Y una vez acabado el acto obligatorio de alimentarme como cada noche, acerqué las sobras junto con el plato, cubiertos y vaso hasta la encimera en un gesto que siempre me agradecía María con una mirada de complicidad sin siquiera decírmelo. Y como a nadie tenía que dar explicaciones, me subí los peldaños hasta mi cuarto de dos en dos, con la agilidad propia de alguien que está en la flor de la vida, yendo a acabar con grandes zancadas hasta el cuarto de baño en el que inicié como cada fin de día con el acostumbrado protocolo de higiene dental antes de acabar bien arropado dentro de mi cama. En el que un cepillado a conciencia siempre era seguido de varios envites enérgicos a conciencia con el hilo dental, siempre comenzando por la derecha y de arriba abajo, o sea, un diente de arriba y uno de abajo, así hasta llegar hasta el último de la izquierda. Y es que cada uno tiene sus costumbres, en la que cualquier ruido o distracción alguna que otra vez me llevó a perder el orden que lleva
Entre un vaivén constante de zarandeos provocados por mi alterado estado de nervios, farfullaba algo que no alcanzaba a comprender, entonces intenté que abriera los ojos con la única intención de saber cómo podría ayudarle, pero estaba desfallecido. A saber, cuánto tiempo llevaba respirando ese aire asfixiante del que ni siquiera yo podía escaparme, mezclado con una neblina espesa en la que era incapaz de orientarme. Entonces reaccionó abriendo poco a poco los párpados, mostrando la misma mirada siniestra que recordaba de nuestros anteriores encuentros, se mostraba extrañado al verse tumbado en el suelo, frunció el ceño e intentó incorporarse mientras tosió casi sin fuerzas, agarrándome de los brazos en un acto impulsivo con el que se aferró haciendo presión con sus manos en mi piel, en la que noté de nuevo como era desgarrada por el filo de sus uñas, de la misma forma que la vez en que nos conocimos. Intenté calmarlo sin apenas
Bajé las escaleras intentando no hacer mucho ruido, a sabiendas que a las cuatro de la madrugada todo sonido era escuchado por los oídos de María, no era algo que hiciese adrede, pero ella inconscientemente siempre estaba alerta, preparada para actuar en cualquier momento debido a un sueño tan frágil que era quebrantado por el más mínimo ruido. Caminando descalzo y a oscuras por unos amplios pasillos que todavía tengo dibujados al milímetro en mi mente, a toda prisa crucé los metros necesarios que separaban mi dormitorio del teléfono del salón, con un prodigioso sigilo que me otorgó el pasar tanto tiempo en soledad dentro de aquellos muros. Recuerdo cerrar la puerta para evitar ser descubierto, y marcar el número de urgencias, a sabiendas que iba a ser tachado de loco, sin saber bien que iba a decir, el teléfono que apretaba sobre mi oreja comenzó a emitir el primero de sus tediosos tonos, llegando a dar solo un par de ellos, de repente el aur
Santiago de Chile, nombre del periódico local “Diario Las Ultimas Noticias” fecha de impresión 8 de febrero de 2008, una columna en la sección de sucesos se abría con un texto que decía así:Un trágico accidente tuvo lugar durante la noche de ayer en la calle avenida de España, a la altura del número 471, donde se presentaron los servicios de emergencias tras recibir una inquietante llamada, la que alertaba de un hombre que residía en la citada dirección, estaba en peligro por un posible escape de gas. Tras recibir el aviso, los primeros en llegar hasta el lugar fueron una patrulla del servicio de Carabineros de nuestra ciudad compuesta por dos agentes. Los cuales intentaron acceder al interior de la vivienda en la que nadie respondía a la llamada de la autoridad, los vecinos al escuchar el revuelo, insistieron en que el hombre que allí residía era invidente, pero según ellos, tenía siempre asistencia en casa asignada por una empresa de la localidad. La ayuda fue concedida gr
Sonó el teléfono en la recepción de la consulta del Doctor que intenta mantener a raya los trastornos de Guzmán desde siempre, y la servicial secretaria que organiza la apretada agenda de un reconocido especialista de la mente humana, previa rápida consulta a su jefe por el interfono que había sobre la mesa, enseguida le pasó la llamada, en la que pudo oírse un dialogo escueto, pero totalmente entendible desde el interior de un cómodo y bien decorado despacho. — ¡Señor James Quirón, cuanto tiempo! Dígame, ¿a qué se debe…? —y no consiguió acabar de formular su pregunta, cuando el tono alterado de la persona al otro lado del cable podía oírse farfullando casi a gritos un monólogo que el Doctor que observa la pared cargada de diplomas, ni siquiera intentó atreverse interrumpir, oyendo con atención como vomitaba todo tipo de improperios respecto al comportamiento de alguien que le estaba ocasionando más de un serio dolor de cabeza. Y tras unos segundos, según iba decreciendo el
