6. MARRUECOS

Sharif

—Espera, espera, a ver si te entendí, ¿me estás diciendo que invitaste a la mujer de la cual te estuviste quejando todos estos días para que conociera a tu abuelo? ¿Eso sin mencionar que la besaste en frente de Sanem quien vino a buscarte desde Marruecos y le hiciste creer no solo que estabas saliendo con esa mujer, sino que estaban comprometidos?

—Sí, así tal cual —contesté como si nada.

—¿Cuál es tu problema? ¿Acaso te freíste el cerebro en esta costa o qué? Sharif no puedes hacer eso, en vez de solucionar tus problemas acabas de ganarte más al haber hecho esa estupidez.

—Claro que no, ella solo me ayudó por esta vez, ya quedé libre de Sanem y con suerte también de ese matrimonio tan absurdo.

—¿Libre dices? Claro. ¿Te pusiste a pensar que ahora que tienes los tiquetes comprados, el hotel reservado y una cita con tu abuelo, esa mujer va a conocer a tu familia quienes muy seguramente estarán enterados de lo que pasó?

—¿Eso qué importa? El único que la va a conocer es mi abuelo y todo con fines profesionales —Abiud coloca sus manos en mis hombre presionando un poco fuerte.

—Sharif, por una vez usa la cabeza para este problema, si Sanem llega a encontrarse con Lucero en Rabat, ten por seguro que las cosas no se verán bien para ustedes y provocarás toda una red de mentiras que te traerá más problemas de los que ya tienes.

—No pasará nada confía en mí Abiud, Sanem no va a intervenir, De Almeida hará la entrevista, tomarán las fotos y todo se habrá olvidado, no nos volveremos a ver y tú y yo podemos continuar con nuestra empresa como si nada hubiera pasado.

—No estoy de acuerdo con esto, pero sí te dejaré en claro una cosa Sharif, más te vale que no lastimes a esa mujer al arrastrarla en tus problemas, no la conozco mucho, pero se nota que es una buena persona y se merece lo mejor —se separa un poco señalándome seriamente con el índice. —Recuerda mis palabras hermano, esto es un grave error.

Abiud sale de la habitación un poco molesto por toda la situación, si bien no es su vida la que está en juego, pero si llego a desligarme antes de tiempo de mi familia, perderíamos clientes potenciales y eso sí afectaría todos nuestros planes a futuro.

Esas palabras de él me quedaron sonando un poco, pero sé que todo saldrá bien, si llega a ocurrir algo con Sanem o con mi familia quizás pueda pedir nuevamente la ayuda de ella, solo espero que no pase nada antes de que pueda hablar con mi abuelo.

(...)

Hoy por fin había llegado el día, De Almeida me había informado que Alison se tardaría unos días en llegar por otros trabajos que debía hacer y mientras tanto ella estaría realizando la entrevista, conociendo las empresas, su funcionamiento y viendo los mejores lugares; para que una vez llegue su amiga sea solo tomar las fotos y se regresarán a España. Abiud y yo terminamos de alistar nuestras maletas, pedimos un auto y nos dirigimos a casa de ella para recogerla.

—Sharif, por última vez ¿estás seguro de lo que vas a hacer? —pregunta Abiud bastante angustiado.

—No me hagas dudar más, necesito salir de todo este problema, es por eso que hablaré con mi abuelo para mantenerlo al tanto de todo, sabes que él nos tiene mucho cariño y nos brindará su apoyo —él da un fuerte resoplido y se queda mirando por la ventana. —Abiud eres mi hermano, no quiero que estemos así necesito tu apoyo, eres mi consciencia, o al menos la parte razonable que me hace poner los pies en la tierra, pero esto es lo mejor, lo sé.

—Solo dos cosas Sharif, no quiero que ella salga lastimada por algo que no le corresponde y si las cosas no salen bien como tanto pregonas, ten por seguro que te daré un puñetazo tan fuerte que te acordarás de mí en la próxima vida —asentí con mi cabeza en silencio dejando una sutil sonrisa que pareció más una mueca. No quise decir nada más de lo que pudiese arrepentirme más adelante.

Llegamos a un edificio de cuatro pisos y le envío un mensaje para avisarle a De Almeida que estamos abajo, al cabo de cinco minutos vemos a un hombre salir, es un poco fornido, rubio, ojos turquesa y tez blanca.

—Imagino que eres Sharif, eres tal y como te describió mi Luz —dice el hombre reparándome de pies a cabeza.

—Sí, soy Sharif Qattan y mi socio Abiud Sabbag. ¿Y tú eres? —pregunto bastante serio.

—¡Alison ¿por qué saliste así?!

Ella aparece corriendo con un jean y una blusa blanca, no puedo evitar detallarla viendo sus labios rosados. De pronto caigo en cuenta del nombre que ha mencionado y me quedo mirándola extrañado, creí que Alison era una mujer.

—¿Alison? —pregunté desconcertado.

—Sí, soy Alison Manrique y de una vez les advierto a los dos que si se atreven a hacerle algo a mi Luz me la van a pagar muy caro.

Él va con ella abrazándola con mucho cariño, acto que me fastidia y opto por mirar a otro lado para hacerme el desentendido.

—No olvides todo lo que te dije mi Luz, avísame en cuanto llegues y nada de hablar con extraños, nunca se sabe qué te puedas encontrar, nos veremos en unos días.

—Estaré bien Ali, evita hacer fiestas sin mí —contesta ella con una dulce sonrisa.

—Jamás me atrevería amor, cuídate, te adoro.

—Y yo a ti.

