Lucero Divisar la pequeña capilla frente a mí era complejo y despertaba mil sensaciones que no sabría describir, pero me hacían temblar. —Tranquila, no dejaré que caigas aun cuando tropieces —dijo mi padre regalándome más seguridad en lo que estaba a punto de cometer. La música sonaba dando el aviso de nuestra llegada. Todos iban ingresando aun cuando no conocía a los padrinos ni damas de honor, quizás sea gente pagada por Ramiro, no lo sé y poco me importaba, tan solo quería terminar con este circo y encontrarme con mi realidad cuanto antes. —Hija, vamos —tomé aire profundamente. Cada paso era más difícil, era como caminar en un pantano que se hacía más y más profundo. Las miradas de los invitados apuntaban hacía mí como armas, mis ojos observaban cada parte del lugar encontrando en algunos puntos a los hombres de Ramiro, tenían un excelente ángulo para disparar en cuanto recibieran la orden de él, aquel hombre que se encontraba cada vez más cerca de mí con una fingida sonrisa d
LuceroLa celebración con los invitados me hacía sentir como si estuviera en una feria y yo fuese el mono al que lanzaban toda clase de basura, las voces eran estruendosas, el primer baile fue casi en automático, mi sonrisa parecía estar sostenida por litros de bótox y mis piernas temblaban solo de pensar en lo ocurrido hasta ahora.—Lucecilla, ya es hora de cambiarte.—¿Tan rápido? —pregunté a Paz con tristeza, a lo que ella asintió de la misma forma. —¿Podrías acompañarme?—Claro.Nos dirigimos a una habitación quedando a solas, ella retiró el vestido y lo guardó en una caja plateada muy hermosa.—Es una pena que tuviera que usarse para una ocasión como esta.—No estés triste, ya verás cómo mejora todo.—Paz, tú escuchaste lo que dijo Sharif, esas palabras eran sinceras.—¿De verdad crees eso? —tomó mis mejillas con cariño. —Ese hombre atravesó un mar por ti, se arriesgó a entrar a la iglesia aun cuando había hombres armados y le apuntó a Ramiro en la cara.—Pero él…—¡No! Me niego
Días despuésLuceroY volvemos al comienzo donde la bestia violaba y golpeaba a su presa, solo que esta vez era más cuidadoso con las marcas que me dejaba. Los primeros días fueron los peores, intenté resistirme a los golpes tanto como pude siendo inútil en cuanto él lograba someterme desquitándose aún más, pero no tenía lágrimas para derramar, solo resistía protegiendo tanto como pudiese mi vientre, prefería que golpeara la zona alta de mi espalda, mis brazos, mis piernas, incluso mi rostro, pero no a mi bebé.Solía obligarme a verme al espejo cuando empezaba con sus juegos enfermizos de sometimiento, pero no era la misma de hace años, ya no veía a una mujer débil en aquel tórrido reflejo maltrecho, sino que ahora veía a la verdadera Lucero, aquella que seguía luchando, aguardando a que llegara el momento indicado para largarse de aquí.—¿Hola? —presté atención al escuchar a Ramiro hablar, pues era bastante extraño que hiciera alguna llamada conmigo en la habitación.En eso la puerta
Lucero No hubo palabras durante o después del encuentro en la suite, tan solo terminamos, recuperamos el aliento y nos duchamos juntos como si nada hubiera pasado, aunque bien podía sentir sus ojos repasarme de pies a cabeza. En el trayecto hasta Barcelona fue igual, Ramiro solo se dedicó a ver por la ventana hasta que tomamos el auto dirigiéndonos ahora al hospital. —No lo hice —tres palabras que me dejaron sumamente confundida, pero él en vez de darme la cara veía mi reflejo por la ventana. —No ordené que asesinaran a tu padre. —¿Cómo creerte? —De ser así, hace muchos años lo habría asesinado y oportunidades he tenido en cantidades —sonó sincero. —¿Sospechas de alguien o crees que solo fue un incidente? —No lo sé —respondió a secas. Él sabía o sospechaba de alguien. —Recuerda que venimos de una luna de miel —cambió de tema y tomó mi mano atrayéndome a su cuerpo. —Compórtate —murmuró cariñosamente sobre mis labios dejando una caricia en ellos seguido de un beso. No sé si tiene
