El momento que parecía perfecto para Kathlyn, tuvo una desmejora. No se esperaba la aparición del billonario Lorenzo Almeida, que se veía muy entusiasmado con el encuentro.— ¡No me interesa Lorenzo!, nosotros tenemos una relación estrictamente profesional. Kathlyn se enrojece y frunce el ceño, algo disgustada. Esto a Mauricio le comienza a dar cierta gracia y por fin esbozó una sonrisa. — Pero no me vas a decir Kathlyn que el tipo no es un buen partido?, y tus cuñadas son bien rubias! — Mauricio! ¡No hables de esa manera!, me vas a avergonzar!Lorenzo veía hacia ellos y sonríe espléndido, levanta su vaso en señal de brindis. — Yo lo veo muy animado! Seguro que no hay nada entre ustedes? — ¡Claro que no, ya te lo dije! De forma repentina Lorenzo ya avanzaba con sus hermanas hacia la mesa de Kathlyn y Mauricio. — Disculpen pero nos pareció mejor idea sentarnos con ustedes! — Claro, ¡ adelante no hay problema!—acepta Mauricio.— ¡Les presento a mis hermanas Nora y Sofía, están re
Creo que ya es hora de irnos, ¡señores!... Lorenzo pone la cara de embarque y le contesta con fastidio… — ¡Está bien, Román, dame unos segundos más! — ¡Sí, pero acuérdese de sus hermanas, mírelas! Nora y Sofía estaban sentadas, pero no tenían malas caras. Entonces Lorenzo reflexionó. — ¡Está bien! ¿Trajiste carro Kathlyn, me supongo? — ¡Sí, Lorenzo, yo tengo mi carro! Román empezó a cerrar puertas, apagar luces y se despidió. Kathlyn logró por fin safarse de Lorenzo, aunque él estaba persistente, él decidió dejar, todo para otra ocasión. Kathlyn iba de salida al estacionamiento, pero mientras caminaba, su empecinamiento era increíble, porque llamó a Mauricio. — ¡Aló! ¿Cómo estás? ¿Mira...Ya terminó la reunión? — ¡Kathlyn! Yo estoy descansando!, mañana hablamos. ¿Y Lorenzo? — ¡Lorenzo! Bueno él... ¡Se fue con sus hermanas! — ¡Mauricio, yo pensé que íbamos a compartir un poco más! ¿Por qué no salimos? Mauricio mira el reloj, y realmente él se sentía muy aburrido. — ¡Sí, es
—¡Señor Santillano, señor Santillano!—Aurora se esfuerza en hablar porque Rubén está conversando por teléfono. Rubén interrumpió para atender a Aurora: —¡Disculpa!...¡Dime Aurora! —¡Quería saber si le traigo algo más! —¡Ah no querida, estoy bien por los momentos! Aurora se retira y Rubén continúa conversando con su abogado por teléfono. —¡Cómo te decía Martinez, quiero hacer mi testamento por eso me interesa ir a Venezuela lo más pronto posible, y también necesito que me ubiques un apartamento pequeño; ¿cuento contigo para eso? —¡Por supuesto Santillano, tu me dices, para cuando más o menos te acercaras por acá! —¡La semana que viene, el martes más tardar, debo llegar, y si te agradezco Martinez que seas discreto! —¡Por supuesto, así será, nadie lo va a saber! Rubén ya tiene trazado un plan, llegar a Venezuela y después que arregle algunos asuntos legales, está pensando llenarse de valor y buscar a Amapola. **** Pasaron las horas, son las seis de la mañana y en media hora
Mucho ruido había en el barrio La Cementera. El detective Sugma también tenía una moto y se atrevió a subir las lomas del barrio donde creció Reishel. Ya tenía información de lo peligroso que era y que clase de maleantes se podría encontrar en cualquier esquina del lugar, que por cierto nunca faltan en sus reuniones acostumbradas en las calles. Enseguida lo divisaron. Los mismos de siempre; los que estaban, de inmediato se alarmaron al recibir una visita inesperada de un individuo perfectamente extraño. Pero Sugma no se amilana, el prosigue, y les pasa por el lado como si no existieron. Según algunos datos recaudados por sus ayudantes, Reishel tiene mucha gente que la quiere y que la aprecia en ese barrio, por su dedicación a defender y atender a sus vecinos, logró ayudarlos y protegerlos de los azotes de ese barrio. Pero también sabía que ellas ya no vivían allí.Había una cancha de basketball y se propara para preguntarle a unos muchachos que están practicando.—¡Oye, amiguit
