James respiraba hondo mientras caminaba por la acera en dirección al bar. La noche era fría y oscura, y el aire fresco se mezclaba con los aromas de la ciudad. Sentía una tensión creciente en su pecho, como si cada paso que daba aumentara el peso de lo que tenía que hacer. No podía dejar las cosas así con Sean; le debía una explicación, aunque temía que a Sean no le importara lo que tuviera que decirle. Pero debía intentarlo.Al llegar al bar, se detuvo un momento en la entrada. El lugar estaba especialmente concurrido esa noche, la música y las risas resonando en el aire. Las luces parpadeaban de manera intermitente, creando un ambiente vibrante y caótico. A través de la multitud, James vio a sus amigos reunidos alrededor de la mesa de billar, mientras Sean estaba detrás de la barra sirviendo bebidas. La visión de Sean, tan concentrado y atractivo como siempre, le hizo apretar los puños, determinándose a abordar el asunto de una vez por todas.-¡Ey, James! Pensamos que no vendrías ho
Sean lo miró sorprendido, no solo por la revelación, sino también por la sinceridad con la que James hablaba. El profesor nunca se había imaginado que su joven alumno hubiera tenido una relación con alguien como Adam. Había una diferencia de edad considerable entre ellos, pero parecía que eso no había sido un obstáculo.-Era más joven que él, y a pesar de eso, no era importante. Sin embargo, un día Adam decidió que debíamos terminar y acabó-concluyó James, su mirada perdida en algún punto distante.Sean frunció el ceño, tratando de procesar la información. Había muchas preguntas en su mente, pero una en particular se destacaba.-Por lo que veo, sigue sintiendo cosas por ti, porque no es normal que se aparezca de la nada en la universidad y te bese como si fuese tu pareja de toda la vida -dijo Sean, sus celos aflorando de nuevo.James esbozó una sonrisa irónica, notando la tensión en la voz de Sean.-¿Acaso está celoso, profesor Dante? -preguntó, con un tono que intentaba aligerar el a
Por una parte, su lado desquiciado restó importancia al hecho, afirmándose que, si Zoe jamás se enteraba de lo que ocurría con James, evitaría por completo el sentirse dolida y humillada; pero sin duda alguna, su lado moral y recuperado se negaba a desechar seis largos y cautivantes años de maravillosa relación, por una simple e idiota etapa de calentura insaciable.Ahora, el pelinegro se encontraba entre la espada y la pared, encerrado en un torbellino de ideas que, una vez más, le causaban una terrible migraña. Recordando a carne viva lo que hacía unas horas ocurrió en el salón de clases y, por supuesto, sintiéndose idiota ante aquella terrible y degradadora obra. James era el sujeto más sexy que habrían visto sus ojos en mucho tiempo, pero ese hecho no quitaba el que era su alumno, y también, el que había tirado su profesionalismo como docente por el inodoro.Siéndose más confundido y angustiado que mucho antes, Sean suspiró, masajeando sus sienes y dignándose a posar su mirada en
En el viaje al supermercado, el silencio entre Zoe y Sean se volvió abrumador. Zoe apretaba con fuerza el bolso contra su pecho, incapaz de sacar de su cabeza la manera en la que el nombre de James había salido de los labios de Sean esa mañana. Cada kilómetro recorrido en el coche parecía alargar más la distancia emocional entre ellos. Sean mantenía la mirada fija en la carretera, consciente del peso de sus pensamientos, pero incapaz de iniciar una conversación.Cuando finalmente llegaron al supermercado, Sean fue el primero en salir del coche. Se dirigió al lado de Zoe para abrirle la puerta con un gesto cortés que parecía más mecánico que genuino. Zoe bajó sin decir una palabra y comenzó a caminar por delante de él, su postura tensa reflejando la tormenta de emociones que intentaba ocultar. Sean la siguió, manteniendo una distancia prudente, sabiendo que el ambiente estaba cargado y que cualquier palabra inapropiada podría desencadenar una confrontación.Al entrar al centro comercia
