Rebecca entra al consultorio de la Dra. Rosa Park, su corazón late con fuerza y nerviosismo. —Adelante, Rebecca —Rosa la recibe de pie.— Siéntate por favor. Necesito hacerte algunas preguntas importantes. Rebecca se acomoda en la silla tratando de calmarse un poco, luego frota las manos contra sus muslos secando el sudor que emana de ellas. —Sí, doctora. Dígame. —Veo que cambiaste de opinión con respecto a lo del embarazo normal. —comenta la mujer un poco sorprendida.—Preferiría no tocar ese tema, doctora. Me pone más nerviosa de lo que ya estoy. —Sí, tienes razón, disculpa. Sé que no es de mi incumbencia, tú eres quien decide lo que te conviene. —Discúlpeme usted doctora, no quise ser grosera, tampoco es mi intención hacerla sentir mal, pero creo que lo mejor es ir directo a lo que vine, Emilio desea que quede embarazada y yo, —exhala un suspiro— yo sólo cumplo con mi parte. —Bien, te explicaré lo que haremos —dice y Rebecca asiente — Lo primero será verificar que tod
—Doctora, pero cuanto tiempo tengo exactamente —pregunta aun aturdida por aquella inesperada noticia. —Por el tamaño, calculó dos a tres semanas máximo, Rebecca. La respuesta de Rosa deja pensativa a la pelicastaña, quien ese instante se reclina en la camilla y revive mentalmente sus encuentros sexuales con Emilio, en especial aquel donde él no pudo evitar correrse dentro de ella. Llevaba días embarazada sin saberlo. —¿Sucede algo Rebecca? ¿Estás bien? Una lágrima se desliza por el rostro de la chica, una lágrima que reflejaba la ilusión de ser madre, pero a la vez una profunda tristeza. —¿Mi bebé va a estar bien? —pregunta secando con el reverso de su mano sus mejillas. —Claro que va a estar bien, todos los exámenes hasta ahora arrojaron resultados normales… ¡Ahora entiendo porque tenías la presión un poco alta y los latidos tan acelerados! —suspira.—¿Pero eso no es normal o sí? —pregunta con preocupación.—Sí, Rebecca. Durante el embarazo, el cuerpo de la mujer experi
Mientras Rebecca se encuentra en la clínica acompañada de Rosa, Emilio se reúne con Benavides para solucionar el tema legal de Sofía. —Que bueno que viniste, Emilio. La verdad es que desde que me llamaste anoche, no dejo de pensar en todo esto. —Sí, me pasa a mí también; ha sido una sorpresa saber que Sofía, es mi hermana. Ahora entiendo porque mi padre insistió tanto en que debías buscar a su amante. —Siento no haberte dicho la verdad, Emilio. Pero tu padre, me pidió en su lecho de muerte –mientras agonizaba– que no les dijera a ustedes quien era esa mujer. —Nunca imaginé que las acusaciones de mi madre, sobre que mi padre la engañaba fuesen reales. En algún momento pensé que era sólo producto de sus celos enfermizos. —Enzo se enamoró perdidamente de Yolanda, incluso me confesó que de no ser por el tiempo que llevaba casado con Eva, se habría ido con su amante. —¿Por qué no me dijiste que era ella cuando fuiste a ver a Rebecca? —cuestiona. —No la recordaba, la verdad s
Al llegar a la mansión, Rebecca entra y se dirige a su habitación.—Buenas tardes, cuñadita —saluda Enzo sosteniendo un vaso de licor en su mano. La pelicastaña lo mira con enojo y repulsión sin darle una respuesta a su saludo. Detrás de ella –a pocos pasos– entra Emilio, quien a diferencia de Rebecca, se detiene a hablar con su hermano. —Pensé que ya te habías regresado a Madrid. —¿Te sirvo un trago? —Le ofrece y él acepta.— Está noche me regreso. ¿Le pasa algo a Rebecca? —pregunta mientras le entrega el vaso de licor a su hermano. —Venimos de la clínica, acaba de hacerse la inseminación artificial. Enzo frunce el entrecejo, luego sonríe con una expresión burlona. —No creí que necesitarás eso para embarazar a Rebecca. —No pienso explicarte las razones por las cuales tomamos esa decisión. —dice sentándose en el sofá de un puesto.— Por cierto, me asegura que la cláusula de entregarme al bebé no está en su contrato. ¿No la habrás engañado o sí? —pregunta con voz firme.
