James miró sus uñas, pareciendo desinteresado, por dentro estaba implorando el que todas aquellas palabras pudieran ser revertidas, porque no quería que Sean lo odiase de aquella manera. De igual forma, su expresión lograba enojar más al hombre y es que parecía por completo inmune a sus palabras.— ¡Lo más sorprendente es que ni siquiera lo lamentas! — Prosiguió, sintiendo un increíble nudo en su garganta—. Siempre creí que podría ignorarte, pero es imposible, tengo que soportarte aquí y también en el bar.James frunció los labios, entrecerrando los ojos fijos en los contrarios. Notó como, Sean parecía estarse conteniendo por dentro. Y aquello tan sólo lo hizo inspirar con fuerza. Por supuesto que no estaría dispuesto a que, todo se fuera a la mierda.Desviando su mirada, James mordió su labio. Por completo seguro de su siguiente paso.— Usted no me entiende — respondió, pareciendo seguro.Sean mantenía su ceño fruncido, y vio cuando James se acomodó en el pupitre—. Y ya que hablamos
— Sólo intento ayudarte — calmó el menor, sus cejas disparadas hacia arriba cuando metió su mano dentro del bóxer del pelinegro, envolviéndola en la dura polla—. Digamos que esto también es parte de mi fantasía.— Tú no... Oh, joder. Tú no puedes hacer esto.James frunció los labios con diversión y liberando la erección de las ropas, volvió a relamer sus labios. Admiró con ojo crítico aquel pedazo de carne. Pensó que era mucho mejor que en sus sueños y jadeó al darse cuenta de que aquella era la pura realidad.Dándole una sacudida, sintió como el cuerpo de Sean se tensó por completo y tomando el suficiente aire que sus pulmones requirieron en aquel momento, elevó su mirada y la clavó en la contraria.Los ojos expresivos y lindos del señor Dante, mirándolo con perplejidad. Parecía confundido, enojado y a su vez, ansioso. Aquello último fue suficiente para el castaño, quien, con una última y sincera sonrisa, habló.— Prometo ayudarte con esto, Sean. Tú sólo disfruta.— No, J-James.Y si
Las palabras de James habían sido por completo estimulantes para él y no lograba comprender cómo después de todo, había caído en su trampa. Estuvo previniendo que algo de aquella magnitud ocurriese, durante mucho tiempo; y ahora no evitaba pensar que lo había mandado todo por la cañería del inodoro. James había conseguido lo que siempre había deseado y Sean no había objetado ante ello. Quizás lo hizo en un principio, pero una vez que su pene traspasó aquella barrera cubierta por un par de carnosos y provocativos labios rosados, no supo qué demonios hacer, más que disfrutar como su alumno le había pedido.Ahora se sentía más avergonzado, quizás tanto como cuando observó a James tragar su semen, gota a gota. Y es que no podía ver la cara de su prometida después de aquel fatal y prohibido encuentro. ¿Qué podría decirle? "Cariño, ¿recuerdas al chico malo de mi salón? Bueno, dejé que me hiciera una fabulosa mamada ayer, espero no te importe" ¡Por supuesto que no!Sean estaba por volverse l
Cuando cayó en cuenta de la frase que había abandonado su boca, Sean se vio obligado a desviar su mirada. Él no quería que James notase su deseo implícito a que aquella cuestión se volviera realidad, porque demonios, era una oferta tentadora. Debería mantenerse fuerte y hacer lo que había planeado antes de salir de casa.Ya que él mismo no podía engañarse, intentaría, al menos, engañar a James. Y por Dios, esperaba que resultase bien.- James, espero que sepas que lo que pasó ayer, no fue más que una equivocación - murmuró, aclarando su garganta y volviendo a posar sus orbes en las contrarias. James permanecía inmune y Sean se preguntó si sería una especie de prototipo sin sentimientos, porque jamás había conseguido golpear su orgullo. Eso o James lo ocultaba bajo aquella preciosa imagen llena de fuertes músculos y una cara bien elaborada.- ¿Equivocación? - Preguntó, disparando sus cejas hacia arriba cuando Sean se vio sofocado. Imágenes vívidas haciéndolo querer revolcarse en el pis
