Lucero Llevaba un buen tiempo dándole vueltas a la conversación que tuve con Omar, por mucho que lo intentara había varios puntos que me hacían dudar de él y en otros sabía que hablaba con la verdad por todo lo que me habían contado los chicos hasta ahora. Uno de los puntos que más me afectó fue cuando me contó que Rosario estaba asesinando lentamente a mi padre para quedarse con todo su dinero, así como yo sería la siguiente en la lista puesto que en el testamento de él yo me quedaría con el cincuenta por cierto de todo y en caso de que algo me ocurriese, esta cantidad junto a las propiedades pasarían a ser de ella o viceversa. Asimismo, la preocupación que reflejaba Omar por mí y mi hijo parecían ser genuinas asegurándome que no quería que muriese, pues en medio de todo él se arrepentía de lo ocurrido en Marruecos. Por otra parte, después de que él se fue intenté contactarme con Alison, Sharif y Abiud, pero me resultó imposible ya que ninguno contestó, por no decir que tenían el
LuceroCon la mente despejada, las dudas en la basura y mi determinación a tope, retorné mis pasos hasta la habitación, Sharif tomó otro camino para preparar el auto y sacarme de aquí, esperaba que mi padre despertara e hiciera un esfuerzo por venir conmigo, pero antes debía quitar de mi camino a Rosario para asegurar la vida de él hasta que regresara Sharif. Sé que me pidió que no hiciera nada hasta que volviera, pero no podía quedarme callada, necesitaba decirle sus verdades a esa arpía que fue cortada con la misma tijera que Mirahm.—¡Rosario! —llamé al encontrarla fuera de la habitación. Me acerqué a zancadas y le di una fuerte bofetada que la desestabilizó por completo. —Eso fue por lo que le hiciste a mi padre —lancé una segunda bofetada en el mismo lado. —Esa es por el daño que me provocaste —ella se abalanza sobre mí intentando lastimarme, pero soy más rápida logrando alejarla al tomar de su cabello y darle un tercer golpe en la boca que la hace sangrar levemente. —Y esa es po
Horas atrásAbiudRecién nos habíamos despedido de Sharif e iríamos a comer en lo que esperábamos la llamada de Ahmed o Amal para informarnos cuándo vendría Karhel, sin embargo, cuando estábamos a punto de cruzar la calle, fuimos interceptados por varias camionetas blindadas, algunos hombres armados bajaron obligándonos a subir en una de ellas arrancando a toda velocidad.—Y nos volvemos a encontrar.El humo de un habano se desprendió tras resonar esa ronca e inconfundible voz de Bayek Karhel y si teníamos al diablo enfrente, eso significaría que solo podría venir la muerte por nosotros.—¿¡Dónde has estado todo este tiempo!? —reclamó Alison sin decoro alguno.—No creerás que ustedes son los únicos a los que debo atender ¿O sí?—¿¡Sabes la cantidad de problemas en los que nos hemos metido porque tú no aparecías y tampoco dabas señales de vida para que al menos nos enviaras a algunos de tus hombres!?—Alison, cálmate —gruñí por lo bajo.—Sí, Manrique, cálmate, no quiero ensuciar el tap
AbiudAlison nos comentó lo que le dijo esa misteriosa mujer en la llamada dejando inquietos a ese par, lo mejor de todo era que estaba feliz advirtiéndoles que debían obedecer las indicaciones si no querían problemas, así que ambos no tardaron en darles las respectivas órdenes a sus hombres, después salimos del edificio con Karhel y en eso Alison y yo recibimos un mensaje de Sharif informándonos que Lucero fue secuestrada, mismo dato que informó uno de los guardias de Karhel a su persona.—Desplieguen a todos nuestros hombres y no los pierdan de vista, ya conocen el objetivo y en dónde abordarlos.—Sí, señor.—Por ahora será mejor que regresen por su cuenta, en cuanto ella esté en mis manos enviaré a alguien por ustedes.—Olvídelo, iremos con ustedes —reclamó Alison.—No lo harán, no quiero que interfieran o empeorarán todo —Karhel se fue con sus hombres dejándonos solos.—Me importa un carajo lo que él quiera, iremos por mi hermana.Alison tomó mi mano llevándome casi a rastras hast
