Isabella
Me toma de la barbilla con demasiada fuerza, el dolor hace que una lagrima salga y solo entonces es que deja de ejercer presión, más no me suelta. Me jala abrazándome y por más que quiera luchar contra él, tiene mis brazos aprisionados entre los suyos. Tengo miedo de él, jamás me había gritado siquiera y ahora no solo me... Eres tonta Isabella. —Frank, por favor suéltame, no tiene caso está escena, mira si lo que quieres es que tu familia no sepa de su relación; no hay problema, solo dejame regresar a mi antigua casa, te juro que no los voy a molestar pero no me hagas esto por favor —digo al borde del dolor, con cada palabra su agarre se hace más fuerte. —No, es que no lo entiendes, vamos a casa mi amor, por favor vamos a hablarlo. Hay cosas que no sabes y tengo que decirte —dice mientras toma mi rostro entre sus manos. Su mirada suplicante me pide que en silencio una oportunidad, más mi corazón me grita que ya nos lastimó y mi cerebro me hace poner las manos sobre su pecho cuando afloja el agarre. Sonrío tristemente, subo mi mano a su rostro ojeroso, lo acarició con delicadeza. Fueron años enamorada de Frank, de la ilusión que cree en mi mente, una falacia y no mas. —No hay nada que explicar, solo dejame salir de aquí. El abuelo nos espera... —No, no, no, no lo entiendes, tenemos que... Vamos a casa —susurra pegando su frente a la mía. Hay algo en sus ojos que no había visto nunca, es como si le preocupara realmente. No Isabella, no puedes creer en el. —Vamos con el abuelo... —Vamos a casa, por favor Isa —intenta besar mis labios, me alejo de él. Aprovecho que afloja su agarre y salgo del baño, no me importa dejarlo ahí, él cree que soy idiota, pero ya no más. Si cree que puede tener a la estúpida de su esposa esperando en casa y a su amante, esta muy equivocado. Llego al comedor y me siento bajo la rigurosa mirada del abuelo Augusto, esto se volvió bastante incómodo. —¿Todo bien hija? —no, quisiera decirle todo, sin embargo, esbozo una sonrisa y asiento. —Todo en orden, comamos, se ve delicioso y si esperamos más se enfría. Frank, no aparece por ningún lado, empiezo a comer la crema de espárragos, que no me sabe a nada. Loli y el abuelo, se ven como intercambiando pensamientos, me hago la loca. Termino la crema y el infiel llega con cara de preocupación. Se sienta justo frente a mi, no come, solo me está viendo. Loli, se acerca y pone el plato, pasta Alfredo con bastante parmesano, sonrío, este placer no me lo quita nadie. —¡Esto está delicioso! —exclamo tras terminar el primer bocado. —Ja, ja, lo sé, me alegra que te guste hija. Por cierto, el té está casi listo. Te quedaras ¿cierto? —el abuelo ve mal a Frank. —No abuelo, mi esposa y yo tenemos que reg... —Por supuesto que me quedo, ya te lo había dicho, además hay algo que quiero proponerte —interrumpo a mi infiel esposo. —¿Estás segura? —nos ve a ambos. —Claro, Frank, solo vino a preguntar algo, cuando termine de cenar se irá, su hermana está de visita en la casa, así que tiene que recibirla como buen anfitrión. La cara de don Augusto, se oscurece, da miedo solo de verla; respira profundo y bufa fuertemente. De un momento a otro golpea la mesa con ambas manos. —¿Qué hace Nattasha, en la casa de mi nieta Franklin? Y no me vengas con excusas baratas, esa mujer debería estar en la sucursal de Colombia, quiero una explicación. —Ella no está en nuestra casa —muerden las palabras con coraje —jamás dejaría que entrará a tu casa Isabella, porque esa, es tu casa, tu espacio y eso es sagrado para mi. Levanto una ceja, vaya que es un gran actor, si el abuelo supiera la verdad. Yo no se como puedes