Escucharlos hablar con tanta confianza aumenta mi molestia, lo peor es que no sé ni qué es lo que me molesta realmente, pero Abiud se da cuenta y disimuladamente me golpea con el codo preguntando con la mirada qué me ocurre, a lo que decido ignorarlo en silencio.

—Llegaremos tarde De Almeida y el avión no es privado —hablo tosco.

Ella me mira muy mal al igual que Alison, pero no me interesa, quiero irme rápido de aquí y terminar lo antes posible con todo esto. Alison coloca su maleta en la parte de atrás del auto, se despide nuevamente de ella con otro abrazo y un beso, que prefiero no ver, y por fin partimos de su casa rumbo al aeropuerto.

(...)

Lucero

En dos horas ya nos encontrábamos camino al hotel en Rabat, fue más la demora abordando el avión que el trayecto en sí. Se me hizo bastante extraña la actitud de Sharif, es como si hubiese vuelto a ser un idiota porque no hacía más que contestar como un patán, Abiud por otro lado sí estuvo conversando muy amable conmigo, él no parecía cambiar, sino que esa actitud tan serena era característica en él.

Al llegar al hotel hicimos el registro, se me hizo extraño cuando ellos también lo hicieron, pero Abiud me informó que sus familias no sabían de su regreso y no querían verlos todavía, imagino que él también estaría en el mismo dilema de Sharif, pero no quise inmiscuirme mucho más de lo necesario.

Nos fuimos a nuestras habitaciones que estaban en el mismo piso, nos encontraríamos a medio día en el restaurante para almorzar y finiquitar algunos detalles previo a la entrevista, o al menos eso dijo el idiota antes de entrar con su cara de amargura. Igual preferí ignorarlo y disfrutar de mi muy lujosa e increíble habitación en este hotel, porque sí, esto gritaba lujo y dinero a los cuatro vientos, me sentía una reina en este lugar.

A medio día ya me encontraba más fresca luego de un delicioso baño con burbujas en la tina, me arreglé con un pantalón elegante ancho color curuba, blusa blanca y mis zapatos blancos deportivos, Alison decía que debía ir con tacones, pero prefería estar cómoda por si tenía que correr del idiota luego de darle un golpe donde siguiera con esa actitud.

Tomé mi bolso, me aseguré de llevar lo necesario y salí directo al restaurante, en el lugar ya se encontraba Abiud esperando por nosotros y al poco tiempo apareció el idiota con su cara de mil demonios. Todo transcurrió sin inconvenientes, él me explicó que su abuelo nos vería a las dos de la tarde en su oficina, también recalcó el que debía ser muy educada en todo momento pues era un hombre muy respetable en la ciudad.

Sé que eran personas con dinero, pero sentía como si estuviese exagerando, es solo un hombre de negocios, no voy a ver a un rey o un dios. En fin, llegada la hora partimos a la empresa donde tuvimos una entrada un poco extraña, todos se quedaban mirándome, o tal vez sea a ellos, no lo sé ¿Será que todos en este lugar son así?

Una vez la secretaria dio el aviso ingresamos los tres a la muy espaciosa oficina, tenía una vista increíble de la ciudad, estaba fascinada con la escena y estoy segura que a Ali también le encantará cuando la vea. De pronto escuchamos a alguien aclarar su garganta, es un hombre de entre sesenta y setenta años, canoso, ojos azules, lo que es raro considerando que Sharif los tiene negros, ellos saludan al hombre con mucha formalidad y respeto, cruzan algunas palabras en árabe las cuales no entiendo para nada y el señor Qattan se queda mirándome con mucha atención.

—Lucero De Almeida, un placer conocerte, me han hablado mucho de ti.

Al menos ya sé que Sharif no sacó los ojos de su abuelo, pero sí la voz gruesa y demandante.

—El placer es mío señor Qattan, le agradezco de antemano que accediera a darme esta entrevista —respondo cordial estrechando su mano.

—No hay nada qué agradecer y dime Ahmed, no necesito el señor para sentirme más viejo, bastante tengo con las canas que me sacan mi hijo y mi nieto para recordármelo.

Ambos sonreímos con soltura y él me da una señal para que nos sentemos en un sofá junto al ventanal, el sol no da de ese lado, así que permite disfrutar mejor la vista, la secretaria sirve unas bebidas para todos y después sale junto a Abiud quien recibe una llamada.

Procedo con la entrevista con total profesionalismo, él me comenta cómo fundó la empresa, su desarrollo e incluso me contó su historia de amor con su esposa, pues según dijo, ella fue el motor y la inspiración para este negocio. La señora Farehya Qattan gustaba de la costura y era muy buena para escoger telas, el señor Ahmed empezó comerciándolas y luego se expandió con la fabricación de las mismas. Cada que sacaba un nuevo producto era su esposa quien lo probaba creando algún diseño, decía que siempre le encantaba verla coser porque sonreía mientras hacía la prenda.

Era tan hermoso escucharlo hablar con ese profundo amor, se nota que ella fue un pilar importante en su vida y le dio muy fuerte su partida cuando ella falleció de un ataque al corazón, desde entonces ha estado solo y a cargo de toda la empresa con la experiencia adquirida, las enseñanzas de ella y los bellos recuerdos de su matrimonio. No recuerdo haber escuchado a nadie hablar con esa devoción y amor por su pareja, pero me alegra saber que sí existen personas que pueden encontrar a su alma gemela.

Me gustaría tener esa misma suerte que él tuvo, así dejaría estos dolorosos recuerdos muy lejos de mi vida.

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