—El amor es simple… o es imposible —cita textualmente la profesora, mientras Rebecca toma notas.— La limerencia es un estado emocional que muchos experimentan en las primeras etapas del amor. Sin embargo, cuando está se vuelve la base principal en una relación, se convierte en una patología psicológica, ya que uno de los miembros de la pareja, se obsesiona por la otra persona. Durante este proceso, la persona se siente dependiente emocionalmente e incluso se aferra a esta, sintiendo que su felicidad depende exclusivamente de su pareja. Mientras la profesora se dirige de un lado a otro del escenario, Rebecca piensa en todo lo que ha ocurrido con ella y Ricardo García. El nivel de obsesión de aquel hombre hacia ella era cada vez mayor.Durante ese fin de semana, Rebecca había estado reflexionando sobre lo que debía hacer, y se había propuesto no dejarse llevar por sus emociones. Iba a continuar con sus estudios, iba a cuidar de su bebé e iba a poner límites a quienes, de una u otra m
—¿Enzo? —Se pregunta Rebecca a sí misma con asombro; Romina nunca le comentó que conociera a su cuñado. Rebecca entra a la sala de emergencias y se topa con la doctora quien le informa que su amiga está completamente bien y que puede regresar a su casa. La pelicastaña se siente aliviada de que Romina esté sana, aún así, el gusanillo de la curiosidad continúa dentro de su cabeza. Está ansiosa por saber ¿desde cuándo su compañera y su cuñado, se conocen?Romina se calza las zapatillas para salir de aquel lugar. —¿Estás lista? —pregunta al verla ya de pie— Alguien estuvo llamándote —refiere, devolviéndole el bolso a su compañera. Romina toma el bolso, revisa el bolsillo frontal, saca su móvil y su semblante cambia por completo al ver que se trata de Enzo. —Te espero afuera, debo hacer una llamada urgente. Rebecca asiente y ve como Romina sale de prisa hasta el pasillo. La pelicastaña aletarga sus pasos para darle la debida privacidad que su amiga requiere. Se detiene a leer
Me encierro en la habitación y me siento en la cama, respiro profundamente, moviendo mi cabeza de lado a lado tratando de relajar mi cuello y mis hombros. Estoy exhausta –emocionalmente– de las injustas acusaciones de Emilio; mas, como me lo prometí y se lo prometí a este bebé que llevo dentro de mí, no permitiré que nadie le haga daño ni mucho menos que nos separen. He deseado tanto este bebé, que saber que finalmente podré ser madre lo cambia todo. Cambia mis perspectivas sobre hacer siempre lo correcto, ponerme en segundo lugar y dejar que otros dirijan mi vida. Y nada esto tiene que ver con que los ame o no, amé a mi padre y por eso estoy en este lugar, amo a mi hermana y haría todo por verla feliz, igualmente a mi madrina, a quien he notado bastante rara de un tiempo para acá, pero…—Hoy sólo importamos tú y yo. —digo acariciando mi vientre con ternura.— tú y yo, seremos inseparables, bebé. Me levanto de la cama y me veo en el espejo, levanto mi blusa para ver si se nota abu
El timbre de la puerta suena, una de las empleadas se dirige a abrir. —Yo me encargo, Josefa.— Es mi invitada —advierte Enzo. Abre la puerta y Romina sonríe al verlo frente a ella. —Vaya sorpresa ser recibida por ti —Lo rodea por el cuello con sus manos y besa sus labios. —Es la manera que tengo de recibir a una invitada muy especial. —responde rodeándola por la cintura. Luego se separa de ella— Vamos entra. —Oye tío, que es hermosa tu casa. —dice mientras avanza por el vestíbulo y mira a todos lados escaneando con su mirada aquel espectáculo visual. Romina está encantada con lo lujoso de aquel lugar. —Sí, mi madre siempre fue una mujer dedicada a la decoración y al buen gusto. —Pues se nota. —Te estaba esperando para cenar. —Claro, vamos. Enzo le pide a su empleada que suba el equipaje de su invitada, mientras él sirve un par de copas de vino para brindar por la llegada de Romina. Luego de tomar la copa de vino, pasan al comedor. Durante la cena, Enzo se muest
