La mañana siguiente a la celebración amaneció con un cielo nublado, como si el universo estuviera reflejando la tensión latente que seguía palpando en el aire. Kadisha se despertó en la cama de Murdock, envuelta en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo. A pesar del estruendo de la celebración de la noche anterior, el eco de las palabras de Elias aún resonaba en su mente. Murdock se movió, despertando lentamente. Abrió los ojos, y una sonrisa se dibujó en su rostro al verla. —Buenos días, hermosa —dijo, acariciando suavemente su cabello rizado. —Buenos días —respondió Kadisha, tratando de sacudirse la ansiedad que la invadía. Se sentaron en la cama, la luz del sol empezaba a filtrarse a través de las cortinas. —¿Qué haremos hoy? —preguntó ella, deseando que la rutina habitual pudiera ahogar los ecos del pasado. —Necesitamos hablar con los demás sobre lo que Elias dijo. La amenaza de su presencia no debe ser ignorada. Además, hay que prepararse para la próxima lu
La luna llena brillaba con fuerza en el cielo nocturno, iluminando el claro donde la manada de Murdock se había reunido. Kadisha sintió cómo la energía de la luna llenaba el aire, intensificando su conexión con la naturaleza y con sus nuevos poderes como loba. Era un momento significativo, un punto de inflexión en su vida y en la vida de su manada. El ambiente estaba tenso, la reunión con las manadas aliadas estaba a punto de comenzar. Kadisha miró a su alrededor, observando las caras de los miembros de la manada, todos preparados para enfrentar lo que viniera. Murdock se encontraba a su lado, su presencia era reconfortante, un recordatorio de que no estaba sola en esta lucha. —¿Estás lista para esto? —preguntó Murdock, su voz grave llena de preocupación y amor. —Sí, creo que sí. —respondió Kadisha, sintiendo un hormigueo de nervios en el estómago. —Es un gran paso para nosotros. Necesitamos que las manadas vean que estamos unidos. Murdock le sonrió, y ella notó la chispa de confi
La mañana después de la reunión había llegado con un aire fresco y vibrante, el sol brillando con fuerza sobre el territorio de la manada. Kadisha se despertó con la luz filtrándose por la ventana, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad en su pecho. Habían tomado la decisión de unirse con otras manadas, pero sabía que el peligro de Elias no había desaparecido. La amenaza seguía acechando, y no podía ignorar la sensación de que algo oscuro se acercaba. Mientras se vestía, Kadisha no pudo evitar pensar en su abuela Candise y en las advertencias que siempre le había hecho sobre las sombras que podrían surgir de los secretos del pasado. Recordó cómo su abuela le había enseñado a estar alerta, a escuchar los susurros del viento y a confiar en sus instintos. Fue entonces cuando una oleada de nostalgia la invadió. Había tanto que aprender y tan poco tiempo. Murdock la esperaba afuera, apoyado contra un árbol, su figura imponente destacando contra el paisaje natural. Sus ojos azules la
La luna brillaba en lo alto, proyectando su luz plateada sobre el bosque. La noche era tranquila, pero en el aire había una tensión palpable. Kadisha se encontraba en su habitación, aún despierta, dando vueltas a los acontecimientos del día. La aparición de Julius había encendido un fuego en su interior; no solo estaba dispuesta a defender a su manada, sino que ahora había una chispa de desafío que la impulsaba hacia adelante. Murdock había salido para reunir a la manada, y ella había decidido que era el momento de profundizar en su conexión con su lado lobo. Desde la muerte de su abuela, Candise, Kadisha había sentido que algo en su interior estaba latente, esperando ser despertado. Había pasado mucho tiempo sintiéndose como una extraña en un mundo que no comprendía del todo, y era hora de que esa sensación se convirtiera en poder. Se levantó de la cama, decidida a encontrar un lugar en el bosque donde pudiera conectarse con su verdadera naturaleza. Se vistió con un vestido ligero,
