Clark Todo fue muy rápido, solo atiné a jalarla y cubrirla con mi cuerpo, recibí sus puños en mi espalda, sus gritos se escuchaban lejanos. Solo me importaba ella, que despertará y poder ver sus lindos ojos marrones. —Despierta hermosa, todo está bien —intenta quitarme —suéltame, eres un imbécil Silver, largo de aquí ahora. —No tienes ningún derecho, es mi esposa —ruge con furia —VINCE, VINCE —llamo a Brian, desesperado. —Señor —llega de inmediato. —Llama a seguridad, qué saquen a este idiota de aquí y llama a una ambulancia. Sale corriendo mientras Frank, intenta que me quite, no pienso soltarla, por su culpa mi mariposa se desmayó, no la merece en absoluto. —Suelta a mi esposa, no lo entiendes, nadie lo hace —giro un poco mi cabeza y lo veo de cuclillas con las manos cubriendo su rostro. —No me interesan tus malditas excusas, no la mereces Frank, la tuviste por no sé cuanto tiempo, y lo mejor que pudiste hacer, fue engañarla. Acepta que la has perdido y vete con la poca d
Isabella Este hombre juega con mi cordura como se le da la gana, me hace volar con cada beso, con cada caricia, y de la misma forma me hace cuestionarme sobre si lo que siento es bueno o malo. Hace apenas unas horas, aún estaba casada con Frank; y ahora de la nada, parece que todos esos años de amor incondicional se esfuman entre sus dedos, sus besos, su piel. La forma en la que me ve, el como me desnuda con la mirada, el hecho de que me hace sentir deseada y a la vez cómoda en su presencia; y se que es una locura, pero una locura que me hace sentir mas viva que nunca. Me dejo hacer, sentir y vivir por primera vez en años. ¿Cuantas veces soñé sentirme así con mi esposo? Jamás llegó aquel día. Y a pesar de haberlo anhelado tanto, hoy, en este momento entré los brazos de mi jefe, me puedo olvidar de todo el mundo por unos segundos. Sus manos me recorren sin pudor alguno, mi cuerpo reacciona a su toque fuerte pero delicado. Cierro los ojos disfrutando el momento. —Señor, su pedid
ClarkMe cambio en la oficina para no hacerla sentir más incomoda, pude notarlo en sus ojos. Maldito Franklin, la hiciste una mujer insegura de si misma.Tomo el intercomunicador y le pido a Vince que venga; tengo algo en mente para que mi bella mariposa al fin, despliegue sus alas. —Señor —siempre tan profesional.—Necesito con urgencia lo que te pedí, además de eso, reserva hoy en el Qualton Rivera, habla con...—El señor Rivas y reservo el restaurante, desea una habitación ¿también? —¿me leerá la mente?—Exactamente —no me queda más que asentir.—Enseguida, y con respecto a lo otro; aún no tengo gran cosa. Solo que el señor Silver, cada mes se realiza estudios generales, eso empezó al mes de su boda con la señorita Phoenix. —Gracias Vince, puedes retirarte y por favor date prisa con eso. Asiente y da la vuelta para salir ¿estudios? Que mierda ocultas infeliz, y toda esa palabrería de que la amas ¿eres imbécil o muy cobarde? Sea lo que sea, lo voy a descubrir y juro por lo más s
Isabella Logramos cerrar el trato y después de eso, Clark, me lleva a mi casa, de camino vamos hablando de banalidades, hacemos chistes, vamos tan inmersos en ello, que no me doy cuenta cuando llegamos a mi edificio. —Bien señorita Phoenix, hemos llegado —su tono cambia a uno muy serio. —Muchas gracias Clark, entonces nos vemos más tarde —trato de hacerme la loca y salir del auto. —No piensas despedirte ¿cierto? Paro mi movimiento y regreso lentamente, no es que no quiera despedirme, porque la verdad es que tengo unas malditas ganas de hacerlo pasar a la casa y rogar porque este conmigo. —Nada de eso -sonrío sin pizca de gracia —lo que pasa es que no sé cómo actuar ahora, yo jamás me había comportado de esta forma en ningún trabajo, no sé si ofrecer disculpas o simplemente hacer como si nada pasara, yo... —Usted, se va a relajar y dejar de pensar cosas sin sentido, en la cena de esta noche pondremos todas las cartas sobre la mesa, ahora baje del auto y descanse. Paso por uste