dormir, descarado, infeliz, hipócrita. Levanto los hombros restando importancia y continua mi cena, allá el, que se arregle con don Augusto; esto lo voy a disfrutar. —Sigo esperando Franklin —Uy, uso ese tono, estas frito amigo. —Dijo que no estaba cómoda trabajando lejos de su familia —se me sale una carcajada involuntaria— y nombró a un director interino —me ve con miedo. Para lo que me importa, sólito te estas poniendo la soga al cuello, no es necesario que yo hable. Eres un hijo de todita tu madre. —Escúchame bien, si oara mañana ese niña no regresa a Bogotá, de una vez te aviso que esta fuera de la empresa, yo no voy a mantener holgazanes, y menos a una que ni de mi familia es ¿quedó claro? —señala con el tenedor a la altura de la cara de mi esposo. Ja, ja, ja, ja, ja, ja, se puso pálido, a ver, contesta y dile la verdad, cobarde. Eso es lo que eres, hay no puedo evitar dibujar una enorme sonrisa en mi rostro. —Si abuelo, quedó claro. Lo mejor será que te dejemos descansar, nosotros, ya nos vamos. Se pone de pie y llega a donde mi, toma mi bolso y mi mano, se la quito de inmediato, yo dije que me quedaría y así va a ser, estoy más que segura que esa araña está en su habitación esperándolo. Hay la rabia me invade en segundos, a mi ni siquiera me dejaba entrar a su pieza, hasta bajo llave la tenía, vamos que ni las chicas de servicio podían hacer, pues solo el tiene la llave. —Yo me quedo, di mi palabra y no pienso irme de aquí. Además, aún no termino de cenar y esto es una delicia, falta mi postre y el té con el abuelo, te veo mañana en la ofician del centro, no llegues tarde y no te desveles mucho, bye —mi tono es de burla y mis dedos alertan despidiendolo. —Ya escuchas, ve a arreglar lo que te pedí, y si tu hermanastra cree que puede hacer lo que se le de la gana. Recuérdale quien sigue siendo el dueño de Silver Corporation. Aprieta la quijada y se escucha un leve gruñido, anda cucaracho, ve a despedirte de tu querida hermanamante. Espero esta noche poder dormí y no tener pesadillas. Vemos como se gira para irse, esta por salir del comedor y se detiene, regresa sobre sus pasos y se agacha a mi altura y toma delicada mente mi barbilla; mis puños se aprietan al sentir sus labios sobre los míos —Nos vemos mañana temprano, mi amor...Narrador omniscienteEl hombre sintió la necesidad de abrazarla, había escuchado y visto todo pues la puerta estaba abierta. Desde que la vio al salir del ascensor cuando llegó, algo se removió en su pecho.Parecía un acosador esperando a la frágil chica; y claro que lo era ¿quien en su sano juicio espía a una desconocida?Dentro del elevador esperó hasta que la chica entró y pidió la planta baja, se aguanto las ganas de acercarse y poder abrazarla, su frío corazón la añoraba, sin embargo, se abrazó a si mismo y solo la veía.Cuando al fin llegaron a su destino, le tendió el pañuelo qué su madre le dio cuando era pequeño, era un recuerdo invaluable qué regresaría a él de una u otra forma.Salió fingiendo que no le afectaba, pero con la idea firme, de volver a verla y más pronto de lo que se esperaba.Al llegar a su oficina, le pidió a su asistente que retirara todos los beneficios de la antigua socia, ya no necesitaría de sus incompetentes servicios; era hora de hacer liquidaciones.—