La mañana siguiente llegó con un sol radiante que se filtraba entre las hojas de los árboles. Kadisha se despertó en su cama, sintiendo el eco de la batalla de la noche anterior resonando en su mente. Había sido una experiencia intensa, pero también liberadora. El sabor de la victoria seguía fresco en sus labios, y aunque había un aire de calma en la casa, sabía que los ecos de la lucha aún reverberaban en su interior. Al levantarse, notó que Murdock aún dormía a su lado, su rostro sereno y relajado. Sonrió al verlo, recordando cómo había luchado a su lado, cómo habían enfrentado juntos el desafío. Había una fuerza en su unión que nunca había sentido antes, y era algo que estaba dispuesta a explorar. Kadisha se levantó con cuidado, intentando no despertar a Murdock. Se vistió con ropa cómoda y salió al patio, sintiendo el aire fresco de la mañana en su piel. El aroma de la tierra húmeda y el canto de los pájaros creaban una atmósfera de paz. Se sentó en los escalones, permitiendo qu
El amanecer se deslizó suavemente sobre el territorio de la manada, bañando todo en una luz dorada que prometía un nuevo día lleno de posibilidades. Kadisha se despertó antes que el sol, sintiendo la necesidad de prepararse mental y emocionalmente para lo que estaba por venir. Las conversaciones de la noche anterior resonaban en su mente, llenas de determinación y un profundo sentido de unidad. Se levantó de la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas en su piel. A su lado, Murdock dormía profundamente, su rostro tranquilo reflejando un sueño reparador. Kadisha sonrió, recordando la conexión que habían compartido en el claro del arroyo el día anterior. Había una fortaleza en su vínculo que la llenaba de confianza. Decidida a no interrumpir su descanso, Kadisha se vistió rápidamente con un atuendo ligero y cómodo. La mañana estaba fresca, y la brisa acariciaba su piel mientras salía al exterior. El aire estaba impregnado del aroma de la tierra húmeda, un recordatorio de la vida q
La mañana siguiente llegó con un aire tenso, y Kadisha sintió que la energía del campamento había cambiado. Las palabras de Julius resonaban en su mente: “No debemos bajar la guardia.” Cada mirada era seria, cada conversación, susurrada. Al salir de la tienda, Kadisha notó que varios miembros de la manada estaban reunidos, discutiendo en voz baja. Se acercó, preocupada por lo que podría estar sucediendo. —¿Qué pasa? —preguntó, buscando la mirada de Murdock. —Hemos recibido noticias de que la manada de Elias está en movimiento —respondió Murdock, su rostro grave—. Se han visto en los límites de nuestro territorio. Kadisha sintió que el estómago se le encogía. —¿Qué deberíamos hacer? —Debemos estar preparados —dijo Julius, uniéndose al grupo—. No podemos permitir que nos sorprendan. Kadisha asintió, sintiendo una determinación renovada. Sabía que la manada tenía que unirse más que nunca. —Propongo que establezcamos un perímetro de vigilancia —sugirió ella, su voz firme. —Así podr
A medida que la noche avanzaba, Kadisha se sintió reflexiva. Las celebraciones se extendieron por el campamento, pero ella sabía que el verdadero trabajo apenas comenzaba. La victoria no era solo un logro, sino una responsabilidad. Se separó del grupo que tanto estaba aprovechando la creciente oscuridad de la noche, con el fin de buscar un lugar tranquilo en el que dejar libres sus pensamientos por un rato, puesto que deseaba poner en orden su cabeza. El lago escondido estaba cerca, y sabía que necesitaba un momento para sí misma. Al llegar, se sentó en la orilla, sintiendo la frescura del agua que reflejaba las estrellas. Siempre le traía paz y buenos recuerdos ese rincón de agua, pacífica y solitaria. No había nada mejor, para dejarse llevar que el ligero y alegre fluir del agua así como el suave mecer de su superficie con el silencioso agitar del viento. Si la paz tenía una imagen asociada, sin duda, era esa. —¿Por qué no puedo dejar de pensar en lo que viene? —susurró para sí mi