría estado evitando durante todas aquellas horas transcurridas; ignorando sus mensajes.- ¡Hey! ¿Qué te pasa? - Cuestionó un malhumorado Mark cuando
Los corredores comenzaban a quedar vacíos, de igual manera, James sabía que no podía confiarse demasiado. Con un leve trote, él revisó todas y cada una de las aulas en las que, su profesor favorito estuviera dando clases o terminando, por supuesto.Esperaba que no fuera demasiado tarde y su corazón palpitaba a la velocidad de una estrella fugaz al pensar en que podría no encontrarse con Sean en la universidad, junto con la emoción extrema de poder terminar de cumplir su mayor sueño.Acostarse con Sean o en este caso, follarlo contra el escritorio.Cuando sintió sus manos comenzar a sudar, se preocupó de sí mismo. ¿Acaso estaba nervioso? El sólo pensarlo le sacó una risa inmediata y llegando al último salón del piso tres en el edificio, respiró con profundidad. Al momento de abrir la puerta, sintió el corazón latir con fuerza y éste de inmediato intentó salir por su boca cuando observó al precioso hombre por completo concentrado en unos exámenes sobre su escritorio.- Permiso - llamó,
Por supuesto, aquel lema estaba por completo en desacuerdo con su total personalidad, y es que días antes, él hubiera logrado horrorizarse ante todo lo que ocurría. Pero había decidido dejarse llevar, y sólo porque James se lo había pedido.Después de todo, él no pudo seguirse negando a sus maravillosos e insufribles encantos.El calor en aquella aula se intensificaba mediante los segundos transcurrían, y Sean sintió el sofocante aire golpearlo al mismo tiempo que el cuerpo de James se situó sobre el suyo; su peso haciendo presión en su completa anatomía, y el aroma almizclado que desprendía el menor volviéndolo loco a cada segundo.James había atacado su cuello de una manera brutal; sentía sus labios húmedos y suaves jugarse con la propia lengua, dejando rastros calientes en la brillosa piel. Desde luego, Sean jamás imaginó que un momento similar ocurriría en un salón de clases, y el pensar que podrían descubrirlos en cualquier momento, comenzaba a desbordar su excitación.El castaño
Y tras aquel jocoso comentario, la ronca carcajada del menor se hizo resonar. Por supuesto, no dejando de ser excitante para los oídos del joven profesor, quien, sin ningún tipo de inhibición, cogió la erección entre sus manos y le otorgó un par de leves masajeadas. Los ojos marrones cerrándose mediante el toque se prolongaba, y sus labios separándose para, por consiguiente, dejar salir unos apenas audibles jadeos.- Uhm, - soltó, su observación volviendo a ser efectiva cuando notó que, desde luego, no podría perder de vista la fabulosa paja que le regalaba su profesor favorito porque, se trataba de una de sus fantasías. De inmediato su cuerpo se colmó de sensaciones; las emociones acarreándolo de un lado a otro y el sentimiento vivo aflorándose cada vez más. Necesitaba follar a Sean, y tendría que hacerlo rápido-. No sabes cómo me siento en este momento, siempre soñé con que algo así sucediera.- Me alegra que se te haya cumplido, entonces - respondió casi de inmediato, su voz salien
- S-sí, - jadeó, gotas de sudor resbalando por sus sienes mientras apretaba sus dientes. La polla de James saliendo de él de una manera fantástica, para segundos después volver con muchísima más fuerza que antes, volviéndose cada embestida más y más loco-. Quiero, que me folles fuerte, James. Hazme saber que soy tuyo.Y sin poder negarse a aquella petición, una vez más, James perdió por completo el control.De inmediato el salón se convirtió en uno lleno de eco, donde no paraban de escucharse los apasionantes berridos que el pelinegro dejaba salir, acompañados por el obsceno sonido que ambas pieles al colisionar causaban y los jadeos roncos que la deliberada garganta del ojimarrón soltaba. Desde luego, para ambos estaba siendo el mejor polvo de, sus vidas enteras, y sin pararse a pensar que estaban siendo bulliciosos, continuaron con su cometido.Sean jamás imaginó que el ser follado por su alumno sería una de las mejores experiencias que viviría en sus años, y James lo pensó, pero su
James miró a Sean, sus ojos transmitiendo una disculpa silenciosa. Sean asintió levemente, aunque su corazón latía con fuerza. Ver a Adam llevarse a James, incluso momentáneamente, era un recordatorio doloroso de la complejidad de la situación. La realidad de su conexión clandestina se hizo aún más evidente en ese momento.Mientras Adam y James se alejaban, Sean se quedó mirando sus espaldas, sus pensamientos arremolinándose. La sensación de pérdida temporal y la incertidumbre sobre el futuro pesaban sobre él. Sabía que la relación con James no sería fácil, pero no estaba dispuesto a renunciar tan fácilmente. Los desafíos apenas comenzaban, y Sean se prometió a sí mismo que encontraría la manera de superar cualquier obstáculo, sin importar lo difícil que fuera.James se puso el casco y le entregó uno a Adam, quien se subió detrás de él y, en un gesto descarado, abrazó la cintura de James, provocándolo directamente mientras lanzaba una mirada desafiante hacia Sean. James arrancó la mot
James respiraba hondo mientras caminaba por la acera en dirección al bar. La noche era fría y oscura, y el aire fresco se mezclaba con los aromas de la ciudad. Sentía una tensión creciente en su pecho, como si cada paso que daba aumentara el peso de lo que tenía que hacer. No podía dejar las cosas así con Sean; le debía una explicación, aunque temía que a Sean no le importara lo que tuviera que decirle. Pero debía intentarlo.Al llegar al bar, se detuvo un momento en la entrada. El lugar estaba especialmente concurrido esa noche, la música y las risas resonando en el aire. Las luces parpadeaban de manera intermitente, creando un ambiente vibrante y caótico. A través de la multitud, James vio a sus amigos reunidos alrededor de la mesa de billar, mientras Sean estaba detrás de la barra sirviendo bebidas. La visión de Sean, tan concentrado y atractivo como siempre, le hizo apretar los puños, determinándose a abordar el asunto de una vez por todas.-¡Ey, James! Pensamos que no vendrías ho
Sean lo miró sorprendido, no solo por la revelación, sino también por la sinceridad con la que James hablaba. El profesor nunca se había imaginado que su joven alumno hubiera tenido una relación con alguien como Adam. Había una diferencia de edad considerable entre ellos, pero parecía que eso no había sido un obstáculo.-Era más joven que él, y a pesar de eso, no era importante. Sin embargo, un día Adam decidió que debíamos terminar y acabó-concluyó James, su mirada perdida en algún punto distante.Sean frunció el ceño, tratando de procesar la información. Había muchas preguntas en su mente, pero una en particular se destacaba.-Por lo que veo, sigue sintiendo cosas por ti, porque no es normal que se aparezca de la nada en la universidad y te bese como si fuese tu pareja de toda la vida -dijo Sean, sus celos aflorando de nuevo.James esbozó una sonrisa irónica, notando la tensión en la voz de Sean.-¿Acaso está celoso, profesor Dante? -preguntó, con un tono que intentaba aligerar el a