Perseguida Hasta La Muerte
Perseguida Hasta La Muerte
Por: Danori Valeriano
Prólogo

A veces es necesario ver lo que el mundo nos ofrece, no siempre la vida será color de rosa y no siempre será oscuridad. Pero ¿Qué pasa si alguien llega a tu bello mundo y lo oscurece por completo? ¿Cómo sales de la oscuridad sin ningún rasguño?

A veces es mejor huir, huir lejos, pero si huyes ten en cuenta que es solo para hacer tiempo para lo que verdaderamente harás en determinado momento, sí, huye si lo necesitas pero no pretendas hacerlo siempre, porque te cansarás en el camino y la oscuridad te atrapará y no tendrá piedad de ti.

Respira hondo y comienza a correr sin ver atrás pero sí, a tu lado, no pierdas de vista a tu acompañante en esta carrera llamada vida y cuando él se quede sin aliento y a ti todavía te quede un poco, tómalo del brazo y camina un poco más junto a él, pero por lo que más quieras no lo pierdas de vista, mira hacia atrás y sé la luz que aclara el panorama, sé la luz que salva a tu compañero, no dejes que lo alcance... Sé fuego en una tormenta nieve y no te apagues ¡Mantente vivo! No tendrás una segunda oportunidad cuando des tu último suspiro.

***

Abrí la puerta de mi casa, ví la calle y el panorama lleno de árboles deshojandos y nieve, froté mis manos para aumentar un poco la temperatura, caminé hasta el buzón de correo y lo abrí, no había mucho solo unos cuantos documentos de papá. Tomé los documentos y entré a la casa nuevamente, los puse en la mesita de la sala de estar y al ponerlos vi que uno estaba manchado, lo tomé y revisé las manchas minuciosamente, me pasé las manos por la cara con frustración, ya sabía lo que pasaba, era sangre. Abrí el sobre y saqué la carta con la manos levemente temblorosas.

La carta decía:

"Esta vez se fueron lejos, no los encontraba por ningún lugar, querida Nina, ya te dije que de nada te sirve correr y huir de mí, te amo Nina, te amo como no tienes una idea, serás mía por las buenas o por las malas"

Atte: Eduard Romalqui

Suspiré profundamente, tire la carta a la mesa nuevamente y me recosté en el sillón. Mis ojos picaban, no quería llorar, no lo haría, tenía que ser fuerte y no dejarme intimidar otra vez. Eso era lo que él quería, quería intimidarme y no lo podía permitir.

Me levanté y salí nuevamente, vi hacia todos lados, solo vi a dos hombres hablando tranquilamente frente a la casa. No había señales de Eduard, eso me tranquilizó un poco, tal vez mandó la carta estando lejos.

Tenía miedo, lo admito.

—Nina —un escalofrío recorrió mi cuerpo— ¿Qué haces ahí afuera? entra a la casa hace frío —dijo mi mamá desde el umbral de la puerta.

—Sí —dije dando un último vistazo al lugar— ahora voy... oye mamá— dije una vez estando adentro.

—Dime hija.

—¿Estás cansada de cambiarte de casa?

Ella lo pensó un momento.

—No es lo más divertido, pero por ustedes me iría hasta Marte. —sonrió —y tú papá también.

Se acerque disimuladamente a la mesita y tomé la carta para meterla en mi abrigo.

—¿Pero no estás cansada?¿No crees que lo mejor es enfrentar el problema?

—Ya lo intentamos, ya denunciamos a Eduard, Nina. No obtuvimos ninguna respuesta.

—No me refiero exactamente a eso.

—Nina, ya hablamos de esto...

—Es que mamá, piensa, sí le damos un escarmiento tal vez deje de molestarnos. Yo sé que no puedo regresar el tiempo y evitar que me viole, así que me da igual si paga por eso o no, lo que me importa es que Caroline, tú y papá esten bien ahora y no les pase nada —dije con un nudo en la garganta.

—Ya sabes lo que piensa tu papá sobre eso.

—Papá quiso matar a Eduard con sus propias manos cuando se enteró de lo que me hizo ¡No sé por qué a cambiado tanto de opinión y ahora solo huimos!

—No nos quiere meter en problemas, no quiere que las cosas empeoren, tiene temor de que Eduard se moleste más y luego sus amenazas dejen de serlo y se conviertan en realidad ¡Entiéndelo! Tú papá solo quiere protegernos.

—¡Entonces hay que matar a Eduard!

—¡Nina!...

—Mamá hay que matarlo.

—No te convertirás en una asesina, no lo harás, nadie de esta familia lo hará —dijo con enojo y subió las escaleras.

Yo me quedé en la sala pensando y debatiendo en mi mente si era una buena idea... Tal vez sí o tal vez no, ir a la cárcel no es algo que planeo en un futuro, pero tampoco planeo llorar por algo que nos haga Eduard.

—¿Qué sucede? —preguntó mi hermana menor, Caroline, saliendo de la cocina.

Suspiré —Nada, no te preocupes.

—Nina, ya estoy grande, no soy una niña que pueden engañar. Estoy harta de que me traten como una mocosa y me excluyan de todo.

—Entiende que esto es por ti, nosotros te cuidamos porque te queremos muchísimo. ¿Entiendes eso? No queremos preocuparte por... Pequeñeces — trague saliva y aclaré mi garganta —esto... Esto no tiene por qué afectarte —sonreí.

