POV: CARMEN. Estaba sentada como una niña pequeña en la sala de espera, llorando sin consuelo, no quería perder a mi amiga, todo era un rollo, Antony siendo operado, y por otra parte la vida de Mary y su bebé en peligro. Siento a alguien tocar mi hombro suavemente y seguido lo siento a mi lado—Le van a hacer cesárea, intentaran salvarlas a ambas —digo casi sin voz, su cercanía me da un destello de ilusión pero no calma mi dolor. —Ella... —No me importa, si no es tan necesario ni lo menciones —niego con la cabeza, no quiero que ninguna de las dos muera. —Ella lo decidió así, ambos se sacrificaron por esa pequeña —aclara. —Lo sé —exclamo entre cortada. —. Pero esa pequeña los necesita a ambos. —Todo por una aventura de hace más de cuatro años —gruñe y siento la molestia en su voz, lo entiendo, es increíble lo que ocasionó todo esto. Termino dormida sobre su hombro, aproveché para volver a memorizarme su aroma. Al final todo salió como menos lo esperábamos, la familia de tres e
—Tal vez —se encoge de hombros. Suspiro con pesadez, ha pasado mucho tiempo, no creo que valga la pena echarme para atrás, además no sé si Hugo llegue a perdonarme, tampoco es que lo merezca. Regreso a casa antes de que acabe la fiesta, no soy tan fuerte como para seguir viéndolo con esa. Me olvido completamente del contrato y me duermo. Al día siguiente en la cafetería me acuerdo del contrato y empiezo a buscarlo como loca entre mis libros pero nada. —Oye ¿Qué sucede? —me pregunta una de mis compañeras. —Nada —murmuro cerrando mi mochila. —Deben ser los nervios, hoy mudan tus cosas ¿no?—Estoy bien, tengo que irme —me paro y salgo corriendo con mi mochila al hombro, no es mi hora de salida por lo que me toca tomar un taxi.Al llegar a casa subo corriendo a mi habitación y vacío mis cosas como loca, sacudo y sacudo uno por uno hasta encontrarlo, suspiro aliviada y sin ordenar nada me pongo a leerlo luego de poner seguro a la puerta. No me salto nada por más aburrido que sea, lle
El corazón se me estruja del dolor, lastimé al hombre que amo por ellos, porque creí en su amor, y en que la familia era lo más importante en la vida, pero ellos me han hecho darme cuenta de que no de la peor manera. Un sollozo escapa de mis labios sin poder evitarlo. —Carmen —repite mi nombre. —Estoy bien —mi voz sale ahogada, casi inaudible. —Me iré sólo cuando te vea la cara —dice decidido. Limpio mis mejillas y siento dolor al hacerlo, de seguro ya tengo un moretón. Volteo lentamente con la cabeza gacha, no estaba en condiciones de esconder mi estado, peor estaba mi pobre corazón al enterarme de que por la persona que me estaba sacrificando, era quien me había apuñalado sin piedad por la espalda. Levanto la cabeza y lo miro a los ojos, el asombro en sus ojos es escaso, porque pasa a tener una furia inmensa, su mandíbula cae y aprieta con fuerza sus puños, está digiriendo esto. Cosa que yo aún no logro. —Si quieres ayudarme no digas ni hagas nada —pido con la voz quebrada. N
No le insisto más, en algún momento se calmará, sólo necesita tiempo, y aunque estoy agonizando por saber que la tiene así, prefiero respetarlo. —Ya, tranquila, no tienes que decirme —tomo de sus hombros y los acaricio suavemente. Voltea quedando cara a cara conmigo, dejándome ver su rostro rojo del llanto, estiro mi mano y toco su mejilla tiernamente. —Gracias —gimotea. —. Por ti aún queda una parte de mi corazón —deja caer su cabeza sobre mi pecho y la abrazo. Subo y bajo mi mano sobre su cabello mientras pienso. ¿Quién te hizo tanto daño pequeña? ¿Quién dañó tu corazón al punto de dejarte tan vacía, tan desecha? ¿Quién fue capaz de cortarle las alas una ángel como tú?Unos golpes en la puerta la hacen sobresaltar, los golpes se intensifican y decido ir a abrir. —Quédate aquí —le pido. Un toque más. —. ¡Voy! ¿Cuál es la desesperación que ni el timbre se dignan a tocar?Abro la puerta, encontrándome con dos hombres en ella, un oficial y el tal Manuel ese.—Buen día —saluda el o
—Claro que no —tomo su rostro entre mis manos. —. Has demostrado ser una maravillosa hija, estuviste dispuesta a sacrificarte por ellos, pero en algo siempre tuviste razón, el dinero se les subió a la cabeza —ella suelta una pequeña risa por primera vez. —. El dinero si cambia a las personas, tal vez él lo hizo porque estaba acorralado...—No —niega rotundamente. —. No lo defiendas, él no tenía derecho, soy su hija, Hugo, su sangre —se señala a sí misma. —. Para colmo sabía lo nuestro, lo disimuló tan bien. —A razón —comento pensativo. —¿Qué? —pregunta confundida. —Fue a la empresa a gritarme como loco que le regresara a su hija, hasta me amenazó, pero no importa, no te interrumpo más —le digo con una sonrisa. —Ya te sabes el resto —menea la cabeza. —Ya empezaste —me encojo de hombros. No estoy molesto, pero si me causa cierta tristeza que no me haya dicho nada, que no haya confiado en mí, aunque por otra parte entiendo el miedo que debió de sentir por la empresa de sus padres.
