La lluvia caía con fuerza, creando un torrente que dificultaba la visibilidad en el bosque. Kadisha y Murdock avanzaban, cada paso resonando como un eco en la penumbra, su determinación más fuerte que el estruendo de los truenos. Kadisha sentía el latido de su corazón resonar en sus oídos, como un tambor marcando el compás de la inminente confrontación.
—¿Estás lista? —preguntó Murdock, su tono serio pero cargado de preocupación.Kadisha asintió, sintiendo que la energía que los rodeaba era eléctrica, casi palpable. —Siempre.A medida que se adentraban en el bosque, comenzaron a notar figuras vagamente iluminadas por los relámpagos que atravesaban el cielo. Un grupo de hombres armados se movía en la distancia, discutiendo en murmullos que el viento arrastraba. Kadisha sintió un escalofrío recorrer su espalda; estos eran hombres de Julius Black, y sus corazones palpitaban con la promesa de un enfrentamiento.—Escucha. —Murdock inclinó la cabeza, suLa lluvia caía sin compasión, convirtiendo el suelo en un barro resbaladizo. Kadisha sintió cómo el agua helada se deslizaba por su piel, pero su adrenalina la mantenía caliente. Frente a ella, la manada de Murdock se alineaba, dispuesta a enfrentar a sus enemigos. Las miradas eran intensas, llenas de determinación y ferocidad.Murdock se volvió hacia Kadisha, su expresión grave, pero en sus ojos había un destello de confianza. —¿Estás lista para esto? —preguntó, su voz firme a pesar del caos que los rodeaba.Kadisha asintió, sintiendo cómo su corazón latía al compás de la tormenta. —Sí. Vamos a luchar.La tensión era palpable en el aire, como una cuerda a punto de romperse. En el momento en que Jayce dio la señal, los hombres de Julius se lanzaron hacia adelante, gritos y rugidos llenando el bosque. Kadisha sintió que la lucha era inevitable, y no podía dejar que el miedo la paralizara. A su lado, Murdock se movía con agilidad, transformándose en una fuer
La batalla había dejado su huella en el bosque, con huellas de pies descalzos y el aroma a tierra mojada impregnando el aire. Kadisha y Murdock, agotados pero invencibles, se encontraban al borde de una victoria que parecía tan distante en los momentos más oscuros de la pelea. Las sombras de sus enemigos se desvanecían, y la manada de Murdock comenzaba a reagruparse. —¿Estás bien? —preguntó Murdock, su mirada evaluativa recorriendo el rostro de Kadisha, como si buscara heridas invisibles que no podía ver. Kadisha asintió, aunque sentía el cansancio en cada fibra de su ser. La adrenalina seguía fluyendo en sus venas, dándole una energía temporal que se contraponía con el agotamiento físico. —Sí, pero no puedo evitar pensar que esto es solo el principio. La preocupación se instaló en los ojos de Murdock. —Lo sé. Jayce no se detendrá tan fácilmente. Un estremecimiento recorrió la espalda de Kadisha al pensar en el beta rival. Su deseo de venganza estaba tan presente como el aire que
El claro estaba bañado por la luz de la luna, que iluminaba los rostros de Kadisha y Mindi con un resplandor plateado. La atmósfera era tensa, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración. Kadisha se plantó firme, dispuesta a no dejar que las inseguridades la dominaran. —Gracias por venir, Mindi. —empezó Kadisha, su voz firme. —Sé que no tenemos un pasado fácil, pero necesitamos hablar sobre Julius y cómo podemos manejar esta situación. Mindi la miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. —No esperaba que me buscaras. —respondió con un tono que era a la vez intrigante y desafiante. —¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte? Kadisha sintió un hormigueo de tensión en el aire. —Tu conocimiento de la manada de Julius es crucial. Sabes cómo piensan, cómo operan. Mindi soltó una risa suave, casi burlona. —¿Y qué ganaría yo con esto? Kadisha frunció el ceño. —La seguridad de todos los que te importan. La manada de Murdock no es solo un grupo; es una familia. Mindi
La mañana llegó despacio, con los rayos del sol colándose entre las hojas del bosque, creando un mosaico de luces y sombras sobre el suelo. Kadisha se encontraba en el claro donde había hablado con Mindi la noche anterior, aún sintiendo la tensión electrizante de su alianza inesperada. Tenía mucho en qué pensar, y el peso del futuro de su manada se cernía sobre sus hombros. Mientras se preparaba para el día, se sentó en una roca plana, sintiendo la calidez del sol en su piel. Su mente se llenaba de preguntas sobre cómo enfrentar la amenaza de Julius. Había estado acumulando información, pero ahora necesitaba formar un plan concreto. —¿Kadisha? —la voz de Murdock la sacó de sus pensamientos. Se volvió para encontrarlo acercándose, su figura imponente resaltando en el claro. Su cabello rubio brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos azules eran como un océano profundo que prometía calma y tormenta al mismo tiempo. Ella sonrió, sintiéndose un poco más fuerte con su presencia. —Hola. Es
