Lucero Odiaba discutir con Ali y más por temas del pasado, es mi hermano y la persona que más ha estado pendiente de mí, es mi cómplice, mi amigo, mi familia, pero ahora necesitábamos pensar con claridad toda esta situación e igualmente sabía que no hablaría conmigo hasta que soltara todo lo que tenía acumulado en el momento por mis respuestas, así que yo también me encerré en mi habitación para hacer lo mismo. Las horas fueron pasando, no me atreví a salir para nada y después de tanto llorar quedé en un limbo mental del cual parecía no salir, pues mis pensamientos estaban ocupados por ese encuentro con Ramiro y las palabras que mencionó llegando a preocuparme en demasía. Sin embargo, fue una llamada a mi móvil lo que me sacó de todo ese trance, me pareció extraño pues era un número de Marruecos, pero igual atendí. —Me alegra que contestaras y será mejor que no cuelgues si no quieres provocar una tragedia Lucero —una helada corriente pasó por mi cuerpo paralizándome igual que en el
Lucero El camino de regreso a casa no fue para nada cómodo, mi salud empeoraba, mis nervios habían colapsado y esta situación solo empeoraba con el pasar de los segundos. Necesitaba una forma de salir de todo esto a como dé lugar y Ali era mi punto de equilibrio, solo él sabría lo que es mejor para todos, pero no sabía si tendría la valentía de contarle a Sharif anexándole otra angustia más a su vida con la aparición de Ramiro. Al llegar a casa no pude hallar tampoco una solución pues Alison seguía sin aparecer, volví a insistir en las llamadas y los mensajes, aunque al menos esta vez me contestó con un texto diciendo que después hablaríamos, fue cortante, extrañamente cortante, pero quizás era porque todo esto le pesaba bastante y opté por darle más tiempo, lo más seguro es que en la noche lográsemos hablar con calma llegando a una solución entre los dos, pero como si todo ya no fuera de por sí demasiado, ahora una llamada de Sharif ingresaba a mi móvil colocándome más peso en los
AlisonSabía que era un riesgo el haber salido de la mansión sin ningún escolta o siquiera avisar a alguien en caso de que algo ocurriera, pero debía hacerlo, debía reunirme con él para intentar hallar una solución en lo que me ponía al tanto de toda la situación, la cual definitivamente no era para nada buena, lo que no me imaginaba era que el infeliz de Ramiro me estaría esperando con algunos hombres en el lugar donde me reuniría con esa persona.Todavía recuerdo cómo me acorralaron y los golpes que me dieron para inmovilizarme hasta meterme en una camioneta negra en plena vía pública, después de eso solo recuerdo sentir un fuerte golpe en la cabeza que me hizo perder el conocimiento hasta hace… no sé cuánto tiempo porque no sé qué hora es.—Despierta maricón, es hora de arreglar cuentas —escucho la voz de Ramiro a lo lejos.Me encantaría estar de pie para darle una golpiza como en Tarifa, o quizás peor, pero es imposible con el dolor que acapara cada parte de mi cuerpo, llevo mucho
SharifLo que menos esperábamos todos era encontrarnos a Lucero hecha un mar de nervios y peor aún, que se desmayara frente a nosotros sin más, pero recibir las noticias que nos habían dado los de seguridad fue mucho peor. Said, quien era uno de los que estuvo acompañándolos ayer, nos comentó toda la situación con aquel sujeto, también el encuentro que tuvo Lucero con ese hombre y la desaparición de Alison seguido de la fotografía que le enviaron a ella.Sin embargo, el saber que su estado de salud era tan deplorable, según nos comentó el doctor que vino a revisarla, es algo que nos dejó sumamente angustiados, por tal motivo dijo que le haría algunos exámenes de rutina y la dejó canalizada con un poco de medicación y suero, de esa forma ella podría descansar algunas horas en lo que él enviaba todo al laboratorio.Desgraciada o afortunadamente cuando el hombre llegó nos informaron que una camioneta se encontraba fuera de la mansión, de esta arrojaron un cuerpo y rápidamente lo ingresar