El chico sujetó el vaso, como había hecho otras tantas veces, solo que esta vez lo hizo mirando al terapeuta como preguntándole donde debía ponerlo, en una situación tan extraña como incómoda, entonces este, fingió ser simplemente un despiste y le invitó a beberlo mientras le decía.—¡Perdón por mi torpeza! Bebe, no te preocupes, ahora sacaré el vaso. —El chico sujetaba el vaso sin entender bien que es lo que pasaba, y en la espera incómoda se vio casi forzado a beberlo, mientras el Doctor ojeaba unas notas apuntadas en la agenda que había sobre la silla, en un más que ensayado juego, donde le hizo un gesto para poder llevarse el recipiente de cristal hasta la sala contigua, entonces Guzmán apuró de un sorbo el poco líquido que quedaba, haciendo una extraña mueca en la que arrugó por completo el entrecejo, saboreando mientras gesticulaba con los labios, como si en verdad aquella agua le hubiese sabido de un modo extraño.De regreso del despacho principal, García traía consigo
En estas líneas quiero rendir un homenaje muy especial a Guzmán, un peculiar personaje que nació de lo más profundo de mis pensamientos, en algún rincón olvidado de mi mente, ahí, justo ahí es donde él aguardaba escondido el momento de hacerme saber que realmente existía. Y aunque no lo creas me insistió durante mucho tiempo, de una forma muy sutil, lanzándome señales que incluso alteraban mi comportamiento, para que comprendiera de ese modo como se siente y así me aventurara a contar sus hazañas. Insistió hasta el punto de acabar siendo el protagonista principal de mi primera novela " Un mundo irreal". Donde este sujeto pasó por lo suyo, intentando integrarse a su peculiar manera y sin lograrlo del todo, en una sociedad que lo tacha unas ocasiones de excéntrico y otras veces de loco, dándole todos de lado sin tratarlo como realmente se merece. Todos tenemos nuestros propios demonios dentro, solo que muchos saben disfrazarlos demasiado bien para que no salgan afuera, aparentando
Cuarenta y dos, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarent.... M*****a sea, no puede ser, siempre fueron cuarenta y cinco, estoy seguro de que algo hice mal. Y entonces, este gesto sin sentido para el resto de mortales que siempre me miran como a un bicho raro al frenarme en seco en mitad de la calle, me lleva de nuevo a ser el centro de atención una vez más sin poder hacer nada por evitarlo. Ellos jamás llegarán a comprender que, para mí al menos, esto es realmente una cosa importante. Pues sí, este camino que llevo haciendo desde hace años, lo tengo medido al milímetro, juraría poder hacerlo sin problemas incluso con los ojos cerrados. A diario, camino como el resto de mortales, solo que yo lo hago de una forma algo distinta, donde cada paso que doy está más que medido y estudiado. No puedo hacerlo como todo el mundo, en mi caso la forma correcta es siguiendo un perfecto trazado que nunca jamás cambio, teniendo en cuenta todas las dificultades que entrañ
Pues tampoco es tan complicado, yo lo tuve claro desde siempre. En casa, hay que seguir varias normas básicas de convivencia, y si todos las respetan, al menos yo, me encuentro un poco más tranquilo. De entre las cuales, os nombro algunas, que para mí son muy importantes y os explico por qué siento la obligación y la necesidad de llevarlas a cabo. Aparte de estas, yo tengo mi propio repertorio de rituales especiales de cosecha propia, que no vienen a cuento ir contando en todo momento a todos, y tampoco creo que os incumban, pues yo no me he metido jamás en la vida privada de nadie. Norma de convivencia número uno. Y quizás una de las más importantes es la limpieza, y aclaro el motivo. El entorno debe por necesidad fisiológica mía, tener una higiene y desinfección absoluta, porque, aunque no lo veamos con nuestros propios ojos, estamos invadidos por bacterias y microbios de todo tipo que proliferan por todos lados, multiplicá