Antes de que pudiera decir algo más, los labios de James estaban cubriendo los suyos, comenzando un lento movimiento que segundos después, logró intensificarse. Los ojos de Sean cerrados y su corazón rebotando fuerte porque, después de diez años él volvía a besar a un chico y no uno cualquiera, a su estudiante.Sintiendo como la lujuria arremetía contra su cuerpo, cogió con fuerza los brazos de James. Eran fuertes y suaves, estando aquel día descubiertos ante una camiseta. Sean sabía lo delicioso que estaba siendo aquel primer contacto boca con boca y esperaba que no se acabase jamás.Cuando James introdujo su lengua en la cavidad contraria, la de Sean estaba dispuesta a arremeter e iniciando una nueva y picante lucha, ellos jadearon ante la desesperación que los acarreó. El mayor sabía que no faltaría demasiado tiempo para que aquello terminase de suceder; pero desde luego, él no estaba seguro de que sería aquel día. Cuando James lo juntó con fuerza hacia él y se separó con un húmedo
Aquella mañana había resultado ser por completo exasperante para James. Sus ánimos no estaban para nada dispuestos y un agotamiento emocional dominaba por completo su cuerpo; haciéndolo quedarse bajo las mantas, imposibilitado siquiera, a poner un pie afuera e ir a la universidad. Minutos antes, él había decidido que aquél no sería un buen día para asistir a clase o quizá, para encontrarse al profesor Dante por los pasillos.Después de haber arribado a su casa, él habría estado pensando en el rechazo de Sean y en el problema que casi provoca en el bar, lo que menos deseaba era ponerlo en peligro, debía alejarlo de sus peleas callejeras.De igual manera, James no pudo esconderse en su cueva por mucho tiempo, porque cuando fueron las once de la mañana, tuvo a sus dos mejores amigos irrumpiendo en su habitación sin permiso alguno. Él los habría estado evitando durante todas aquellas horas transcurridas; ignorando sus mensajes.- ¡Hey! ¿Qué te pasa? - Cuestionó un malhumorado Mark cuando
Los corredores comenzaban a quedar vacíos, de igual manera, James sabía que no podía confiarse demasiado. Con un leve trote, él revisó todas y cada una de las aulas en las que, su profesor favorito estuviera dando clases o terminando, por supuesto.Esperaba que no fuera demasiado tarde y su corazón palpitaba a la velocidad de una estrella fugaz al pensar en que podría no encontrarse con Sean en la universidad, junto con la emoción extrema de poder terminar de cumplir su mayor sueño.Acostarse con Sean o en este caso, follarlo contra el escritorio.Cuando sintió sus manos comenzar a sudar, se preocupó de sí mismo. ¿Acaso estaba nervioso? El sólo pensarlo le sacó una risa inmediata y llegando al último salón del piso tres en el edificio, respiró con profundidad. Al momento de abrir la puerta, sintió el corazón latir con fuerza y éste de inmediato intentó salir por su boca cuando observó al precioso hombre por completo concentrado en unos exámenes sobre su escritorio.- Permiso - llamó,
Por supuesto, aquel lema estaba por completo en desacuerdo con su total personalidad, y es que días antes, él hubiera logrado horrorizarse ante todo lo que ocurría. Pero había decidido dejarse llevar, y sólo porque James se lo había pedido.Después de todo, él no pudo seguirse negando a sus maravillosos e insufribles encantos.El calor en aquella aula se intensificaba mediante los segundos transcurrían, y Sean sintió el sofocante aire golpearlo al mismo tiempo que el cuerpo de James se situó sobre el suyo; su peso haciendo presión en su completa anatomía, y el aroma almizclado que desprendía el menor volviéndolo loco a cada segundo.James había atacado su cuello de una manera brutal; sentía sus labios húmedos y suaves jugarse con la propia lengua, dejando rastros calientes en la brillosa piel. Desde luego, Sean jamás imaginó que un momento similar ocurriría en un salón de clases, y el pensar que podrían descubrirlos en cualquier momento, comenzaba a desbordar su excitación.El castaño