Barcelona, España Lucero Mi corazón se quebró en mil pedazos cuando los vi a todos frente a mí en la entrada de la mansión, mi vida parecía tan insignificante aun sintiendo el frío cañón del arma en mi sien y el brazo de Ramiro rodear mi cintura con fuerza, y todo, porque eran los rostros de las personas que yacían frente a mí angustiados y con la impotencia más grande abarcando a cada uno al saber que no podían hacer nada para evitar lo que estaba a punto de ocurrir. No obstante, era el maltrecho rostro de mi hermano el que me hizo saber que hacía lo correcto, porque no solo era su vida la que había salvado, sino también la de mis padres, puesto que esa misma mañana vi que Ramiro había enviado un mensaje con una fotografía de ellos donde dos puntos rojos iluminaban la parte de atrás de sus cabezas, alguien estaba listo para asesinarlos si no me entregaba a él ese mismo día… y a pesar de todo, lo hice, pude dejarlos morir y salvar solo a Ali, pero siguen siendo mi familia y mis padr
Kenitra, Marruecos Sharif Llevaba unas horas encerrado en el despacho, mismas que vivía desde su partida. Amal y mi abuelo intentaron darme ánimos, pero nada podía hacerlo en este momento, no tenía las fuerzas hoy para hacer nada porque la forma en que ella se fue me destrozó por completo. La mujer que me dio la vida me odiaba desde siempre, el hombre que se suponía era mi padre en realidad no lo era, no tenía nada en los bolsillos con qué empezar y me encontraba como muerto en vida desde que sus ojos azules dejaron de brillar, desde que su luz desapareció con su partida como el sol en el ocaso dejándome en tinieblas y con un enorme vacío donde se ubicaba mi corazón que latía ferviente de amor por ella. Lucero De Almeida es la mujer que no esperaba ni deseaba en mi vida, es la persona que me generó múltiples confusiones diariamente y la que soportó semanas a mi lado de un peligro inminente, ella, aquella altanera y arrogante de ojos azules, sonrisa grande y una mirada que muestra u
Sharif Excelente clima, una hora de ejercicio y un delicioso café. Todo es perfecto para que sea un excelente día ¿y cómo no? si hoy por fin cerraría el negocio que tanto había estado esperando con mi mejor amigo de la infancia, Abiud, los dos venimos de familias muy tradicionales y adineradas en Marruecos y aunque cualquiera diría que tuvimos una excelente vida hasta ahora, no es así. Nuestras familias llevan años tratando de arreglar matrimonios para nosotros con personas de nuestro “estatus”, agotados de todas las molestas locuras de ellos y luego de un arduo trabajo en las empresas de éstas, pudimos recolectar contactos y nuestro propio dinero para iniciar un negocio juntos, por eso, una vez él me habló de todo el proyecto y tras analizarlo con detenimiento; no tuve dudas de ejecutar el que ha sido nuestro sueño desde niños. Desde hace algún tiempo Abiud estuvo persiguiendo un pez gordo en España, en la última llamada que me hizo dijo que por fin había podido concretar una cita
Lucero En lo que veo al señor Valdini marcharse, escucho la voz que nunca olvidaría el resto de mi vida y el motivo de perder la oportunidad que tenía para escalar. —¿Qué rayos te pasa? ¿Acaso no te fijas por dónde vas? Eres una tonta, mira que venir corriendo hacia un restaurante con tanta gente... —el muy cretino no termina su frase enfocándose más en levantarse en lo que me deja tirada en el suelo. Mi cuerpo temblaba, no por frío o miedo, sino de la misma rabia que tenía por todo lo ocurrido y ahora el tener que escuchar esas palabras... fue la gota que derramó el vaso. Pasé por muchas cosas en la última semana, pero esto fue todo, llegué a mi límite. —¡Eres un idiota! ¿¡Qué diablos te pasa a ti!? —grité con furia. Si mis padres me vieran ahora lo más seguro es que me hicieran tomar cloro por mi vocabulario y eso que no le dije todo lo que pienso porque no hay penitencia suficiente que me absuelva de eso. —Aquí la única idiota eres tú, ¿quién te crees? tras de que tiras mi ca