La noche avanzaba, y la tensión se palpaba en el aire. Kadisha y Murdock se encontraban en su cabaña, la cual, aunque acogedora, ahora parecía un refugio precario frente a la tormenta que se avecinaba. Con el eco de la revelación sobre la posible supervivencia de Julius aún resonando en su mente, Kadisha no podía evitar sentirse inquieta. Murdock, sentado en el borde de la cama, la observaba con preocupación. Su expresión era intensa, una mezcla de determinación y vulnerabilidad que siempre había capturado su atención. —¿Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó, su voz baja y firme, pero también impregnada de un matiz de duda. Kadisha se giró hacia él, su corazón latiendo con fuerza. —No tengo opción. Julius no solo representa un peligro para mí, sino para todos los que amo. —Lo sé, pero esto es diferente. —Murdock se levantó, acercándose a ella. —Antes no tenías nada que perder, pero ahora... ahora es diferente. Tienes una manada, una familia. Y yo... no quiero que sufra
El amanecer llegó con un cielo gris, como si el sol dudara en asomarse tras las nubes cargadas de presagios. Kadisha se despertó antes de que el día comenzara, sus pensamientos enredados en el tumulto que representaba su vida. La reunión de la manada del día anterior seguía en su mente, y la sensación de inminente peligro crecía con cada momento que pasaba. Se levantó y se vistió rápidamente, decidida a prepararse para lo que pudiera venir. La lucha contra Julius estaba más cerca de lo que jamás había imaginado, y su conexión con Murdock solo se hacía más fuerte. Aunque su corazón aún albergaba miedos, la determinación de luchar por lo que amaba la empujaba a seguir adelante. Kadisha salió de la cabaña, su mente fija en las estrategias que podrían implementar. Al llegar al centro del campamento, notó que varios miembros de la manada ya estaban reunidos, con rostros serios, pero determinados. Murdock, con su presencia imponente, se encontraba en el centro, hablando con Alanis y otros
La noche envolvía el campamento en un manto de sombras, cada crujido en la lejanía resonaba como un eco ominoso. Kadisha, con el corazón latiendo desbocado, se encontró en la primera línea de la defensa junto a Murdock y Alanis. La tensión en el aire era palpable, y cada miembro de la manada respiraba en un silencio casi reverente, conscientes de lo que estaba en juego. Kadisha miró a su alrededor, observando los rostros de los guerreros, cada uno de ellos con un brillo de determinación en los ojos. Se sentía como un engranaje en una máquina más grande, una fuerza unida por la lealtad y la necesidad de justicia. El sonido de aullidos a lo lejos la hizo estremecer. Era la manada de Julius, acercándose, lista para atacar. Ella respiró hondo, intentando calmar su nerviosismo. Recordó las visiones que había tenido: imágenes de caos y dolor, pero también de esperanza y redención. Sabía que la batalla que se avecinaba sería decisiva. Murdock se volvió hacia ella, su mirada fija y profund
La victoria en la batalla había sido dulce, pero la resaca de la lucha dejó una sensación de vacío que era difícil de ignorar. Kadisha miró a su alrededor, observando cómo su manada intentaba recuperar el aliento y curar las heridas. La luna llena iluminaba el campamento, creando un ambiente casi etéreo, y a pesar de la victoria, había un aire de tristeza. Mientras Murdock y Alanis hablaban en voz baja, Kadisha se apartó, buscando un momento de soledad. Se dirigió a un claro cercano, donde el sonido de la noche llenaba el aire con susurros de vida. Allí, sintió que la conexión con la naturaleza la envolvía, un recordatorio de que la vida seguía, a pesar de la pérdida. Se sentó en un tronco caído, sintiendo el frescor del aire en su piel. Con cada respiración, intentó dejar ir el peso de la batalla, pero las imágenes de sus compañeros caídos, los gritos y el caos, seguían acechando su mente. A pesar de la victoria, el dolor de la guerra siempre dejaba una marca. De repente, escuchó