POV: CARMEN. Sus dedos trazan mi cuello una y otra vez sin cambiar de lugar, disfruto de su tacto en silencio. —¿Estás bien? —pregunta, besando mi cien. —Sí —contesto. —. Sólo algo sensible —admito. —Eso es normal. Arqueo la cabeza hacia atrás para verlo a los ojos. —¿También es normal que aún tenga ganas?Él se echa a reír. —Lo es —dice sin dejar de reír. —. Pero tiene solución. Arqueo la cabeza un poco más para verlo mejor. —¿Podemos? —su cara no me deja decir más. —No tienes ni idea —dice riéndose de mi reacción. —.Pero hay muchas maneras —besa mi cabeza. Me acomodo como antes viendo por la ventana, pero él deja de trazar mi cuello con sus dedos, no puedo redactar como fue que llegamos a la habitación, pero sólo sé que estamos aquí, y que descubrí que el hombre que me abraza por la espalda, es fuerte en todos los sentidos. —Yo te enseñaré todas —susurra sobre mi piel. Cierro los ojos disfrutando estar entre sus brazos, me siento tan completa y complacida en sus brazos, p
—Mamá es hermosa, podrías venderla a algún amigo y pagar la deuda de la empresa —suelto mirándolo fijamente. Levanta su mano para pegarme, pero Hugo me rueda tras él. —Te estás pasando Carmen —me dice en voz baja. —Sólo es el principio —me suelto de su agarre tomándolo desapercibido y me coloco frente a mi padre, a un paso de distancia. —. Anda, pégame, ¡pégame! Súmele una más, ¿Qué más da? Me arruinaste la vida una vez, haz lo otra vez, necesitas privacidad para demostrar la clase de hombre que eres. —¿Olvidas que soy tu padre? A mí me respetas —demanda. —A mí no se me olvidó nada, simplemente usted no es mi padre, considéreme su hija, pero yo no me considero su hija —me acerco a él, cortando la mínima distancia que quedaba entre nosotros. —. Me da asco. Y por primera vez, me pega, tan fuerte que termino en el suelo. Levanto la cabeza del suelo aturdida, un poco borroso veo al tal policía ese intentando separar a Hugo de mi padre, estoy segura que sobornó a ese hombre para que
—No lo sé —confieso. Toca mi hombre con cariño. —Tranquila, siempre lo has dicho, ya eres toda una mujer y sabrás tomar tus decisiones. Le sonrío, aunque no del todo. —¿Y? —me mira con picardía. —¿Y? —repito. —Sabes de que hablo —pega su espalda al sofá y me mira esperando a que hable. —.Bueno, como gustes, ¿ya Hugo te quito lo seca? —despega su espalda del sofá y se inclina hacia mí. —. ¿Cómo es?Me muevo un poco hacia atrás carraspeando y ella ríe. —Así me pagas todas las clases que te di —me reprocha y abro la boca impresionada. —Oh, si hablamos de clase Hugo es mejor profesor —le digo divertida. —¿Ajá?Asiento mirándola juguetona. —Digamos que me preguntaba que tantas cosas podíamos hacer, porque en serio sentía como si en algún momento me quedaría sin ganas, pero no pasaba ni media hora y con un simple beso ya me imaginaba que lo hiciéramos otra vez —le cuento apenada. —Puede depender de que tan agotada te deje el moreno —toca mi dije con ternura, y me sonríe. —. Yo sól