Rodó los ojos con molestia —¿Y cuándo piensan incluirme en los temas "de adultos"? —preguntó haciendo comillas en el aire con sus dedos —ya tengo 16 años.

—Pues... Cuando estés lista.

—Ya lo estoy. Y también estoy lista para aprender a usar una pistola, todos ustedes tienen menos yo.

—Un arma es una gran responsabilidad.

—¡Yo soy lo suficientemente responsable!

—No, no lo eres. Mejor ve a hacer tu tarea, ve, corre.

—No me trates como una niña.

—Si eres lo suficientemente responsable como dices entonces ve y haz tus tareas, eso es lo único que te toca hacer —dije sería.

Choco la suela de su zapato contra el piso con mucha molestia y subió a su habitación. Suspiré aliviada de que ya se haya ido y me volví a sentar en el sillón a pensar en cómo le diría a papá lo de la carta... Necesitaba decírselo, no podía quedarme callada ante algo así. Pero no quiero mudarme otra vez, esta sería la cuarta ocasión.

Me levanté y subí a la habitación, busqué mi teléfono y marqué el número de Josh, mi mejor amigo.  Me mandó a buzón así que decidí  darme un baño para pensar con un poco más de claridad.

Mientras caía el agua caliente sobre mi cuerpo vi mi pierna y la enorme cicatriz que me traía tantos recuerdos, buenos y malos a decir verdad. Por un lado me recuerda la violación y al maldito de Eduard, él me la hizo con un pedazo de botella de vidrio y por otro lado me recuerda a Damián... Mi querido Damián ¿Dónde estará ahora mismo?

Inicio de flash back

Es que... Tengo algo —

dije viendo el vestido azul que Damián tenía en las manos y me traía de obsequio —No lo puedo aceptar sabiendo que no lo usaré.

—¿De qué hablas? —frunció el ceño.

Pensé un rato en si decirle o no —Tengo una enorme cicatriz en la pierna, me da mucha vergüenza —dije al fin después de unos segundos.

—¿Te la hizo Eduard? —

asentí —Quiero verla.

—Damián...

—Por favor.

—Está bien... Solo... Mira para otro lado un momento ¿Sí?

—Bien —dijo antes de darse la vuelta.

Bajé mi pantalón hasta abajo se mis rodillas, me senté en la orilla de la cama y con una toalla tapé todo lo que pude a excepción de la cicatriz de unos 12 centímetros que tenía en mi pierna izquierda.

—Ya puedes voltear —dije con mi cara altamente sonrojada.

Damián no dijo palabra, se acercó a mí, se puso de cuclillas y miró la cicatriz con detenimiento con los ojos entrecerrados, me quedé viendo su cabello castaño mientras el analizaba mi pierna. Después de un par de minutos en silencio dió un beso en ella y se levantó con una sonrisa de labios apretados.

—¿Por qué sonríes? —me atreví a preguntar.

—¿Por qué te da vergüenza?

—No respondas una pregunta con otra pregunta.

—¿Por qué te da vergüenza? — repitió.

—Se ve mal.

—Yo solo veo una marca de algo.

—Sí, de una violación —dije viendo al suelo con molestia de solo recordar.

—No... Una marca de qué a pesar de que te dañaron sigues aquí, luchando y siendo fuerte, superando cualquier circunstancia. Y por eso sonrío, porque te sientes débil pero tus acciones son de una persona super valiente.

Mis ojos comenzaron a picar, Damián siempre me hacía sentir bien, era mi lugar feliz, sí, una persona era mi lugar feliz.

—Ahora me saldré y cuando vuelva quiero verte ese vestido puesto —dijo antes de darme un beso en la frente y salir de la habitación.

Vi el vestido no muy convencida pero aún así me lo puse, salí de la habitación de Damián y caminé hasta la cocina donde él estaba de espaldas preparando un par de sándwiches.

—Damián... —dije llamando su atención en seguida.

—¿Estoy muerto?

—¿Eh?

—Es que ya estoy viendo un hermoso ángel —dijo antes de acercarse y tomar mis manos — realmente estas hermosa —sonreí —¿Sabes que haría juego con ese hermoso vestido y tus hermosos ojos?

—Mmh... No lo sé —dije viéndolo con ternura.

—Un brazalete... Sí, un brazalete con nuestras iniciales y de nuestro color favorito, azules ¿Qué te parece? —dijo emocionado.

—¡Eso sería fantástico! —dije igual de emocionada 

—Lo sé, los conseguiré en estos días, serán hermosos como tú — me guiñó el ojo con diversión. Yo reí.

—Te adoro —lo abracé.

—Lo sé, soy genial —rodé los ojos con diversión —vamos, Josh ya nos está esperando.

Pensé un momento, no me sentía completamente segura de salir con el vestido.

—Primero me iré a cambiar.

—Así te ves hermosa.

—Pero no me siento segura.

—No puedes ocultarla para siempre.

—Pero es que no estoy lista.

—Mmh... ¿Y si hacemos un trato?

—¿De que hablas? —fruncí el ceño.

—Yo llevaré tu otra ropa en mi mochila, si te sientes muy mal buscamos un lugar para que te cambies ¿Sí?

—Pero...

—Enfrentemos nuestros miedos juntos —dijo con una sonrisa.

Fin del Flash Back.

Al final acepté su propuesta y Damián me ayudó a sentirme muy segura en todo momento, no me cambié mi hermoso vestido, fue una salida inolvidable... Y la última...


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