2. EL IDIOTA

Lucero

En lo que veo al señor Valdini marcharse, escucho la voz que nunca olvidaría el resto de mi vida y el motivo de perder la oportunidad que tenía para escalar.

—¿Qué rayos te pasa? ¿Acaso no te fijas por dónde vas? Eres una tonta, mira que venir corriendo hacia un restaurante con tanta gente... —el muy cretino no termina su frase enfocándose más en levantarse en lo que me deja tirada en el suelo.

Mi cuerpo temblaba, no por frío o miedo, sino de la misma rabia que tenía por todo lo ocurrido y ahora el tener que escuchar esas palabras... fue la gota que derramó el vaso. Pasé por muchas cosas en la última semana, pero esto fue todo, llegué a mi límite.

—¡Eres un idiota! ¿¡Qué diablos te pasa a ti!? —grité con furia.

Si mis padres me vieran ahora lo más seguro es que me hicieran tomar cloro por mi vocabulario y eso que no le dije todo lo que pienso porque no hay penitencia suficiente que me absuelva de eso.

—Aquí la única idiota eres tú, ¿quién te crees? tras de que tiras mi café, me tiras al suelo ¿y aun así te atreves a reclamarme cuando eres la loca que se pone a correr de esa forma? —responde él en el mismo tono grosero que yo.

—Por favor disculpa a mi amigo, ven conmigo, necesitas limpiarte y ser atendida, tienes muchas zonas rojas por ese café tan caliente.

El otro hombre que acompañaba al idiota estira su mano hacía mí y aun con dudas la tomo. Es un hombre joven, quizás de treinta y dos años, piel canela, ojos marrones, no tiene cabello, pero sí una barba que lo hace ver bien, bastante alto con excelente físico, labios gruesos y una voz que te hipnotiza, es muy firme, pero a la vez gentil.

—¿Soy tu amigo y ayudas a esta loca? En serio que no te entiendo Abiud.

—Ya deja de decirle loca, fue un accidente, puede ocurrirle a cualquiera Sharif, deja de ser tan dramático y mejor ayúdame que ella debe ser atendida —riñe su amigo al idiota. —De nuevo disculpa a mi amigo.

El hombre, que ahora sé y se llama Abiud, me regala una sonrisa cálida, creo que es el tipo de hombre que enloquecería a Alison.

—No te preocupes, igual ya perdí la oportunidad de mi vida, terminé con un café encima y para completar conocí a un idiota sin modales.

Si mis ojos fueran laser el tal Sharif estaría dividido en mil pedazos con la mirada aniquilante que le lanzo al decir esas últimas palabras.

—Tranquila, es un idiota solo cuando se le daña el día y este ya estaba arruinado desde antes que tropezaras con él —contesta Abiud amable intentando hacerme sentir mejor y la verdad es que sí lo logra un poco con su sonrisa.

—Me voy de aquí no soporto más esto, ve que soportar a una loca y a mi hermano defendiéndola como si nada, es el final perfecto para este día.

Sharif se aleja dejándonos a Abiud y a mí a solas, y por la cara que él tiene, no sé cuál de nosotros dos quiere golpearlo primero.

(...)

2pm Pastelería Bernal

—Así que... por eso hueles a café —dice Alison tras escuchar toda la historia.

—Sí, por suerte siempre llevo un cambio de ropa, así que me cambié y Abiud me invitó a un desayuno, atendió mis quemaduras y hablamos el resto de la mañana.

—Es una lástima que perdieras tu oportunidad con Valdini, era algo muy bueno, pero no quiere decir que no salgan más patrocinadores mi Luz, sabes bien que tienes mucho talento, solo es cuestión de buscar a otras personas —eso es lo que adoro de Alison, siempre ve lo positivo en cada situación, incluso en los malos momentos. —Además, mira que no todo fue tan malo, por lo que me dijiste Abiud Sabbag se escucha como el nombre del hombre de tus sueños.

