La luz del amanecer comenzó a filtrarse entre los árboles, tiñendo el cielo de un suave color dorado. Kadisha y Murdock despertaron en la orilla del lago, todavía envueltos el uno en el otro. La fresca brisa de la mañana acariciaba sus pieles desnudas, recordándoles la aventura de la noche anterior, donde el deseo y la conexión habían encontrado su punto culminante.
Kadisha se desperezó, sintiendo el suave roce de Murdock a su lado. Con una sonrisa traviesa, se giró para mirarlo. Él aún dormía, su rostro relajado y sereno, los cabellos rubios despeinados iluminados por los primeros rayos del sol. Sin poder evitarlo, ella acarició su rostro con ternura, disfrutando del momento.Murdock abrió los ojos lentamente, una sonrisa comenzando a formarse en sus labios al encontrarla. —Buenos días, hermosa. —su voz aún tenía un tono somnoliento, pero su mirada reflejaba el deseo latente que ambos compartían.—Buenos días. —respondió Kadisha, un destello de picardía eLa calma que había envuelto el lago y el bosque comenzó a disiparse con la llegada de nubes grises que cubrieron el cielo. Kadisha y Murdock, aún sumidos en la intimidad de su conexión, no podían prever el giro que tomarían las cosas en los días siguientes.Después de un largo rato disfrutando del silencio compartido, Murdock se sentó, estirando las piernas en la hierba fresca y húmeda. Kadisha lo observó, su corazón todavía latiendo con fuerza tras la pasión del día. Se sentía viva y libre, como si nada pudiera interponerse entre ellos.—¿Deberíamos volver? —preguntó Kadisha, sintiendo que la brisa empezaba a llevar un ligero frescor.—No todavía. —respondió Murdock, con un destello travieso en sus ojos azules. —Aún no hemos terminado de disfrutar de este lugar.Kadisha sonrió, sintiendo que su espíritu aventurero se avivaba. Se levantó, extendiendo la mano hacia él. —Entonces, ¿qué tal si exploramos un poco más?Murdock se puso de pie r
La tormenta había comenzado a desatarse con furia, llenando el campamento de la manada con el sonido de la lluvia golpeando el suelo y el retumbar del trueno resonando en el aire. Kadisha y Murdock se encontraban en la cabaña principal, rodeados por los miembros de la manada que se apresuraban a asegurarse de que todos estuvieran a salvo. El ambiente estaba cargado de tensión, no solo por la tormenta, sino también por la creciente amenaza de Julius Black y su manada.Kadisha se movía inquieta, incapaz de quitarse de la cabeza la sensación de inminencia que la había perseguido desde su encuentro en el lago. La conexión con Murdock había despertado algo en ella, algo que iba más allá del amor; era un deseo de proteger a aquellos que amaba y una necesidad de enfrentarse a sus miedos.—¿Estás bien? —preguntó Murdock, notando su nerviosismo. Se acercó a ella, su mirada profunda y seria. —No quiero que te sientas sola en esto.Kadisha lo miró, su corazón latiend
La lluvia caía con fuerza, creando un torrente que dificultaba la visibilidad en el bosque. Kadisha y Murdock avanzaban, cada paso resonando como un eco en la penumbra, su determinación más fuerte que el estruendo de los truenos. Kadisha sentía el latido de su corazón resonar en sus oídos, como un tambor marcando el compás de la inminente confrontación.—¿Estás lista? —preguntó Murdock, su tono serio pero cargado de preocupación.Kadisha asintió, sintiendo que la energía que los rodeaba era eléctrica, casi palpable. —Siempre.A medida que se adentraban en el bosque, comenzaron a notar figuras vagamente iluminadas por los relámpagos que atravesaban el cielo. Un grupo de hombres armados se movía en la distancia, discutiendo en murmullos que el viento arrastraba. Kadisha sintió un escalofrío recorrer su espalda; estos eran hombres de Julius Black, y sus corazones palpitaban con la promesa de un enfrentamiento.—Escucha. —Murdock inclinó la cabeza, su
La lluvia caía sin compasión, convirtiendo el suelo en un barro resbaladizo. Kadisha sintió cómo el agua helada se deslizaba por su piel, pero su adrenalina la mantenía caliente. Frente a ella, la manada de Murdock se alineaba, dispuesta a enfrentar a sus enemigos. Las miradas eran intensas, llenas de determinación y ferocidad.Murdock se volvió hacia Kadisha, su expresión grave, pero en sus ojos había un destello de confianza. —¿Estás lista para esto? —preguntó, su voz firme a pesar del caos que los rodeaba.Kadisha asintió, sintiendo cómo su corazón latía al compás de la tormenta. —Sí. Vamos a luchar.La tensión era palpable en el aire, como una cuerda a punto de romperse. En el momento en que Jayce dio la señal, los hombres de Julius se lanzaron hacia adelante, gritos y rugidos llenando el bosque. Kadisha sintió que la lucha era inevitable, y no podía dejar que el miedo la paralizara. A su lado, Murdock se movía con agilidad, transformándose en una fuer
