Una vez acabado el paseo matutino, y con una compra inusual ya de vuelta en casa, fue todo el resto de la jornada como era de costumbre, solo que de vez en cuando Luz María hacia inspecciones sorpresa y a hurtadillas, sin que John se diese cuenta, como esperando descubrir algún comportamiento que levantara las sospechas necesarias para solicitar una revisión médica. Pero la verdad es que mientras ella guardaba el resto de la compra que hicieron de regreso a casa, sacándolas de un par de bolsas de papel colocándolas ordenadas en los estantes de la cocina, no se percató de nada extraño.
John entretanto, escuchaba música en una cómoda butaca del salón ante la atenta mirada de una chica que vivía inmersa en un mar de dudas, eso sí, no paraba de darle vueltas a su compra de la que no se separaba, como si tuviese algún tipo de conexión mágica con aquel objeto, sabía que algo había que se le escapaba, solo que, no alcanzaba a comprender el qué.
Una vez ubicado cada cosa en
En un pequeño rincón de América del Sur, siendo este más aldea que pueblo crecía una chica en el seno de una familia muy sencilla, tanto, que a veces incluso era un quebradero de cabeza el hecho de poder tener a diario un plato caliente sobre la mesa.Aunque de linaje humilde, siempre tuvo ambiciones que no eran correspondidas, fueron aquellos unos años difíciles para una de las pocas chicas de aquel recóndito poblado, así que, fue su insistencia la que la llevo a dar los pasos necesarios para permanecer presa de aquel lugar el menor tiempo posible.Estudió en el colegio público más cercano, estando este en un pueblo algo mayor que el suyo, que atendía por ubicación y cercanía a las pequeñas localidades cercanas, situado a unos cinco kilómetros del lugar donde vivía. Aunque siendo el único de una amplia comarca en la que dominaba una vegetación espesa y casi intransitable, apenas en él se daban cita rara vez la friolera de cien alumnos, mezclándose en muchos casos en pequeñas
Con mis pensamientos centrados por completo en los viajes que hago mientras duermo, comencé a deambular en modo automático por el interior de la casa, dejando el libro desgarrado sobre la mesita de noche, y tras eso acabé dando los pasos necesarios para iluminar por completo el dormitorio, tirando enérgicamente con una mano de la cinta ancha que sobresale del mecanismo encastrado en la pared, abriendo así del todo la persiana, y justo al hacerlo, en tan solo un solo segundo, arrasó un potente haz de luz con la penumbra que ocupaba toda mi habitación hasta el punto de cegarme momentáneamente por completo mientras mis pupilas se iban adaptando poco a poco al cambio repentino de luminosidad. Parecía una mañana como otra cualquiera, en la que tras el cristal de mi ventana podía apreciarse el movimiento de las gentes que habitaban mi calle en aquellas tempranas horas, solo que aun no tenía conocimiento de los acontecimientos que ocurrirían pasadas breves horas, y que cambiarían p
Un desayuno de los que solía hacerme a diario María con todo su cariño, junto al olor a café recién hecho, fue lo que me hizo volver de las divagaciones de una mente que en verdad, siempre ha estado más que inquieta. Repetíamos como de costumbre un diálogo escueto pero conciso, en el que apenas nos dirigíamos poco más de un par de monosílabos, y ya con eso hacíamos algo que realmente no sé si podría llamarse comunicarnos, pero como tampoco era una obligación, ni mía ni suya, para ambos era más que suficiente, ella sabía sonsacarme información con las escasas pistas que aportaban solo un par de palabras, o el estado anímico con que me había levantado, y yo daba por hecho con el conciso y breve diálogo que ya alguien se preocupaba por mí, aunque fuese cobrando. Un par de bocados a una de las tortitas humeantes que había amontonadas en un plato sobre un mantel blanco con flores, me trasladó sin esperarlo a otro lugar donde ese mismo aroma me hizo sentir sensaciones para mí desc