Lucero Llevaba un buen tiempo dándole vueltas a la conversación que tuve con Omar, por mucho que lo intentara había varios puntos que me hacían dudar de él y en otros sabía que hablaba con la verdad por todo lo que me habían contado los chicos hasta ahora. Uno de los puntos que más me afectó fue cuando me contó que Rosario estaba asesinando lentamente a mi padre para quedarse con todo su dinero, así como yo sería la siguiente en la lista puesto que en el testamento de él yo me quedaría con el cincuenta por cierto de todo y en caso de que algo me ocurriese, esta cantidad junto a las propiedades pasarían a ser de ella o viceversa. Asimismo, la preocupación que reflejaba Omar por mí y mi hijo parecían ser genuinas asegurándome que no quería que muriese, pues en medio de todo él se arrepentía de lo ocurrido en Marruecos. Por otra parte, después de que él se fue intenté contactarme con Alison, Sharif y Abiud, pero me resultó imposible ya que ninguno contestó, por no decir que tenían el
LuceroCon la mente despejada, las dudas en la basura y mi determinación a tope, retorné mis pasos hasta la habitación, Sharif tomó otro camino para preparar el auto y sacarme de aquí, esperaba que mi padre despertara e hiciera un esfuerzo por venir conmigo, pero antes debía quitar de mi camino a Rosario para asegurar la vida de él hasta que regresara Sharif. Sé que me pidió que no hiciera nada hasta que volviera, pero no podía quedarme callada, necesitaba decirle sus verdades a esa arpía que fue cortada con la misma tijera que Mirahm.—¡Rosario! —llamé al encontrarla fuera de la habitación. Me acerqué a zancadas y le di una fuerte bofetada que la desestabilizó por completo. —Eso fue por lo que le hiciste a mi padre —lancé una segunda bofetada en el mismo lado. —Esa es por el daño que me provocaste —ella se abalanza sobre mí intentando lastimarme, pero soy más rápida logrando alejarla al tomar de su cabello y darle un tercer golpe en la boca que la hace sangrar levemente. —Y esa es po
Horas atrásAbiudRecién nos habíamos despedido de Sharif e iríamos a comer en lo que esperábamos la llamada de Ahmed o Amal para informarnos cuándo vendría Karhel, sin embargo, cuando estábamos a punto de cruzar la calle, fuimos interceptados por varias camionetas blindadas, algunos hombres armados bajaron obligándonos a subir en una de ellas arrancando a toda velocidad.—Y nos volvemos a encontrar.El humo de un habano se desprendió tras resonar esa ronca e inconfundible voz de Bayek Karhel y si teníamos al diablo enfrente, eso significaría que solo podría venir la muerte por nosotros.—¿¡Dónde has estado todo este tiempo!? —reclamó Alison sin decoro alguno.—No creerás que ustedes son los únicos a los que debo atender ¿O sí?—¿¡Sabes la cantidad de problemas en los que nos hemos metido porque tú no aparecías y tampoco dabas señales de vida para que al menos nos enviaras a algunos de tus hombres!?—Alison, cálmate —gruñí por lo bajo.—Sí, Manrique, cálmate, no quiero ensuciar el tap
AbiudAlison nos comentó lo que le dijo esa misteriosa mujer en la llamada dejando inquietos a ese par, lo mejor de todo era que estaba feliz advirtiéndoles que debían obedecer las indicaciones si no querían problemas, así que ambos no tardaron en darles las respectivas órdenes a sus hombres, después salimos del edificio con Karhel y en eso Alison y yo recibimos un mensaje de Sharif informándonos que Lucero fue secuestrada, mismo dato que informó uno de los guardias de Karhel a su persona.—Desplieguen a todos nuestros hombres y no los pierdan de vista, ya conocen el objetivo y en dónde abordarlos.—Sí, señor.—Por ahora será mejor que regresen por su cuenta, en cuanto ella esté en mis manos enviaré a alguien por ustedes.—Olvídelo, iremos con ustedes —reclamó Alison.—No lo harán, no quiero que interfieran o empeorarán todo —Karhel se fue con sus hombres dejándonos solos.—Me importa un carajo lo que él quiera, iremos por mi hermana.Alison tomó mi mano llevándome casi a rastras hast