Clark Me quedo sin palabras al escuchar su respuesta, es decir, lo deseo con todo mi ser, y escuchar que ella también lo desea, es algo que me llena en muchos sentidos. Se me infla el pecho de felicidad, hoy solo existimos mi mariposa y yo. Los miedos que tenía, se esfuman en segundos. —Solo tengo dos condiciones —frunce el ceño —la primera es, que pase lo que pase, lo hables conmigo, puedes confiar en mi; jamás haría nada para lastimarte y dos, que si en algún momento, ya no quieres estar conmigo, me lo hagas saber. No me gustan las mentiras ni los engaños, y creo que tampoco a ti. —Esas condiciones aplican en ambas partes, pido exactamente lo mismo, no sé que pasó contigo, pero creo que queda claro mi caso. Así que al igual que a ti, tampoco me gustan las mentiras y mucho menos los engaños. Y una cosa más. —Por supuesto mariposa, tu dirás —extiendo lo brazos en señal de que puede preguntar lo que desee. —Muy bonito todo pero ¿qué somos ahora? Digo, es claro que tenemos un
Isabella Siento que mis ojos se hacen más grandes tras escuchar tan bella frase, él me ve a MI, como una obra de arte, brinquitos mentales, activados. Deja un pequeño beso en mi nariz y toma una cereza fresca y le lleva a la fuente de chocolate, la baña y la pasa por mi clavícula, dejando que el chocolate caliente resbale por mi piel. A pesar del ardor, mi ser completo vibra por la cálida caricia, el olor es suave y relajante; lleva el fruto a mi boca y sin perder contacto visual, abro mis labios para que puedo comerla. Si rostro baja a mi cuello desnudo y pasa su lengua siguiendo el rastro del marrón caliente. Mis manos se hacen puños al sentirlo, cierro los ojos y disfruto de su cálida y húmeda caricia. Un pequeño jadeo sale de mi boca al sentir sus dientes mordiendo cerca del filo de mi sostén strapless, sus manos viajan a mi espalda y retiran los pequeños seguros dejándome expuesta. —Maravillosa —se aleja a observar tomando mis hombros delicadamente. Se pone de rodillas f
Clark —Lo somos, y para siempre —le respondo sonriente. Mi cadera se mueve lentamente esperando entrar un poco más, sus delgadas piernas se enredan en mi cintura. Se encuentra impaciente, se mueve rápido e intento calmarla con besos suaves, acarició su cuerpo delicadamente, más ella, hace todo por llevarme al límite. Muy a pesar de mis deseos por controlarme, me es casi imposible hacerlo, su estrechez me exprime, sus gemidos me invitan a llegar y sus hermosos gestos son una aliciente extra. Tomo sus piernas y las acomodo sobre mis hombros, necesito sentirme más dentro de ella, sentirla más mía. Sus hermosos senos rebotan con cada embestida, sus mejillas enardecidas y su frente inicia a perlar en sudor. Acomoda sus manos sobre su cabeza y se toma fuerte de las sábanas, con esa expresión entre dolor y placer, que me tiene vuelto loco. Paso ambas piernas de un solo lado y la embisto sin contemplaciones, para ser su primera vez, es mas exigente que ninguna otra, más receptiva y más
Isabella Siento cosquillas en mi brazo y por alguna extraña razón, no quiero abrir los ojos; no quiero despertar y darme cuenta que solo fue un sueño. —Despierta amor, el almuerzo está por llegar —abro los ojos de golpe. La voz de Clark, parece real, giro la vista y veo su brazo debajo de mi cabeza, me incorporo rápidamente y levanto las sábanas, para darme cuenta que me encuentro desnuda bajo ellas. —No es un sueño Isabella, esto es tan real, como tu desnudez en mi cama —me envuelve en su brazos y me regresa a la cama. Esta parcialmente sobre mi, acaricia mi rostro y me ve tan tierno, mi cuerpo completo se estremece y mi alma se derrite. No fue un sueño. —No lo es, y usted señorita Phoenix, debe aprender a coordinar su mente con esa hermosa boca. —En mi defensa, pasé tanto tiempo sola que me acostumbre a decir en voz alta lo que pienso, para no sentirme tan sola —vagos recuerdos llegan a mi mente. Suspiro y a pesar de que todo lo que he dicho es cierto, eso no quita la sole