El sol se alzaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonalidades doradas y rosas, un presagio de lo que el día traería. Kadisha despertó con la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder. La reunión con la manada estaba programada para más tarde, y su corazón latía con una mezcla de emoción y nerviosismo. Mientras se vestía, se contempló en el espejo, notando las ligeras ojeras que adornaban su rostro. La ansiedad la había mantenido despierta, dando vueltas a todos los posibles escenarios que podrían surgir en la reunión. Sin embargo, no podía permitir que el miedo la paralizara. —Hoy es el día. —se dijo a sí misma, tratando de infundirle valor a su reflejo. Kadisha se preparó con un vestido verde esmeralda que acentuaba sus curvas, el color realzando sus ojos brillantes. La elección no fue casual; quería proyectar confianza y fuerza ante su manada. Sabía que tenía que ser más que la chica huérfana que había llegado a este mundo. Debía ser la líder que todos necesi
El amanecer trajo consigo una atmósfera de tensión palpable en la manada. Kadisha despertó con la sensación de que el día de hoy sería crucial para el futuro de todos. Los ecos de su encuentro con Murdock la habían dejado con una mezcla de esperanza y ansiedad que apenas podía sacudirse. El desafío que se avecinaba la mantenía alerta, cada músculo de su cuerpo consciente del peligro. Se vistió rápidamente, optando por una blusa de manga larga y pantalones cómodos, sintiendo la necesidad de estar lista para cualquier eventualidad. La mañana era fresca, con una brisa suave que traía consigo un ligero aroma a tierra mojada, presagiando la posibilidad de lluvia. Sin embargo, la tormenta que realmente se acercaba estaba en el aire, una amenaza que no solo era meteorológica, sino personal. Mientras se unía a los demás miembros de la manada en el claro habitual, Kadisha notó que la conversación era más animada de lo habitual. La preocupación y la emoción se entrelazaban en cada intercambio
La noche había caído como un manto oscuro sobre el bosque, la luna llena brillando intensamente y reflejando su luz plateada sobre el claro donde se llevaría a cabo el duelo. Kadisha podía sentir el peso de la atmósfera, una combinación de anticipación y miedo que se cernía sobre la manada como una tormenta eléctrica. Los murmullos de su gente resonaban en el aire, cada uno preparado para enfrentar lo que se avecinaba. Murdock se encontraba a su lado, su presencia un faro de fuerza en medio de la tensión. Su mirada era intensa, la determinación grabada en sus rasgos. Kadisha podía sentir cómo la conexión entre ellos se intensificaba a medida que se preparaban para enfrentar a Julius y su manada. —¿Estás lista? —preguntó Murdock, su voz grave y calmada, aunque ella podía detectar el roce de la inquietud en sus ojos. Kadisha asintió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. —Lo estoy. No vamos a permitir que nos derroten. La manada se agrupó en un semicírculo, sus miradas fijas e
El sol comenzó a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo con matices dorados y rosas, mientras el aire fresco de la mañana envolvía el claro donde había tenido lugar la batalla. Kadisha estaba sentada en un tronco caído, su mente aún procesando lo ocurrido la noche anterior. La victoria sobre Julius y su manada resonaba en su pecho como un eco de triunfos antiguos. Habían luchado juntos y habían salido victoriosos, pero la batalla había dejado sus marcas. A su lado, Murdock se pasó la mano por el cabello despeinado, todavía revuelto tras la lucha, y la miró con una intensidad que la hizo sentir como si todo el mundo se detuviera a su alrededor. Sus ojos azules parecían contener la luz del amanecer, y Kadisha sintió que su corazón se aceleraba al encontrar la profundidad de su mirada. —¿Estás bien? —preguntó Murdock, su voz baja y preocupada. Kadisha asintió, aunque en el fondo sabía que la victoria había dejado un sabor agridulce. —Sí, solo estoy… procesando todo. Murdock se in