La mañana llegó con un manto de neblina que cubría el bosque, envolviendo el territorio de la manada en un aura de misterio. Kadisha se encontraba en la cima de una pequeña colina, observando cómo el sol comenzaba a abrirse paso a través de la bruma, iluminando los árboles con un brillo dorado. Era un nuevo día, pero la sensación de inquietud aún la perseguía. La visión que había tenido la noche anterior seguía latente en su mente, como un eco que no podía ignorar. Murdock se acercó, su figura imponente recortada contra la luz del amanecer. —¿Ya has tenido más visiones? —preguntó, su tono grave y preocupado. Su mirada escrutadora buscaba cualquier signo de alarma en ella. —No, pero… —Kadisha dudó, sintiendo la presión de las palabras que se agolpaban en su mente. —Siento que algo se acerca. No es solo el peligro inminente; es más profundo. Hay un sentimiento de traición en el aire. Murdock frunció el ceño, su expresión seria. —Eso puede ser por el temor a los aliados de Julius. Sab
El aire se tornó pesado en el campamento de la manada mientras la tarde se desvanecía, dando paso a la noche. Kadisha se encontraba en la cabaña que compartía con Murdock, el ambiente íntimo iluminado por las llamas danzantes de una hoguera. Había pasado el día organizando y fortificando los planes de defensa, pero su mente estaba lejos, atrapada en la idea de Elias y lo que su regreso podría significar. Murdock, notando su inquietud, se acercó y tomó su mano entre las suyas. —Te veo preocupada. —Su voz era suave, y sus ojos azules reflejaban el fuego, llenos de determinación y cuidado. —¿Qué pasa? Kadisha suspiró, sintiendo el peso de sus pensamientos. —Es solo que… siento que hay más en la historia de Elias de lo que sabemos. No solo es un antiguo rival. Hay algo oscuro, un rencor profundo que no puedo sacudir. Murdock frunció el ceño. —¿Por qué piensas eso? —Porque cuando pienso en él, me acuerdo de cómo lo describían. Tenía una obsesión por Zara, una especie de locura. No serí
El día de la celebración llegó con un aire de expectación en el campamento de la manada. Kadisha se despertó con la luz del sol filtrándose a través de la ventana, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Hoy era el día que habían planeado para atraer a Elias, una oportunidad para mostrar fortaleza y unidad. Sin embargo, también era una ocasión que traía consigo la incertidumbre. Mientras se preparaba, Kadisha eligió un vestido que resaltaba sus curvas, un tono verde esmeralda que hacía eco del color de sus ojos. El tejido se ajustaba a su figura, acentuando su silueta de manera seductora, pero manteniendo la elegancia que deseaba proyectar. Cuando se miró en el espejo, sintió una oleada de confianza. No era solo una mujer, sino una loba fuerte y decidida. Murdock la encontró en la cocina, mientras ella ayudaba a organizar los últimos detalles. Su mirada se iluminó al verla, admirando su belleza y determinación. —Te ves increíble —dijo, acercándose a ella con una sonrisa genuina.
