La risa de Julius resonó en el aire, un sonido escalofriante que retumbaba en los muros de la antigua construcción. Kadisha sintió un escalofrío recorrer su cuerpo; la presencia del Alpha era como un veneno en sus venas. En su mente, luchaba contra el pánico que amenazaba con desbordarse. Habían luchado por Mindi, pero ahora se enfrentaban a su verdadero enemigo, el hombre que había causado tanto sufrimiento. Murdock dio un paso adelante, su postura defensiva y desafiante. —¿Qué quieres, Julius? Sabes que no tienes poder sobre nosotros. El Alpha sonrió, una sonrisa llena de desdén. —¿Y qué es lo que piensas que puedes hacer, Murdock? ¿Crees que puedes llevarte a tus amigos y marcharte sin consecuencias? Kadisha se sintió pequeña bajo la mirada penetrante de Julius. Su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros, y las luces del interior del edificio danzaban sobre su piel, creando sombras inquietantes. Sabía que debía mantener la calma, pero la tensión en el aire era casi palp
El aire en el viejo edificio era denso, lleno de la electricidad de la batalla y el aroma a sudor y determinación. Kadisha, aún recuperándose de la embestida, miró a su alrededor, buscando a sus amigos y a Mindi. El caos se desató a su alrededor; los gritos y los golpes resonaban como una sinfonía de desafío. En el fondo, la figura de Julius se alzaba, un enemigo formidable que parecía alimentarse del miedo y la incertidumbre que emanaban de su manada. Murdock estaba a su lado, su cuerpo imponente moviéndose con agilidad mientras luchaba contra dos de los hombres de Julius. Su cabello rubio brillaba bajo las luces tenues, su rostro decidido y enfocado. Kadisha sintió una mezcla de admiración y amor por él. En medio del peligro, había encontrado su propósito, una fuerza que la empujaba a luchar por aquellos a quienes amaba. De repente, una explosión de luz iluminó el lugar, y los hombres de Julius se detuvieron por un instante, aturdidos. Era Alanis, su hermano, quien había lanzado u
El aire estaba impregnado de tensión y determinación mientras Kadisha, Murdock y Alanis se preparaban para la confrontación final con Julius. El sonido de la batalla resonaba en el oscuro edificio, una cacofonía de gritos y el choque de cuerpos que hacía eco en sus corazones. La adrenalina corría por las venas de Kadisha, y la energía que había despertado en su interior la impulsaba hacia adelante. Murdock se colocó a su lado, su figura imponente emanando confianza y fuerza. —¿Estás lista, Kadisha? —preguntó, su voz profunda y serena a pesar del caos a su alrededor. —Más que lista. —respondió ella, sintiendo cómo su poder vibraba en el aire. —No dejaré que Julius controle nuestro destino. Alanis, quien estaba luchando contra un grupo de hombres de Julius, lanzó una mirada de apoyo a su hermana. —Recuerda lo que te enseñó Candise. Tu poder es fuerte. Usa tu intuición. Con esas palabras resonando en su mente, Kadisha se concentró en su entorno, sintiendo las vibraciones de la batall
El sol brillaba intensamente sobre el territorio de la manada Renis, iluminando cada rincón y bañando todo en una luz dorada. Kadisha se sentó en la cima de una colina, contemplando el paisaje que se extendía ante ella. La batalla contra Julius había dejado cicatrices, pero también una sensación de renovada esperanza. El aire estaba impregnado de promesas, y el canto de los pájaros resonaba como una melodía de triunfo. Al lado de Kadisha, Murdock observaba en silencio. Sus ojos azules brillaban con un fuego interior mientras miraba hacia el horizonte. La victoria había sido amarga, y aunque habían derrotado a Julius, sabían que su manada aún tenía que recuperarse de los estragos que había dejado su tiranía. Había tanto por hacer. —No puedo creer que lo hayamos logrado —dijo Kadisha, rompiendo el silencio. Su voz estaba cargada de emoción. —Después de todo lo que hemos pasado, por fin estamos libres de su control. —Es solo el comienzo —respondió Murdock, su tono grave pero lleno de