Lucero Las cosas pintaban bastante mal, peor de lo que imaginé, y más porque los minutos corrían a la par de los kilómetros preocupándome en gran medida. No tenía ni idea de en dónde estábamos más allá del hecho de encontrarnos muy a las afueras de la ciudad y la bodega en la cual se adentró Ramiro estaba vigilada por muchos hombres armados que cuidaban los alrededores. —¿Qué estás esperando? ¡Bájate! —ordenó Rosario quien haló de mí haciéndome tropezar y habría terminado en el suelo de no ser porque Ramiro alcanzó a sostenerme. Este no dijo nada, tan solo me arrastró hasta el interior de una de las tantas bodegas que había alrededor y fue cuando vi un helicóptero a lo lejos, se me hizo extraño, pero igual seguí el camino en silencio. Muy en el interior del lugar había más vigilancia, muchas cajas amontonadas y varias puertas, el lugar me generaba una sensación muy extraña, era como si ya hubiera estado aquí… —Preparen la avioneta, partiremos cuanto antes —ordenó Ramiro a sus homb
Sharif—¡NO TE ATREVAS, ROSARIO!—¿Adolfo? —ella y Ramiro estaban tan confundidos como Lucero por la aparición de él.Adolfo llegó de la nada junto a Abiud entregándonos un arma a Alison y a mí, ahora éramos cuatro contra tres.—¿Papá? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías dónde estaba?—Sharif me dijo y en cuanto recibí el mensaje salí del hospital.—¿Sharif? ¿pero qué…?—Me alegra saber que pudo alcanzarnos a tiempo.—Por el contrario, Sharif, soy yo el que te agradece por buscarme.—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Rosario.—Simple, ellos me buscaron mientras tú estabas en la empresa queriendo estafarme, me contaron todo lo que Ramiro y tú le hicieron a mi hija y no dudé un segundo en ayudarla, aun si eso me enviaba a una clínica.—¿Tú… tomaste las pastillas apropósito?—Sí, hija, excepto las otras que esas me las estaba suministrando tu madre en secreto, pero no importa, al menos pude traerte de regreso.—Lástima que te equivocaste en algo, Adolfo —intervino mi padre. —Ella es mi hija y
Días después Sharif Los primeros dos días fueron los peores para todos y de no ser porque Karhel tenía un helicóptero; no habríamos podido traerla al hospital a tiempo, los demás tuvimos algunas heridas; pero nada tan grave como ella, lo peor era que nadie nos daba información de su estado y cuando al fin salió el doctor tras muchas horas de espera, este nos dijo que Lucero tenía un diagnóstico reservado, Alison y yo enloquecimos, pero al intervenir Abiud (quien era el más centrado de todos), el doctor nos dijo que lo mejor era prepararnos para lo peor porque su cuerpo no parecía querer estabilizarse y tanto ella como el bebé estaban en riesgo de muerte. Obviamente este golpe fue fuerte para Alison, Adolfo y para mí, pero hoy, por fin podía estar más tranquilo al saber que Luz respondía al tratamiento, seguía en cuidados intensivos, pero al menos estaba fuera de peligro. —Sharif, llevaré a Alison al hotel, ¿vienes con nosotros? —dijo Abiud. —No, yo me quedaré con Adolfo en caso d
AlisonDesde que Luz perdió el conocimiento en esa bodega he pasado las peores horas, días de mi vida, aquel instante me paralizó por completo recordándome cuando la encontré tirada años atrás por la golpiza que le dio Ramiro y con ello el aborto, temía que lo próximo que me dijeran era que ella y/o el bebé habían muerto. No podía soportar la idea de perderla y Sharif mucho menos, pero ahora, dos días después de la noticia, Abiud me había convencido de venir al hotel para descansar un poco ya que solíamos venir a ducharnos y enseguida regresábamos al hospital.—Alison, llegamos —apenas pude levantar la vista divisando la habitación.—No me di cuenta en qué momento bajé del auto o subimos al ascensor…—Lo sé, pero igual para eso me tienes a mí, para evitar que te estrelles —su voz era suave, comprensiva. —Ven, vamos a ducharnos, lo necesitas.Me dejé llevar por él, a pesar de todo estaba más tranquilo y de vez en cuando me refugiaba en su pecho bajo la lluvia artificial. Regresamos a l