—Mejor sigue comiendo tu pastel Alison, o mejor no, creo que el azúcar te hace decir tonterías —trato de tomar el pastel, pero él me lo arrebata y saca su lengua impidiendo que se lo quite. —Tonto. Admito que sí, es un hombre muy apuesto y su voz parece de otro mundo, pero definitivamente no es mi tipo.

—¿Ah no? ¿y cuál es tu tipo? ¿quizás alguien como el idiota? —Alison carcajea en lo que yo lo fulmino con la mirada.

—Esta vez pagas tú el postre por salir con semejante comentario tan ridículo.

—Ya relájate mi Luz, al menos dime cómo es el idiota del café.

—Recuerdo que es alto, piel dorada y su actitud es la de un cretino total.

—Vaya, en serio que estás bastante enojada con él si es todo lo que puedes decir, bueno, vamos a casa, quizás tenga algo que pueda mejorar tu día.

(...)

Sharif

—Eres increíble Abiud ¿cómo pudiste hacer semejante cosa?

—Ya basta ¿sí? Estás actuando como un niño, solo fue un accidente, no entiendo por qué le das tanta vuelta a lo ocurrido con esa mujer cuando deberías estar más concentrado en cómo haremos para convencer a los inversionistas.

Él tiene razón, no sé ni por qué le doy tanta importancia al asunto, supongo que visualizaba lo mejor para nosotros y al no obtenerlo el estrés me ganó. Decido olvidarme del asunto como bien dijo él y darme un baño con agua fría para calmar mi mente y colocar en orden mis ideas, ahora lo único importante es nuestra empresa.

Nos quedamos esa tarde en el hotel para analizar lo dicho en la reunión y buscando nuevas estrategias para hallar un punto medio entre las exigencias del inversor y lo que estamos dispuestos a ceder, pues las cosas que dijo también eran ridículamente exageradas.

Por la noche Abiud llamó a un par de amigas en la ciudad para cenar, tomar unas copas ¿y por qué no? tener una noche bastante entretenida con ellas. Llegamos a un centro comercial al que ellas insistieron en ir, pues un artista famoso estaría allí y querían tener su autógrafo y una foto con él.

—De saber que esto ocurría mejor me quedaba en el hotel.

—Si sigues hablando así te vas a parecer a tu padre y eso ya es bastante decir, al menos tu abuelo tiene sentido del humor.

—Si quieres quédate esperando que yo me voy al hotel a dormir.

Para mi desgracia ellas vienen corriendo hacia nosotros, pensé que habían obtenido su autógrafo, pero lo que querían es que las acompañáramos hasta donde iba a salir el cantante y aunque quise librarme de la situación, fue imposible. Un tumulto de gente aparece de la nada tras nosotros, el grito histérico de las personas es insoportable, nos van empujando y cada vez se vuelve más difícil salir de allí, de hecho, creo que incluso estamos terminando en mitad de todas estas personas.

Busco a Abiud, pero me percato de que ya no está a mi lado al igual que las chicas y maldigo mentalmente por toda esta situación. Comienzo a abrirme paso como puedo entre todos, no me importa si termino golpeando a alguien porque yo también estoy siendo golpeado por esta manada de lunáticos, no sé por qué tanto escándalo por una persona.

Cuando creo que estoy a punto de conseguirlo la gente comienza a ir en retroceso. Ahora sí, ésto se pondrá peor. Alguien termina empujándome muy fuerte y escucho el chillido de otra persona detrás de mí, creo que llegué a lastimarla, pero debe entender que es imposible salir de esta locura.

—¡Ten más cuidado! —me reclama.

—No sé si lo notas, pero es imposible con esta gente —respondo como puedo aun cuando no logro verla.