NattashaEstoy en casa de Franky, lo estoy esperando hace bastante rato pero no llega, creo que se le olvido que estaba aquí.La estúpida sirvienta pretende sacarme, no se da cuenta que pronto yo seré la dueña y señora de esta casa, y entonces veremos quien corre a quien. Aprovecho el tiempo para revisar detalles que no me gustan y ver que voy a cambiar, que será prácticamente todo; esa mojigata carece de buen gusto. Subo a las habitaciones y entro a la mayoría, casi todas están vacías, y dos sirven para huéspedes. Pero hay un par que está bajo llave, lo que me parece perfecto, pues quiere decir que cada uno tiene su recamara y ni siquiera se ven por error. Solo espero que mi plan haya funcionado y esa tarada al fin entienda que este, no es su lugar. Muy pronto al fin tendré la vida que realmente merezco, al lado del hombre que amo. Tanto esfuerzo no se puede ir por la borda, hasta convencí a papá de casarse con la desabrida de Clarise, solo para conseguir mi gran gran sueño, ser
Augusto Hace un par de horas mi querida Isabella se fue de casa, no estoy para nada contento con mi decisión; sin embargo, no era justo para ella estar atada a un matrimonio falso. Se perfectamente que ella ama a mi nieto, más no se que pensar de Franklin. Cuando le propuse el compromiso con Isabella, parecía tan feliz, como si le hubieran dicho que se sacó la lotería. Es más, durante esas semanas sin que nadie supiera había planeado la luna de miel él mismo, pero el día e la boda algo cambió y aún no logró descifrar que es. Muchas veces he intentado que me diga el porqué de ese cambia tan abrupto, siempre encuentra un pretexto para cambiar la conversación. El sabia perfectamente que el contrato de matrimonio solo era por tres años y que al finalizar, si no había un heredero, ambos firmarían el divorcio sin pretextos. Por primera vez en años, puede ver en el rostro de Isabella, un atisbo de alegría y alivio, que no había tenido desde que la casé con mi nieto. Estoy más qu
IsabellaHace un par de días llegó la confirmación de la reserva en el hotel más lujoso de todo el estado, es para le fecha de nuestro aniversario.Últimamente Frank, mi esposo, ha estado un poco cariñoso conmigo, y eso es como un sueño hecho realidad. Por primera vez en tres años de matrimonio, puedo ver una pizca de afecto hacia mi de su parte.Estoy terminando de aplicar el labial sobre mis labios, me compré un conjunto de lencería en encaje, espero que el negr* sea de su agrado. Salgo de casa con toda la felicidad del mundo, al fin nuestro matrimonio empieza a sentirse real. Hace cuatro años que salí de la universidad, entre a trabajar en Silver Corporation; me volví la mano de derecha de don Augusto Silver, patriarca de la familia Silver.Él me propuso un acuerdo matrimonial con su nieto Franklin, pues decía que juntos lograríamos llevar a la empresa a niveles jamás vistos.Yo acepte con todo el gusto del mundo, pues desde la universidad, yo estaba enamorada de Frank; fue un sue
IsabellaSolo veo su espalda alejarse, las piernas me fallan y caigo de rodillas aún dentro de la caja metálica. Ese hombre tiene razón, soy tan ridícula y patética. Me levanto aun con el ardor del golpe, abrazo la poca dignidad que me queda y salgo del hotel cubriendo mi rostro. Escucho la voz de Frank, a mi espalda y apresuró el paso, no quiero oírlo, no quiero tenerlo cerca. Paro el primer taxi que pasa y me alejo viendo como sigue gritando mi nombre.—¿A donde la llevo señorita? —me pregunta el taxista.—Solo avance por favor.Me giro sobre el respaldo y veo a Frank, que trata de alcanzar el auto, le pido al chófer que no pare. Mi vista sigue fija atrás, no puedo volver a confiar en él.Por un minuto pienso en ir a casa y recoger mis cosas; ya es de noche y no creo poder entrar y menos si ellos están ahí.Mi móvil suena distrayendo mis pensamientos, por un momento creí que era Frank, más al ver la pantalla, es el abuelo quien llama.—Hola abuelo —trato de sonar normal. —Mi quer