Sean pensaba que tenía suficiente con el mal día que había comenzado y sobre todo, él encuentro inesperado con Adam en el centro comercial y verse envuelto en tantas manipulaciones lo estaba sacando de quicio, nunca antes había tenido tanta paciencia y temple con gente de esa índole, porque él, en su tiempo fue alguien de cuidado, muchos le temían y reportaba, ahora simplemente era un hombre adulto, que se dejaba dominar por mentes más débiles.Y con débiles también se refería a Zoe, ella había sido su mejor amiga en la universidad y conocía su vida de sobra, estaba al tanto de lo que este hacía con los chicos que tenían interés en él, porque una cosa era cierto, a Sean Dante de veinte años, le encantaban los hombres, y al de treinta y nueve, también.Mientras caminaban hacia la salida, se vio atraído por la magnífica visión que atrapó sus orbes. Aquella magnífica visión, dejando de ser tan maravillosa cuando su mirada distinguió por completo a nada más y nada menos que a James, el d
La mañana caía lluviosa y fría en la concurrida Italia, ocasionando que las personas esperaran en los locales que las gotas cesaran. En la universidad, el ambiente no se encontraba demasiado diferente.Los salones de clase estaban vacíos, y los corredores permanecían siendo reinados por la brisa gélida que encerraba al lugar. Aquel día las inasistencias habían sido terroríficas, y más de una persona había abandonado el establecimiento a las primeras dos horas de clase, cuando la neblina bajó y el vaho era expulsado después de cada palabra dicha.Salir aquel pluvioso día, significaba estar dispuesto a, coger la más detestable gripe de todas.Cuando el profesor Dante entró al salón de clases con una bufanda y un enorme suéter de lana cubriéndolo, no se sorprendió al encontrarse con el aula casi vacía. Por supuesto, lo que sí logró pasmarlo, fue la deliberada presencia de James en su habitual asiento, y lo que parecía más impactante, sin sus amigos.El castaño no solía faltar demasiado a
La mañana caía lluviosa y fría en la concurrida Italia, ocasionando que las personas esperaran en los locales que las gotas cesaran. En la universidad, el ambiente no se encontraba demasiado diferente.Los salones de clase estaban vacíos, y los corredores permanecían siendo reinados por la brisa gélida que encerraba al lugar. Aquel día las inasistencias habían sido terroríficas, y más de una persona había abandonado el establecimiento a las primeras dos horas de clase, cuando la neblina bajó y el vaho era expulsado después de cada palabra dicha.Salir aquel pluvioso día, significaba estar dispuesto a, coger la más detestable gripe de todas.Cuando el profesor Dante entró al salón de clases con una bufanda y un enorme suéter de lana cubriéndolo, no se sorprendió al encontrarse con el aula casi vacía. Por supuesto, lo que sí logró pasmarlo, fue la deliberada presencia de James en su habitual asiento, y lo que parecía más impactante, sin sus amigos.El castaño no solía faltar demasiado a
En la casa del castaño, la calidez era bastante reconfortante. James sabía que todos y cada uno de sus sueños habían comenzado a cumplirse de manera aleatoria, sin embargo, demasiado deprisa. Tener a Sean Dante en su casa resultó ser un fuerte golpe emocional, y sintió ganas de saltar por todos lados ante la maravillosa realidad. lo hubiera hecho si no se sintiera tan mal.El pelinegro se veía tímido, avergonzado. Incapaz de soltar su maletín y desinhibirse. Aquello le pareció fabuloso a James, quien chequeando su temperatura y dejándose caer en el sofá de una manera cómoda, admiró a Sean.-¿Pasarás el día entero allí de pie? -Cuestionó, evitando pensar en el malestar que lo desanimaba. Tenía a su sueño húmedo en casa, él no lo echaría a perder. Mucho menos una estúpida gripe-. Vamos, no te cobraré por tomar asiento.Dante suspiró, sintiéndose ridiculizado ante el castaño, y odiando que éste hiciera aquello seguido. Cuando tomó asiento al lado de Martín, prensó los labios, y variando