—¡¡¡USTED!!!Amapola veía al hombre como si una cámara repitiera la imagen una y otra vez, claramente era él, el tal Rubén Santillano que había sido Fred su marido, el que la dejó hace tanto tiempo.Marisol no lo sabe, no tiene ni idea, pero está asustada por el aspecto misterioso del hombre; tenía un porte oscuro y era osado, por la forma que les habló, el atrevimiento que tuvo de acercarse siendo un perfecto desconocido.—¿Qué sucede comadre, quien es el?—¡¡ES FRED! —exclamó.Marisol voltea para mirarlo bien.—¿Cómo estás Marisol, tantos años que no te veía?—¡¿Usted, es Fred?!...—¿Qué quiere ahora?— exclama Amapola, frunciendo el ceño y reflejando en su rostro su gran disgusto.—¡Yo no puedo creer que usted sea Fred el papá de Reishel!—exclama Marisol.—¡Claro que es el, comadre, el muy bandido, tiene otra cara, ¡se la operó! para que la policía no lo encontrara. Cuando vivía conmigo yo estaba inocente, —Amapola se voltea para mirarlo de frente—¡como me jodiste la vida!, ¿que
Rubén disimuladamente abre los ojos poco a poco... —¿Amapola que me pasó?—¡Nada que...te desmayaste, y que te pegue con la escoba... ¡muy fuerte!—¡Aquí tengo una compresa de manzanilla para el hematoma que tiene en la frente!¡Tome comadre...póngaselo usted!—¡No comadre...pongáselo usted, hágame ese favor!—¡Ah, bueno...está bien!Marisol con mucho cuidado se acerca y le coloca la compresa en la frente.Rubén se queja, pero más que todo es para hacerse la víctima y despertar compasión.Cosa que Amapola no va a permitir demostrar y mucho menos sentir. Pero a pesar de pasar tremendo susto, Amapola retoma su posición y hace su marcado señalamiento...—¡Y vaya llamando a su chófer para que lo venga a buscar aquí no se puede quedar!—¡Ayyyy ya va, todo me duele!, me propinaste una golpiza con la escoba, no me dejaste ni hablar, no me permitiste defenderme!...¡Ayyy por favor Marisol si eres tan amable me puedes o mejor dicho tendrás por allí, un analgésico?, me tengo que tomar al
Amapola no bajaba la guardia. hablaba y a la vez lágrimas bajaban por sus mejillas; pero de indignación, era un dolor milenario, encerrado, tapado día por día, cada vez más hondo, y así se acostumbró a vivir. —¡No, Fred!, ¡No me pidas perdón!... todavía, hasta hace poco, me hacía la misma pregunta, una y otra vez, ¿Porque me llevaste a vivir a ese barrio de malvivientes? ¿Por qué me llevaste a ese barrio tan pobre y marginal? Sabiendo que yo no era una muchacha rica, pero aún así, mis padres con mucho trabajo honesto, me criaron en una vivienda digna y en un buen vecindario y alrededor de gente amiga, conocidos de toda la vida, que me vieron crecer e ir a la escuela. ¡No, Fred!No fueron días de soledad, no, ¡fueron años de angustia y de terror!, ingeniandomelas para sacar a mi niña adelante y verla crecer, y después al correr del tiempo, la vi graduarse de Médico veterinario. Y el día que mi niña se alzó con su título, no me lo creerás Fred, pero yo pensé en ti. —¡Amapola, no siga
Suspira, y toma fuerzas, porque entendió que tiene que irse, Rubén Santillano ó Fred, ahora está preocupado; Amapola tiene una crisis nerviosa y una vez más es por su culpa. Marisol angustiada, está pendiente de la puerta y del malestar de su comadre, se mueve por todas partes; alerta y vigilante también por el extraño huésped que está en una de las habitaciones que queda al final del pasillo a la izquierda, y que ya debería estar alistándose para salir de allí y largarse de una buena vez. —¡Tome ,comadre, este tecito!, ¡se lo hice con mucho cariño!, es de tilo, ¡a lo mejor la ayuda a descansar!, ¡usted tiene que recuperar fuerzas, para que piense mejor las cosas! Amapola está sentada recibiendo la taza de té que le trajo Marisol y algo temblorosa frunce el entrecejo, luego pregunta en voz baja. —¿Y ya se fue...? —¡No, comadre!, pero él ya se va, porque de eso me voy a encargar yo! ¡No se preocupe!, tómese el té, que yo le prendo el ventilador para que duerma y sé que eso le har