No le insisto más, en algún momento se calmará, sólo necesita tiempo, y aunque estoy agonizando por saber que la tiene así, prefiero respetarlo. —Ya, tranquila, no tienes que decirme —tomo de sus hombros y los acaricio suavemente. Voltea quedando cara a cara conmigo, dejándome ver su rostro rojo del llanto, estiro mi mano y toco su mejilla tiernamente. —Gracias —gimotea. —. Por ti aún queda una parte de mi corazón —deja caer su cabeza sobre mi pecho y la abrazo. Subo y bajo mi mano sobre su cabello mientras pienso. ¿Quién te hizo tanto daño pequeña? ¿Quién dañó tu corazón al punto de dejarte tan vacía, tan desecha? ¿Quién fue capaz de cortarle las alas una ángel como tú?Unos golpes en la puerta la hacen sobresaltar, los golpes se intensifican y decido ir a abrir. —Quédate aquí —le pido. Un toque más. —. ¡Voy! ¿Cuál es la desesperación que ni el timbre se dignan a tocar?Abro la puerta, encontrándome con dos hombres en ella, un oficial y el tal Manuel ese.—Buen día —saluda el o
—Claro que no —tomo su rostro entre mis manos. —. Has demostrado ser una maravillosa hija, estuviste dispuesta a sacrificarte por ellos, pero en algo siempre tuviste razón, el dinero se les subió a la cabeza —ella suelta una pequeña risa por primera vez. —. El dinero si cambia a las personas, tal vez él lo hizo porque estaba acorralado...—No —niega rotundamente. —. No lo defiendas, él no tenía derecho, soy su hija, Hugo, su sangre —se señala a sí misma. —. Para colmo sabía lo nuestro, lo disimuló tan bien. —A razón —comento pensativo. —¿Qué? —pregunta confundida. —Fue a la empresa a gritarme como loco que le regresara a su hija, hasta me amenazó, pero no importa, no te interrumpo más —le digo con una sonrisa. —Ya te sabes el resto —menea la cabeza. —Ya empezaste —me encojo de hombros. No estoy molesto, pero si me causa cierta tristeza que no me haya dicho nada, que no haya confiado en mí, aunque por otra parte entiendo el miedo que debió de sentir por la empresa de sus padres.
POV: CARMEN. Sus dedos trazan mi cuello una y otra vez sin cambiar de lugar, disfruto de su tacto en silencio. —¿Estás bien? —pregunta, besando mi cien. —Sí —contesto. —. Sólo algo sensible —admito. —Eso es normal. Arqueo la cabeza hacia atrás para verlo a los ojos. —¿También es normal que aún tenga ganas?Él se echa a reír. —Lo es —dice sin dejar de reír. —. Pero tiene solución. Arqueo la cabeza un poco más para verlo mejor. —¿Podemos? —su cara no me deja decir más. —No tienes ni idea —dice riéndose de mi reacción. —.Pero hay muchas maneras —besa mi cabeza. Me acomodo como antes viendo por la ventana, pero él deja de trazar mi cuello con sus dedos, no puedo redactar como fue que llegamos a la habitación, pero sólo sé que estamos aquí, y que descubrí que el hombre que me abraza por la espalda, es fuerte en todos los sentidos. —Yo te enseñaré todas —susurra sobre mi piel. Cierro los ojos disfrutando estar entre sus brazos, me siento tan completa y complacida en sus brazos, p
—Mamá es hermosa, podrías venderla a algún amigo y pagar la deuda de la empresa —suelto mirándolo fijamente. Levanta su mano para pegarme, pero Hugo me rueda tras él. —Te estás pasando Carmen —me dice en voz baja. —Sólo es el principio —me suelto de su agarre tomándolo desapercibido y me coloco frente a mi padre, a un paso de distancia. —. Anda, pégame, ¡pégame! Súmele una más, ¿Qué más da? Me arruinaste la vida una vez, haz lo otra vez, necesitas privacidad para demostrar la clase de hombre que eres. —¿Olvidas que soy tu padre? A mí me respetas —demanda. —A mí no se me olvidó nada, simplemente usted no es mi padre, considéreme su hija, pero yo no me considero su hija —me acerco a él, cortando la mínima distancia que quedaba entre nosotros. —. Me da asco. Y por primera vez, me pega, tan fuerte que termino en el suelo. Levanto la cabeza del suelo aturdida, un poco borroso veo al tal policía ese intentando separar a Hugo de mi padre, estoy segura que sobornó a ese hombre para que