La mañana siguiente a la celebración amaneció con un cielo nublado, como si el universo estuviera reflejando la tensión latente que seguía palpando en el aire. Kadisha se despertó en la cama de Murdock, envuelta en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo. A pesar del estruendo de la celebración de la noche anterior, el eco de las palabras de Elias aún resonaba en su mente. Murdock se movió, despertando lentamente. Abrió los ojos, y una sonrisa se dibujó en su rostro al verla. —Buenos días, hermosa —dijo, acariciando suavemente su cabello rizado. —Buenos días —respondió Kadisha, tratando de sacudirse la ansiedad que la invadía. Se sentaron en la cama, la luz del sol empezaba a filtrarse a través de las cortinas. —¿Qué haremos hoy? —preguntó ella, deseando que la rutina habitual pudiera ahogar los ecos del pasado. —Necesitamos hablar con los demás sobre lo que Elias dijo. La amenaza de su presencia no debe ser ignorada. Además, hay que prepararse para la próxima lu
La luna llena brillaba con fuerza en el cielo nocturno, iluminando el claro donde la manada de Murdock se había reunido. Kadisha sintió cómo la energía de la luna llenaba el aire, intensificando su conexión con la naturaleza y con sus nuevos poderes como loba. Era un momento significativo, un punto de inflexión en su vida y en la vida de su manada. El ambiente estaba tenso, la reunión con las manadas aliadas estaba a punto de comenzar. Kadisha miró a su alrededor, observando las caras de los miembros de la manada, todos preparados para enfrentar lo que viniera. Murdock se encontraba a su lado, su presencia era reconfortante, un recordatorio de que no estaba sola en esta lucha. —¿Estás lista para esto? —preguntó Murdock, su voz grave llena de preocupación y amor. —Sí, creo que sí. —respondió Kadisha, sintiendo un hormigueo de nervios en el estómago. —Es un gran paso para nosotros. Necesitamos que las manadas vean que estamos unidos. Murdock le sonrió, y ella notó la chispa de confi
La mañana después de la reunión había llegado con un aire fresco y vibrante, el sol brillando con fuerza sobre el territorio de la manada. Kadisha se despertó con la luz filtrándose por la ventana, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad en su pecho. Habían tomado la decisión de unirse con otras manadas, pero sabía que el peligro de Elias no había desaparecido. La amenaza seguía acechando, y no podía ignorar la sensación de que algo oscuro se acercaba. Mientras se vestía, Kadisha no pudo evitar pensar en su abuela Candise y en las advertencias que siempre le había hecho sobre las sombras que podrían surgir de los secretos del pasado. Recordó cómo su abuela le había enseñado a estar alerta, a escuchar los susurros del viento y a confiar en sus instintos. Fue entonces cuando una oleada de nostalgia la invadió. Había tanto que aprender y tan poco tiempo. Murdock la esperaba afuera, apoyado contra un árbol, su figura imponente destacando contra el paisaje natural. Sus ojos azules la
La luna brillaba en lo alto, proyectando su luz plateada sobre el bosque. La noche era tranquila, pero en el aire había una tensión palpable. Kadisha se encontraba en su habitación, aún despierta, dando vueltas a los acontecimientos del día. La aparición de Julius había encendido un fuego en su interior; no solo estaba dispuesta a defender a su manada, sino que ahora había una chispa de desafío que la impulsaba hacia adelante. Murdock había salido para reunir a la manada, y ella había decidido que era el momento de profundizar en su conexión con su lado lobo. Desde la muerte de su abuela, Candise, Kadisha había sentido que algo en su interior estaba latente, esperando ser despertado. Había pasado mucho tiempo sintiéndose como una extraña en un mundo que no comprendía del todo, y era hora de que esa sensación se convirtiera en poder. Se levantó de la cama, decidida a encontrar un lugar en el bosque donde pudiera conectarse con su verdadera naturaleza. Se vistió con un vestido ligero,
La mañana siguiente llegó con un sol radiante que se filtraba entre las hojas de los árboles. Kadisha se despertó en su cama, sintiendo el eco de la batalla de la noche anterior resonando en su mente. Había sido una experiencia intensa, pero también liberadora. El sabor de la victoria seguía fresco en sus labios, y aunque había un aire de calma en la casa, sabía que los ecos de la lucha aún reverberaban en su interior. Al levantarse, notó que Murdock aún dormía a su lado, su rostro sereno y relajado. Sonrió al verlo, recordando cómo había luchado a su lado, cómo habían enfrentado juntos el desafío. Había una fuerza en su unión que nunca había sentido antes, y era algo que estaba dispuesta a explorar. Kadisha se levantó con cuidado, intentando no despertar a Murdock. Se vistió con ropa cómoda y salió al patio, sintiendo el aire fresco de la mañana en su piel. El aroma de la tierra húmeda y el canto de los pájaros creaban una atmósfera de paz. Se sentó en los escalones, permitiendo qu