Quédate

Nattasha

Estoy en casa de Franky, lo estoy esperando hace bastante rato pero no llega, creo que se le olvido que estaba aquí.

La estúpida sirvienta pretende sacarme, no se da cuenta que pronto yo seré la dueña y señora de esta casa, y entonces veremos quien corre a quien.

Aprovecho el tiempo para revisar detalles que no me gustan y ver que voy a cambiar, que será prácticamente todo; esa mojigata carece de buen gusto.

Subo a las habitaciones y entro a la mayoría, casi todas están vacías, y dos sirven para huéspedes. Pero hay un par que está bajo llave, lo que me parece perfecto, pues quiere decir que cada uno tiene su recamara y ni siquiera se ven por error.

Solo espero que mi plan haya funcionado y esa tarada al fin entienda que este, no es su lugar. Muy pronto al fin tendré la vida que realmente merezco, al lado del hombre que amo.

Tanto esfuerzo no se puede ir por la borda, hasta convencí a papá de casarse con la desabrida de Clarise, solo para conseguir mi gran gran sueño, ser la señora Silver.

A pesar de los años, Franky, no ha querido formalizar lo nuestro, por el contrario, acepto sin chistar el mandato del vejete, desgraciado anciano, lo detesto.

Pero en cuanto yo sea la esposa de Franky, lo voy a mandar a un asilo en Rusia, a ver si sigue tan pedante. Hay que hermosa será mi vida.

Mientras continuo mi visita por mi nueva casa, le envío un mensaje a mi bello Franky, acomodo mi bata de encaje y seda y tomo una foto para adjuntarla al mensaje.

Tarda bastante en contestar, llego nuevamente a la planta baja, y le digo a la criada que se vaya, me ve mal la estúpida.

—Disculpe, pero no puedo retirarme hasta que los señores lleguen —idiota, yo soy la señora.

—Al único qué tendrías que esperar es a Franky, muy pronto te vas a tragar tus malos tratos. Cuando yo sea la esposa de Franky...

—Cuando eso pase, si es que pasa, me largo de esta casa. Yo fui contratada para atender a mi señora Isabella, y no a una zuripanta, así que si quiere gritar, vaya a su casa que aquí no es lugar. Y lo mejor será que se vaya si no quiere que le hable a la policía.

—Maldita criada igualada —mi mano se levanta para darle una bofetada.

—No señora —la detiene en el aire y me avienta —usted no me toca, esta no es su casa. Y mientras el señor o la señora no me digan que usted puede estar aquí, yo puedo hacer lo pertinente para que se largue, así que se va por las buenas o por las malas.

—Estúpida, pero te vas a arrepentir, cuando Franky, se enteré como trataste a la mujer que ama...

—¿Qué está pasando? —su voz entra a mis espaldas.

—Mi amor, esta mujer me está maltratando —lloro desconsolada y lo abrazo.

—Magie, ve a descansar —dice cansado.

—Si señor, con permiso —mustia igualada.

—¿Solo eso? Deberías correrla, me grito y casi me golpea yo...

—¿Qué haces aquí? —me interrumpe con esa cara de pocos amigos.

—Te lo dije en el hotel, vine por lo que es mio. Eso incluye la casa y...

—Ve con mamá y tu padre, no debes estar aquí. Mañana te espero en la oficina a las nueve en punto, necesito tu renuncia firmada, y por favor vístete —se gira y empieza a subir, no lo entiendo.

—Yo no pienso, ni irme y mucho menos renunciar, ese lugar me lo he ganado a pulso y no...

—Ja,ja,ja,ja,ja,ja, enserio lo crees, vaya que eres más... Ingenua. Por no decir otra cosa, usa la poca masa gris que hay en ese inútil cerebro y piensa —de dos zancadas llega a donde estoy, solo para poner su índice en mi cabeza —ese puesto es por mi madre, no por ti. Si el abuelo no la amara tanto, créeme que ni el don nadie ese, ni tú —su mirada cambia —estarían en la empresa.

La sangre me hierve, como se atreve a hablarme así, todo lo que hice hoy era para tenerlo feliz y resulta que esta más enojado que nunca.

—Cuando ese vejete maldito muera...

No alcanzo ni a terminar la frase, me toma del cuello y me lleva a rastras hasta la pared más cercana, me azota en ella y su agarre se cierra con fuerza.

—En tu vida, vuelvas a hablar de nadie de mi familia así. Te di una orden y no la cumpliste, no solo hiciste lo que se te vino en gana, echaste a perder el plan y con eso me jodiste. Así que mañana espero tu m*****a renuncia sobre mi escritorio ¿queda claro? —estamos tan cerca que su aliento me embriaga.

Asiento con dificultad, no me suelta y esto se empieza a poner interesante, jalo su otra mano y la coloco en mi seno, la muevo, pues él ni siquiera hace el intento por hacerlo.

Necesito que me sienta, mi piel hierve en deseo por sentir que me acaricia, su mirada aún es de odio y se aleja con brusquedad, dejando que mi cuerpo caiga.

Me da la espalda, toma su cabello entre sus manos y bufa. Con cuidado me levanto y me acerco abrazándolo por la espalda.

—Vamos a nuestra habitación, te haré olvidar todo —toma mis manos y las retira con fuerza.

—Mañana, nueve en punto con renuncia firmada, en caso de que no llegue, será considerado como abandono de trabajo y se irá sin derecho a finiquito. Y ve a tu casa.

Si voz es tan fría y distante que da miedo, nunca me había hablado de esa forma, pero se le olvida un muy pequeño detalle.

—Parece que ya no te importa, tal vez lo consideraste mejor y te diste cuenta que no vale la pena.

—Lo que digas.

Con eso se va, sube las escaleras y me deja en medio de su sala, sola desnuda y humillada.

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