—Disculpa, no quiero molestar. Unas inmensas ganas de llorar se apoderan de mí, a pesar de todo lo que le hice se preocupa por mí, hasta me trata bien, no me merece, no merece lo que le hice. —Si no encontramos taxi yo te llevo —sé porque lo dice, no quiere llevarme y no está en la obligación de hacerlo, también tiene sus motivos. Tomamos el ascensor y llegamos a su departamento, me deja entrar de primero, recuerdo que me abofetea al entrar allí, me siento incómoda sobre el sofá a esperarlo, hace varias llamadas y nada. Deja el celular sobre la mesita en frente de mí y se mete a su habitación, pasa unos minutos y su celular empieza a sonar. Miro la pantalla y se me hunde el pecho al ver el nombre de Ana ahí, trueno mis dedos sin saber que hacer, sé que no estoy en condiciones de ponerme celosa pero ella no, ella sí que no. Aclaro mi garganta y tomo la llamada, no digo nada y practico como hacer que mi voz salga como un gemido. —¿Hola?—Hu... —levanto la cabeza de golpe al escucha
Volteo abriendo los ojos aturdida, parpadeo varias veces para mejorar mi visión, me encuentro con él tumbado a mi lado boca abajo, con su mano en mi espalda, lo observo con detenimiento y toco su cabello suavemente, tengo que irme, aunque que más quisiera yo que quedarme y repetir lo de anoche. Me inclino un poco y beso su hombro mientras paso mechones detrás de mi oreja. —Te amo —susurro. Me deslizo de la cama hasta tener los pies en el suelo, mi cuerpo duele pero no tanto como para no poder moverme, lo que sí dolió fue lo de anoche, pero como dijo, luego lo disfruté, hasta el punto de pedir más. Me visto con rapidez antes de que se despierte y me voy, sólo era una noche, y aunque quisiera más que eso con él debo dejarlo ser feliz, no puedo entrar y salir de su vida como me de la gana. Yo tengo un compromiso al que le debo hacer frente. Al llegar a casa me alivia no ver a nadie, voy directo a mi habitación y me doy un baño, recordando el mínimo detalle de lo que pasó anoche. Pero
POV: CARMEN. Nunca me había desmayado por llorar mucho, ese día experimenté eso, mis padres estaban hechos una furia, eso me causó cierta emoción, al menos si tenía por quienes seguir adelante. Desde la última noche, no me volví a encontrar con Hugo, y es mejor así, ya casi se cumplían los tres meses para que Manuel regresara, no será sólo firmar papeles, quiere que lo hagamos creíble. Al final, terminé contándole todo a Mary, estaba demasiado mal para seguir guardando todo aquello sola. Y justo ahora estamos de compras para su bebé. Le muestro una lencería con una sonrisa pícara, su declaración me deja con la boca abierta y descaradamente se atreve a guiñarme el ojo, pero todo cambia cuando recuerdo la noche que pasé con Hugo. —Mmm, ¿Quién te viene a la mente?Bufo dándole la espalda y empiezo a buscar prendas. —¿Quién más? El primero y el que parece querer ser el último, mentalmente —digo con desanimo, no es lindo hablar de algo que quisieras tener y no puedes. Me hace la mis
POV: CARMEN. Estaba sentada como una niña pequeña en la sala de espera, llorando sin consuelo, no quería perder a mi amiga, todo era un rollo, Antony siendo operado, y por otra parte la vida de Mary y su bebé en peligro. Siento a alguien tocar mi hombro suavemente y seguido lo siento a mi lado—Le van a hacer cesárea, intentaran salvarlas a ambas —digo casi sin voz, su cercanía me da un destello de ilusión pero no calma mi dolor. —Ella... —No me importa, si no es tan necesario ni lo menciones —niego con la cabeza, no quiero que ninguna de las dos muera. —Ella lo decidió así, ambos se sacrificaron por esa pequeña —aclara. —Lo sé —exclamo entre cortada. —. Pero esa pequeña los necesita a ambos. —Todo por una aventura de hace más de cuatro años —gruñe y siento la molestia en su voz, lo entiendo, es increíble lo que ocasionó todo esto. Termino dormida sobre su hombro, aproveché para volver a memorizarme su aroma. Al final todo salió como menos lo esperábamos, la familia de tres e