La batalla había dejado su huella en el bosque, con huellas de pies descalzos y el aroma a tierra mojada impregnando el aire. Kadisha y Murdock, agotados pero invencibles, se encontraban al borde de una victoria que parecía tan distante en los momentos más oscuros de la pelea. Las sombras de sus enemigos se desvanecían, y la manada de Murdock comenzaba a reagruparse. —¿Estás bien? —preguntó Murdock, su mirada evaluativa recorriendo el rostro de Kadisha, como si buscara heridas invisibles que no podía ver. Kadisha asintió, aunque sentía el cansancio en cada fibra de su ser. La adrenalina seguía fluyendo en sus venas, dándole una energía temporal que se contraponía con el agotamiento físico. —Sí, pero no puedo evitar pensar que esto es solo el principio. La preocupación se instaló en los ojos de Murdock. —Lo sé. Jayce no se detendrá tan fácilmente. Un estremecimiento recorrió la espalda de Kadisha al pensar en el beta rival. Su deseo de venganza estaba tan presente como el aire que
El claro estaba bañado por la luz de la luna, que iluminaba los rostros de Kadisha y Mindi con un resplandor plateado. La atmósfera era tensa, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración. Kadisha se plantó firme, dispuesta a no dejar que las inseguridades la dominaran. —Gracias por venir, Mindi. —empezó Kadisha, su voz firme. —Sé que no tenemos un pasado fácil, pero necesitamos hablar sobre Julius y cómo podemos manejar esta situación. Mindi la miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. —No esperaba que me buscaras. —respondió con un tono que era a la vez intrigante y desafiante. —¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte? Kadisha sintió un hormigueo de tensión en el aire. —Tu conocimiento de la manada de Julius es crucial. Sabes cómo piensan, cómo operan. Mindi soltó una risa suave, casi burlona. —¿Y qué ganaría yo con esto? Kadisha frunció el ceño. —La seguridad de todos los que te importan. La manada de Murdock no es solo un grupo; es una familia. Mindi
La mañana llegó despacio, con los rayos del sol colándose entre las hojas del bosque, creando un mosaico de luces y sombras sobre el suelo. Kadisha se encontraba en el claro donde había hablado con Mindi la noche anterior, aún sintiendo la tensión electrizante de su alianza inesperada. Tenía mucho en qué pensar, y el peso del futuro de su manada se cernía sobre sus hombros. Mientras se preparaba para el día, se sentó en una roca plana, sintiendo la calidez del sol en su piel. Su mente se llenaba de preguntas sobre cómo enfrentar la amenaza de Julius. Había estado acumulando información, pero ahora necesitaba formar un plan concreto. —¿Kadisha? —la voz de Murdock la sacó de sus pensamientos. Se volvió para encontrarlo acercándose, su figura imponente resaltando en el claro. Su cabello rubio brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos azules eran como un océano profundo que prometía calma y tormenta al mismo tiempo. Ella sonrió, sintiéndose un poco más fuerte con su presencia. —Hola. Es
El sol se alzaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonalidades doradas y rosas, un presagio de lo que el día traería. Kadisha despertó con la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder. La reunión con la manada estaba programada para más tarde, y su corazón latía con una mezcla de emoción y nerviosismo. Mientras se vestía, se contempló en el espejo, notando las ligeras ojeras que adornaban su rostro. La ansiedad la había mantenido despierta, dando vueltas a todos los posibles escenarios que podrían surgir en la reunión. Sin embargo, no podía permitir que el miedo la paralizara. —Hoy es el día. —se dijo a sí misma, tratando de infundirle valor a su reflejo. Kadisha se preparó con un vestido verde esmeralda que acentuaba sus curvas, el color realzando sus ojos brillantes. La elección no fue casual; quería proyectar confianza y fuerza ante su manada. Sabía que tenía que ser más que la chica huérfana que había llegado a este mundo. Debía ser la líder que todos necesi