La mañana se despertó con un aire fresco y renovador, y la manada Renis parecía vibrar con la energía de un nuevo comienzo. Kadisha, con el cabello aún húmedo por el rocío matutino, se dirigió al claro donde solían reunirse. A su alrededor, los miembros de la manada comenzaban a prepararse para la ceremonia de reconciliación que habían planeado. El ambiente estaba impregnado de un aire de esperanza y expectación, y Kadisha no podía evitar sentir que cada latido de su corazón estaba alineado con la vibrante pulsación de la vida a su alrededor. Estaba decidida a hacer de este lugar un hogar para todos, uno donde cada miembro se sintiera valorado y amado. —Kadisha —la llamó Murdock, su voz resonando a través del claro. Se giró para encontrarlo, alto y imponente, pero con una expresión suave y cariñosa. —¿Estás lista para hoy? —Creo que sí —respondió ella, sintiendo un pequeño nudo de nervios en su estómago. —Es un día importante para todos nosotros. Murdock la miró con ternura. —No t
La noche había caído sobre el territorio de la manada Renis, y con ella, un manto de tranquilidad se extendió por el claro donde la ceremonia de reconciliación había tenido lugar. Las estrellas titilaban en el cielo, mientras la luna llena iluminaba el paisaje, creando un ambiente casi mágico. Kadisha se encontraba sentada junto a Murdock en un banco de madera, observando cómo los miembros de la manada se dispersaban, algunos riendo, otros compartiendo historias en pequeños grupos. —¿Qué piensas? —preguntó Murdock, su voz profunda y resonante, rompiendo el suave murmullo de la noche. Kadisha lo miró y notó la intensidad de su mirada azul, como si intentara leer sus pensamientos. —Pienso que hemos logrado algo importante hoy —respondió Kadisha, sintiendo una oleada de satisfacción. —La manada se siente unida, y eso es lo que necesitamos. Murdock asintió, pero había algo en su expresión que le decía que había más en su mente. Kadisha entrelazó sus dedos con los de él, buscando una co
La noche se convirtió en un torbellino de actividad en el campamento de la manada Renis. Kadisha observaba cómo los miembros de la manada se movían con rapidez y determinación, creando un ambiente de urgencia que contrastaba con la tranquilidad que había existido momentos antes. La presencia del lobo herido había traído consigo una ola de inquietud que nadie podía ignorar. Murdock, aún sosteniendo al lobo, se dirigió a la enfermera de la manada, una mujer robusta con un aire de autoridad y compasión. —¡Adele! Necesitamos tu ayuda, rápidamente. Adele se acercó, su rostro en una mezcla de preocupación y profesionalismo. —¿Qué sucedió? —preguntó, su mirada evaluando al lobo herido. —Lo encontramos en el bosque, herido y aullando de dolor. —Murdock explicó, su voz tensa. —Siento que hay algo más detrás de esto. No es solo un accidente. Kadisha sintió que su corazón se aceleraba. La intuición que la había guiado antes aún resonaba en su mente. Sabía que la herida del lobo no era solo e
El claro estaba sumido en un silencio tenso. Kadisha podía sentir cómo el aire se cargaba de energía, una especie de chispa que anticipaba el estallido inminente de la confrontación. Los miembros de la manada Renis se habían alineado detrás de Murdock, cada uno con la mirada fija en Julius y su grupo de lobos oscuros. Los ojos de Julius resplandecían con una mezcla de desdén y furia. —¿Creen que pueden detenerme? —preguntó, su voz retumbando en el claro. —He construido un imperio sobre la sumisión y el miedo. ¿Qué tienen ustedes? Kadisha sintió cómo la determinación crecía en su interior, alimentada por el fuego de su manada. —Tenemos unión, tenemos amor, y tenemos el deseo de luchar por lo que es justo. —su voz resonó, clara y firme. Murdock giró su cabeza hacia ella, admirando su valentía. —No somos un imperio basado en la opresión, Julius. Somos una familia que luchará hasta el final. Julius soltó una risa burlona, pero Kadisha pudo ver la inquietud en su mirada. Él sabía que l