—Tal vez —se encoge de hombros. Suspiro con pesadez, ha pasado mucho tiempo, no creo que valga la pena echarme para atrás, además no sé si Hugo llegue a perdonarme, tampoco es que lo merezca. Regreso a casa antes de que acabe la fiesta, no soy tan fuerte como para seguir viéndolo con esa. Me olvido completamente del contrato y me duermo. Al día siguiente en la cafetería me acuerdo del contrato y empiezo a buscarlo como loca entre mis libros pero nada. —Oye ¿Qué sucede? —me pregunta una de mis compañeras. —Nada —murmuro cerrando mi mochila. —Deben ser los nervios, hoy mudan tus cosas ¿no?—Estoy bien, tengo que irme —me paro y salgo corriendo con mi mochila al hombro, no es mi hora de salida por lo que me toca tomar un taxi.Al llegar a casa subo corriendo a mi habitación y vacío mis cosas como loca, sacudo y sacudo uno por uno hasta encontrarlo, suspiro aliviada y sin ordenar nada me pongo a leerlo luego de poner seguro a la puerta. No me salto nada por más aburrido que sea, lle
El corazón se me estruja del dolor, lastimé al hombre que amo por ellos, porque creí en su amor, y en que la familia era lo más importante en la vida, pero ellos me han hecho darme cuenta de que no de la peor manera. Un sollozo escapa de mis labios sin poder evitarlo. —Carmen —repite mi nombre. —Estoy bien —mi voz sale ahogada, casi inaudible. —Me iré sólo cuando te vea la cara —dice decidido. Limpio mis mejillas y siento dolor al hacerlo, de seguro ya tengo un moretón. Volteo lentamente con la cabeza gacha, no estaba en condiciones de esconder mi estado, peor estaba mi pobre corazón al enterarme de que por la persona que me estaba sacrificando, era quien me había apuñalado sin piedad por la espalda. Levanto la cabeza y lo miro a los ojos, el asombro en sus ojos es escaso, porque pasa a tener una furia inmensa, su mandíbula cae y aprieta con fuerza sus puños, está digiriendo esto. Cosa que yo aún no logro. —Si quieres ayudarme no digas ni hagas nada —pido con la voz quebrada. N
No le insisto más, en algún momento se calmará, sólo necesita tiempo, y aunque estoy agonizando por saber que la tiene así, prefiero respetarlo. —Ya, tranquila, no tienes que decirme —tomo de sus hombros y los acaricio suavemente. Voltea quedando cara a cara conmigo, dejándome ver su rostro rojo del llanto, estiro mi mano y toco su mejilla tiernamente. —Gracias —gimotea. —. Por ti aún queda una parte de mi corazón —deja caer su cabeza sobre mi pecho y la abrazo. Subo y bajo mi mano sobre su cabello mientras pienso. ¿Quién te hizo tanto daño pequeña? ¿Quién dañó tu corazón al punto de dejarte tan vacía, tan desecha? ¿Quién fue capaz de cortarle las alas una ángel como tú?Unos golpes en la puerta la hacen sobresaltar, los golpes se intensifican y decido ir a abrir. —Quédate aquí —le pido. Un toque más. —. ¡Voy! ¿Cuál es la desesperación que ni el timbre se dignan a tocar?Abro la puerta, encontrándome con dos hombres en ella, un oficial y el tal Manuel ese.—Buen día —saluda el o
—Claro que no —tomo su rostro entre mis manos. —. Has demostrado ser una maravillosa hija, estuviste dispuesta a sacrificarte por ellos, pero en algo siempre tuviste razón, el dinero se les subió a la cabeza —ella suelta una pequeña risa por primera vez. —. El dinero si cambia a las personas, tal vez él lo hizo porque estaba acorralado...—No —niega rotundamente. —. No lo defiendas, él no tenía derecho, soy su hija, Hugo, su sangre —se señala a sí misma. —. Para colmo sabía lo nuestro, lo disimuló tan bien. —A razón —comento pensativo. —¿Qué? —pregunta confundida. —Fue a la empresa a gritarme como loco que le regresara a su hija, hasta me amenazó, pero no importa, no te interrumpo más —le digo con una sonrisa. —Ya te sabes el resto —menea la cabeza. —Ya empezaste —me encojo de hombros. No estoy molesto, pero si me causa cierta tristeza que no me haya dicho nada, que no haya confiado en mí, aunque por otra parte entiendo el miedo que debió de sentir por la empresa de sus padres.