La oscuridad se cerró a su alrededor como una manta pesada, cada sonido del bosque resonando con la inminente tensión que cargaban sobre sus hombros. Kadisha, Murdock y Alanis se movían con sigilo, adentrándose en el territorio de la manada rival, un lugar que solía estar marcado por la tranquilidad, ahora transformado en un laberinto de sombras y peligros. Kadisha, al frente, guiaba al grupo con una determinación que la llenaba de energía. Su corazón latía con fuerza no solo por el miedo, sino también por la adrenalina de la misión que tenían ante ellos. Recordaba el rostro de Mindi, su amiga y compañera, y la idea de que pudiera estar en peligro la empujaba a seguir adelante. —¿Alguna idea de dónde podrían tenerla? —preguntó Alanis, su voz baja y controlada. Murdock frunció el ceño. —Los rumores dicen que la manada de Julius tiene un escondite en las colinas. Es un lugar al que pocos pueden acceder y donde suelen retener a los prisioneros. Kadisha sintió que su estómago se r
La risa de Julius resonó en el aire, un sonido escalofriante que retumbaba en los muros de la antigua construcción. Kadisha sintió un escalofrío recorrer su cuerpo; la presencia del Alpha era como un veneno en sus venas. En su mente, luchaba contra el pánico que amenazaba con desbordarse. Habían luchado por Mindi, pero ahora se enfrentaban a su verdadero enemigo, el hombre que había causado tanto sufrimiento. Murdock dio un paso adelante, su postura defensiva y desafiante. —¿Qué quieres, Julius? Sabes que no tienes poder sobre nosotros. El Alpha sonrió, una sonrisa llena de desdén. —¿Y qué es lo que piensas que puedes hacer, Murdock? ¿Crees que puedes llevarte a tus amigos y marcharte sin consecuencias? Kadisha se sintió pequeña bajo la mirada penetrante de Julius. Su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros, y las luces del interior del edificio danzaban sobre su piel, creando sombras inquietantes. Sabía que debía mantener la calma, pero la tensión en el aire era casi palp
El aire en el viejo edificio era denso, lleno de la electricidad de la batalla y el aroma a sudor y determinación. Kadisha, aún recuperándose de la embestida, miró a su alrededor, buscando a sus amigos y a Mindi. El caos se desató a su alrededor; los gritos y los golpes resonaban como una sinfonía de desafío. En el fondo, la figura de Julius se alzaba, un enemigo formidable que parecía alimentarse del miedo y la incertidumbre que emanaban de su manada. Murdock estaba a su lado, su cuerpo imponente moviéndose con agilidad mientras luchaba contra dos de los hombres de Julius. Su cabello rubio brillaba bajo las luces tenues, su rostro decidido y enfocado. Kadisha sintió una mezcla de admiración y amor por él. En medio del peligro, había encontrado su propósito, una fuerza que la empujaba a luchar por aquellos a quienes amaba. De repente, una explosión de luz iluminó el lugar, y los hombres de Julius se detuvieron por un instante, aturdidos. Era Alanis, su hermano, quien había lanzado u
El aire estaba impregnado de tensión y determinación mientras Kadisha, Murdock y Alanis se preparaban para la confrontación final con Julius. El sonido de la batalla resonaba en el oscuro edificio, una cacofonía de gritos y el choque de cuerpos que hacía eco en sus corazones. La adrenalina corría por las venas de Kadisha, y la energía que había despertado en su interior la impulsaba hacia adelante. Murdock se colocó a su lado, su figura imponente emanando confianza y fuerza. —¿Estás lista, Kadisha? —preguntó, su voz profunda y serena a pesar del caos a su alrededor. —Más que lista. —respondió ella, sintiendo cómo su poder vibraba en el aire. —No dejaré que Julius controle nuestro destino. Alanis, quien estaba luchando contra un grupo de hombres de Julius, lanzó una mirada de apoyo a su hermana. —Recuerda lo que te enseñó Candise. Tu poder es fuerte. Usa tu intuición. Con esas palabras resonando en su mente, Kadisha se concentró en su entorno, sintiendo las vibraciones de la batall