44 - Su tesoro más preciado.
Maximiliam levantó en brazos a su esposa con una firmeza casi brutal, pero sus movimientos eran controlados, como si temiera romperla. Brianna no emitió ningún sonido, demasiado agotada por la adrenalina y el dolor que aún punzaba en su pecho. Su cuerpo, aunque herido, seguía siendo un templo para él. La llevó hacia el coche sin permitir que nadie más la tocara. Cada paso que daba estaba impregnado de ira contenida, una furia que amenazaba con desbordarse. Cuando terminó de acomodarla cuidadosamente en el asiento trasero, se volvió hacia su asistente, sus ojos fríos como el hielo.

— Cierra la cafetería — ordenó, su voz tan afilada como una cuchilla —. Cómprala si es necesario... Y quiero que encuentren a esa basura que intentó lastimar a mi esposa.

El asistente asintió rápidamente, sin atrever siquiera a preguntar nada más. Desde hacía mucho tiempo, él había sido testigo de la devoción que Maximiliam sentía por Brianna. El amor que le profesaba era tan intenso que a menudo rozaba la ob
Lgamarra

La amaba con una devoción incomparable... ¡Mierda! Maximiliam ya cayó.

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