Emilio entra a la habitación, Rebecca está profundamente dormida. El cansancio emocional y el no haber dormido durante la noche anterior, terminaron implosionando dentro de ella. Él se recuesta a su lado, la observa fijamente, ¿cómo podía parecer tan buena cuando realmente era capaz de engañarlo con otro hombre? Un extraño deseo de acariciar su vientre se apodera de él, levanta su mano cuidadosamente para no despertarla, y lenta muy lentamente coloca su mano sobre su vientre. ¡Dios! Si tan sólo todo lo que Ricardo García le hubiese dicho fuese mentira, si tan sólo ella no lo hubiese traicionado… Emilio suspira; la ama a pesar de todo, a pesar de su engaño, pero no puede permitir que ella se burle de él como lo hizo también Olivia. El orgullo y su amor propio debían estar por encima de cualquier otro sentimiento que habitara en su interior. Ella se mueve ligeramente y él aparta su mano, era mejor dejarla descansar, él debía cuidar de que aquella inseminación diese resultado. En n
—El amor es simple… o es imposible —cita textualmente la profesora, mientras Rebecca toma notas.— La limerencia es un estado emocional que muchos experimentan en las primeras etapas del amor. Sin embargo, cuando está se vuelve la base principal en una relación, se convierte en una patología psicológica, ya que uno de los miembros de la pareja, se obsesiona por la otra persona. Durante este proceso, la persona se siente dependiente emocionalmente e incluso se aferra a esta, sintiendo que su felicidad depende exclusivamente de su pareja. Mientras la profesora se dirige de un lado a otro del escenario, Rebecca piensa en todo lo que ha ocurrido con ella y Ricardo García. El nivel de obsesión de aquel hombre hacia ella era cada vez mayor.Durante ese fin de semana, Rebecca había estado reflexionando sobre lo que debía hacer, y se había propuesto no dejarse llevar por sus emociones. Iba a continuar con sus estudios, iba a cuidar de su bebé e iba a poner límites a quienes, de una u otra m
—¿Enzo? —Se pregunta Rebecca a sí misma con asombro; Romina nunca le comentó que conociera a su cuñado. Rebecca entra a la sala de emergencias y se topa con la doctora quien le informa que su amiga está completamente bien y que puede regresar a su casa. La pelicastaña se siente aliviada de que Romina esté sana, aún así, el gusanillo de la curiosidad continúa dentro de su cabeza. Está ansiosa por saber ¿desde cuándo su compañera y su cuñado, se conocen?Romina se calza las zapatillas para salir de aquel lugar. —¿Estás lista? —pregunta al verla ya de pie— Alguien estuvo llamándote —refiere, devolviéndole el bolso a su compañera. Romina toma el bolso, revisa el bolsillo frontal, saca su móvil y su semblante cambia por completo al ver que se trata de Enzo. —Te espero afuera, debo hacer una llamada urgente. Rebecca asiente y ve como Romina sale de prisa hasta el pasillo. La pelicastaña aletarga sus pasos para darle la debida privacidad que su amiga requiere. Se detiene a leer
Me encierro en la habitación y me siento en la cama, respiro profundamente, moviendo mi cabeza de lado a lado tratando de relajar mi cuello y mis hombros. Estoy exhausta –emocionalmente– de las injustas acusaciones de Emilio; mas, como me lo prometí y se lo prometí a este bebé que llevo dentro de mí, no permitiré que nadie le haga daño ni mucho menos que nos separen. He deseado tanto este bebé, que saber que finalmente podré ser madre lo cambia todo. Cambia mis perspectivas sobre hacer siempre lo correcto, ponerme en segundo lugar y dejar que otros dirijan mi vida. Y nada esto tiene que ver con que los ame o no, amé a mi padre y por eso estoy en este lugar, amo a mi hermana y haría todo por verla feliz, igualmente a mi madrina, a quien he notado bastante rara de un tiempo para acá, pero…—Hoy sólo importamos tú y yo. —digo acariciando mi vientre con ternura.— tú y yo, seremos inseparables, bebé. Me levanto de la cama y me veo en el espejo, levanto mi blusa para ver si se nota abu