Me giro al ver un escape rápido, pero de nuevo la gente retrocede hasta empujarme, cierro los ojos por instinto y creo que me he llevado a alguien por delante, entonces un aroma familiar golpea mi nariz... azahar... ¿Dónde lo he sentido? Alcanzo a ver la pared frente a mí cuando abro mis ojos rápidamente, pero de nuevo me golpean, casi caigo de no ser porque me sostengo a tiempo y unos brazos se apoyan en mi pecho con fuerza, bajo la mirada notando que es una mujer, pero no veo su cara.

—¿Estás bien? —pregunté un poco preocupado.

Ella levanta su rostro y los dos abrimos nuestros ojos a más no poder como si fuésemos a lanzar fuego por ellos.

—¡¿TÚ?! —gritamos a la vez.

—¿No puedo tener más mala suerte hoy? Justo tengo que encontrarme contigo aquí —frunzo mi ceño ya demasiado fastidiado por todo.

—Tú fuiste quien terminó de arruinar mi día y ahora te propones en arruinar mi noche —contesté tan patán como ella.

—¿Arruinar tu noche? Ni que estuviera desesperada para perseguirte en esta ciudad y así lo estuviera, no serías ni el último hombre al que perseguiría —habla muy arrogante y altanera.

Siento la adrenalina correr por mis venas de la furia que ella me produce, es increíble cómo alguien pueda hacer esto con solo un par de minutos de vernos.

—Quítate de mi camino idiota, quiero largarme de aquí.

—No eres la única, yo también me quiero largar de aquí.

Los dos miramos a nuestro alrededor intentando buscar una salida, me siento demasiado frustrado, no tengo problema al estar rodeado de tantas personas, pero en ocasiones así puede ser estresante. Veo un pasillo no muy lejos de donde estamos, dejo de pensar con claridad con el único objetivo de salir pronto de allí y bajo mis manos para caminar hasta ese lugar, siento algo detrás de mí, pero no quiero mirar, ahora estoy concentrado en llegar a ese pasillo como sea.

Cuando por fin logro tener un momento fuera de toda esa locura una voz me saca de ese estado.

—¿Será que puedes soltarme? —me giro y la encuentro detrás de mí con una cara de pocos amigos.

—¿Qué haces aquí?

—¿Qué hago aquí? Tú fuiste quien tomó mi brazo con fuerza y me arrastró hasta acá.

Bajo la mirada comprobando que es verdad lo que dice, soy yo quien sostiene su muñeca. La suelto rápidamente y ella pasa su mano donde tenía mi agarre, creo que llegué a lastimarla.

—Como sea, me largo de aquí.

—¿En serio? ¿Y por dónde según tú? Mira a tu alrededor, solo hay una salida y está bloqueada por todo ese mar de locos —dice con una actitud que me pone de peor humor.

—¿Siempre eres tan irritante y respondona?

—Digo lo que quiero cuando quiero y si tienes problemas con eso ni modo, no es mi problema —cierro mis ojos intentando controlarme para no cometer una locura.

No recuerdo que una persona aparte de mi familia lograra ponerme en este estado con su sola presencia. Me apoyo contra la pared y paso las manos por mi rostro bastante estresado, tengo que calmarme como sea.

—Bien, ¿propones alguna forma para salir de aquí? —pregunté intentando llegar a un punto medio con ella.

—¿Ahora quieres mi ayuda después de cómo me has tratado? —responde en lo que suelta un bufido y gira sus ojos fastidiada.

—Mira niñita, no me interesa nada de lo ocurrido, solo busquemos una forma de salir para no tener que seguir soportándote.

—Claro, es que yo adoro estar en tu presencia —contesta sarcástica.

Respira profundo Sharif para no caer tan bajo. Me reprendo mentalmente.

—Solo busquemos una salida y así no nos volveremos a ver, creo que al menos coincidimos en que queremos eso ¿o no?

Ella voltea sus ojos y frunce sus labios, pero en ningún momento deja su actitud de chica ruda.

—Sí, lo que sea con tal de no volver a verte en mi vida.

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