Disfrutando de la alegría, algo se me contagia

Aun teniendo una buena colección de libros en casa, en el fondo intuía de algún modo que las historias contadas por la chica que vivía con él tenían que estar mal contadas, puesto que había grandes lagunas en sus historias que jamás llegó a comprender, incluso pensó, echándose la culpa a él mismo, que quizás su inteligencia no diese para tanto, y el escritor que escribió esas historias, estaba a años luz de su limitado intelecto, de ahí que desistiera en el intento que querer llegar a comprender las historias sinsentido que narraba la inocente voz de aquella joven.

Igual Luz Marina, por dejadez o pereza, leía solo fragmentos de páginas abiertas al azar haciendo una lectura que para nadie tuviese significado alguno, y con razón, pues de aquella forma era capaz de leer un tomo de más de quinientas páginas en menos de la mitad, intentando enlazar los vacíos en el texto con fragmentos que se inventaba sobre la marcha para intentar conectar la historia con un resultado desastroso, en
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