—No lo sé —confieso. Toca mi hombre con cariño. —Tranquila, siempre lo has dicho, ya eres toda una mujer y sabrás tomar tus decisiones. Le sonrío, aunque no del todo. —¿Y? —me mira con picardía. —¿Y? —repito. —Sabes de que hablo —pega su espalda al sofá y me mira esperando a que hable. —.Bueno, como gustes, ¿ya Hugo te quito lo seca? —despega su espalda del sofá y se inclina hacia mí. —. ¿Cómo es?Me muevo un poco hacia atrás carraspeando y ella ríe. —Así me pagas todas las clases que te di —me reprocha y abro la boca impresionada. —Oh, si hablamos de clase Hugo es mejor profesor —le digo divertida. —¿Ajá?Asiento mirándola juguetona. —Digamos que me preguntaba que tantas cosas podíamos hacer, porque en serio sentía como si en algún momento me quedaría sin ganas, pero no pasaba ni media hora y con un simple beso ya me imaginaba que lo hiciéramos otra vez —le cuento apenada. —Puede depender de que tan agotada te deje el moreno —toca mi dije con ternura, y me sonríe. —. Yo sól
—No te llevaste nada de ropa, vine a traerte algunas —contesta su madre. Carmen mira el bulto al lado del pie de su mamá y luego la mira a ella. —Gracias. —¿Estás bien? Al menos dime que no tengo que preocuparme —pide su madre con tristeza. —Para nada —Carmen responde sin titubear, está muy seca. —Hija... —Dime lo que quiero escuchar —demanda con algo de molestia en la voz. —No lo sabía —escuchar eso me alivia un poco, y supongo que a Carmen mucho más. —. Lo descubrí ya cuando Manuel había vuelto para comprometerse contigo, pero no sabía que él te había amenazado ni chantajeado de esa manera —farfulla agitando los brazos desesperada. Carmen suspira hondo. —Yo siempre te voy a querer mamá —le confiesa, y estoy seguro que quería decir un te amo, pero está en todo su derecho de cerrarse con ellos. —. Pero mientras estés con Alejandro no pienses que me tendrás cerca. —Es tu papá —aclara la señora. —Lo era, porque lo que importa es si me considero su hija, y no, no lo hago —hace
Con cuidado me siento en un sofá con la bebé en brazos. Sólo he cargado un bebé en mi vida, y ha sido la de Mary, no he tenido la oportunidad con alguien más, hasta hoy. —Relájate, es pequeña pero no se te caerá —comenta la madre pasando a sentarse junto a su madre frente a mí y a Hugo. —Es hermosa —busco la mirada de Hugo y éste me sonríe. Y así empieza la charla familiar, tengo cierta curiosidad por el padre del bebé pero sería de muy mala educación preguntar, así que me aguanto las ganas. —Tu padre viene en la noche, también está muy emocionado —dice la señora Ilda y yo miro a su hijo. —No nos vamos a quedar mamá —aclara Hugo. —Ni de juegos, recién nos vemos, necesito conocer mejor a mi nuera, ¿Cómo crees hijo? —expresa indignada. —Hugo tiene que trabajar —agrego. —Nada de eso, voy por Lissy para que les prepare algo —y se esfuma, así nada más. —Lo empeoraste, ese cuento ni a mi padre se lo acepta, no nos dejará ir —murmura Hugo. —. Y cuando lo usas con ella, simplemente h
Se pone serio, cosa que me asusta.—Yo...—La verdad es que no lo conozco, sólo sé que la abandonó —responde, y por su tono no parece ser que le guste hablar de ello. —. Pero con nosotros no le faltará nada. —Al fin de cuentas la familia es lo primero —murmuro bajito. —. O al menos algunos —comento nostálgica. Me separo de él para bajar de la cama pero no me deja. —Carmen —regaña. —No lo podemos cambiar, Hugo, tengo que aprender a vivir con eso —declaro soltándome de su agarre, y voy directo al baño. Siempre va a doler, va a doler porque veré gente felices y orgullosos de la familia que Dios le dio, yo simplemente podré pensar lo peor de la mía. Cuando salgo del baño, él ya no está, veo un vestido jean, largo de mangas cortas, caminar con eso será incómodo, pero ni modos, al costado de la cama están unas chanclas azules similar al vestido sólo que el vestido es de un azul marino. Me lo pongo y bajo, mi cabello lo dejo tal como estaba. Cuando llego a la sala veo a Hugo sentado h