Como de costumbre cuando acabábamos de alimentarnos, por respeto a María, no forzar la situación y llevarnos uno de sus cachetes educativos en el cogote, solíamos dejar los platos sucios en el fregadero, luego daba igual no despedirse, en mi caso al menos con una mirada de reojo estando cabizbajo era más que suficiente para que ella interpretase el lenguaje oculto descifrando un hasta luego. Y en mi mente, ya estaba activo el planteamiento de un día cualquiera de verano, donde cualquier chico de mi edad estaría haciendo planes para salir con chicas, bailar o beber haciendo el tonto hasta caer agotado bien entrada la madrugada, pero yo, como persona especial que me considero, no sentía ni siento a día de hoy la más mínima necesidad por sociabilizar haciendo lo que todo el mundo hace, por eso mi meta de la jornada era encontrar un mapa para poder enseñarle el mundo en el que vivía a el amigo imaginario de mis sueños, aún a sabiendas de que aquel comportamiento de ser des
Y sé que mi comportamiento quizás resulte un tanto extraño, al menos para el que no piense como yo, llego a comprender que incluso después de haber pasado tanto tiempo, si llegara a repetirse una situación parecida, de seguro acabaría actuando igual. Si puedo esquivar una encerrona, pues la esquivo. Nunca me gustó el tipo de gente que se las da persona amigable, y aquel era el caso, para intentar sonsacar información privada con tácticas viles de las que siempre acabé saliendo mal parado, pues nunca tuve los recursos sociales necesarios para lidiar con alguien que batalla a diario con todo tipo de personas. En ocasiones, aunque respondiendo simplemente con monosílabos, antes de caer en la cuenta ya había contestado a un sinfín de preguntas para las que nunca fui entrenado, siendo un cordero a merced del dialecto del lobo, que sonsacaba información de un inofensivo chico para después airear los chismes de una familia muy conocida en aqu
Dejando detrás de mí tras una esquina cualquiera a la pareja que hizo remover los sentimientos reencontrados sobre una persona ciega, esa forma de pensar nueva en mí me lleva a cuestionar cosas que antes desconocía. Seguro que de no haber vivido ese tipo de sueños apenas si hubiese llegado a pensar en las cosas que ahora me hacen ser alguien totalmente distinto, una persona que antes nunca mostraba sus verdaderos sentimientos con nadie, pero ahora estoy descubriendo gracias a estas nuevas reflexiones, que realmente estaba equivocado respecto a la vida de los demás. Cada cual carga con su cruz, y aunque parezca que alguien es feliz por fuera y lleva una vida envidiable, todos tenemos nuestros propios problemas, muchos de ellos de una dureza extrema y sin solución aparente. Pero siempre podemos hacer algo para reparar o suavizar el dolor de alguien que sufre, solo que no es fácil descubrir lo que atormenta a quien nos rodea, pues hay quien puede tener carencia de vista, pero tiene la
Y una vez acabado el acto obligatorio de alimentarme como cada noche, acerqué las sobras junto con el plato, cubiertos y vaso hasta la encimera en un gesto que siempre me agradecía María con una mirada de complicidad sin siquiera decírmelo. Y como a nadie tenía que dar explicaciones, me subí los peldaños hasta mi cuarto de dos en dos, con la agilidad propia de alguien que está en la flor de la vida, yendo a acabar con grandes zancadas hasta el cuarto de baño en el que inicié como cada fin de día con el acostumbrado protocolo de higiene dental antes de acabar bien arropado dentro de mi cama. En el que un cepillado a conciencia siempre era seguido de varios envites enérgicos a conciencia con el hilo dental, siempre comenzando por la derecha y de arriba abajo, o sea, un diente de arriba y uno de abajo, así hasta llegar hasta el último de la izquierda. Y es que cada uno tiene sus costumbres, en la que cualquier ruido o distracción alguna que otra vez me llevó a perder el orden que lleva
Entre un vaivén constante de zarandeos provocados por mi alterado estado de nervios, farfullaba algo que no alcanzaba a comprender, entonces intenté que abriera los ojos con la única intención de saber cómo podría ayudarle, pero estaba desfallecido. A saber, cuánto tiempo llevaba respirando ese aire asfixiante del que ni siquiera yo podía escaparme, mezclado con una neblina espesa en la que era incapaz de orientarme. Entonces reaccionó abriendo poco a poco los párpados, mostrando la misma mirada siniestra que recordaba de nuestros anteriores encuentros, se mostraba extrañado al verse tumbado en el suelo, frunció el ceño e intentó incorporarse mientras tosió casi sin fuerzas, agarrándome de los brazos en un acto impulsivo con el que se aferró haciendo presión con sus manos en mi piel, en la que noté de nuevo como era desgarrada por el filo de sus uñas, de la misma forma que la vez en que nos conocimos. Intenté calmarlo sin apenas