Enzo aprovecha de ducharse, mientras Romina contesta algunos mensajes de su madre y de Rebecca, quien preocupada por su compañera, le pregunta como está. De pronto, el móvil de Enzo comienza a sonar, la pelirroja lo mira de reojos dudando en tomar aquel objeto que para ella significa algo muy personal. Inicialmente lo ignora, mas el aparato no deja de sonar, por lo que decide agarrarlo, bajarle el volumen y dejarlo en su lugar. Sin embargo, la curiosidad la envuelve y apenas mira de soslayo la pantalla. El nombre de aquella mujer le resulta conocido “Olivia” piensa. Abandona el celular en el mismo lugar de donde lo tomó: la mesa de noche. Enzo sale del baño vistiendo el albornoz de paño negro y con el cabello aún mojado. Se dirige al vestidor, toma una toalla y frota su cabello, luego se sienta al lado derecho de la cama y mira su móvil, ignorando aquella llamada. Lo cierto es, que desde que viajó a Alicante no ha querido hablarle. ¿Se había aburrido de ella? —¿No vas a atende
Mientras Enzo termina de sacar a Olivia de la mansión, Romina regresa a la habitación y comienza a vestirse rápidamente. En fracciones de segundos está lista para salir de aquel lugar.Lo que había escuchado, minutos atrás, le resulta tan abominable y bizarro, que sólo desea volver a Alicante. Termina de recoger sus pertenencias, cuando es sorprendida por Enzo. —¿A dónde vas, Romina? —dice cerrando la puerta y pasando el seguro. La pelirroja se paraliza, traga en seco y respira profundamente antes de contestarle.—Me voy, Enzo. ¿Crees que puedo permanecer aquí luego de lo que me acabo de enterar? Tú y esa mujer llevan años juntos. —espeta.—Déjame darte mi versión de lo que ocurrió, Romina. Olivia está mal de la cabeza, todo lo que ha dicho es mentira.. Romina debe ser inteligente, no puede decirle a Enzo todo lo que escuchó en la escaleras, por lo cual no tiene muchas más opciones que la de acceder a su petición. —Está bien, te escucho. —dice y se sienta en la orilla de
—¿Y cómo estás? —interroga la pelirrubia.—Bien —contesta con cierta incomodidad. —¿Te gustaría acompañarnos a mí y a mi madre a almorzar? —pregunta observando con detalle el helado de que Rebecca estaba disfrutando segundos antes de que ella llegara. —No te preocupes, ya debo irme, mi esposo me espera para almorzar. Sólo me detuve por un antojo, ya sabes cuando estás embarazada hay que cumplirlos —dice con premeditación y alevosía. —¿Estás embarazada? ¡Felicidades! —exclama con excesiva euforia— Pero que raro que Emilio no me platicó nada. —Es que le pedí no lo hiciera, aún. Ya sabes para evitar las malas vibras —Le da un guiño. La pelirrubia siente la hiel amarga en sus labios, pero no está tampoco dispuesta a dejarse avasallar por Rebecca. —¿Pero sí es suyo el bebé que esperas, verdad? —pregunta. La rival, puede ver que sus palabras impactan a Rebecca, quien prefiere guardar silencio. —Bueno te dejo para que disfrutes tu antojo. Saludas a Emilio de mi parte. —Sí
Emilio regresa con Sofía a casa luego de ir al colegio a buscarla. Abriendo camino para lo que está por suceder, le pregunta a la pequeña si le gustaría tener su mismo apellido:—¿Te gustaría llamarte Sofía Ferrer? La pequeña lo mira confundida. —Pero yo me llamo Sofía Cervantes —contesta elevando sus hombros. —¿Entonces, no quieres? —No lo sé, me gusta tu nombre pero no quiero que Rebecca se enoje conmigo.—No tiene por qué enojarse contigo. Así, podrás ser como una hermana para mí y así yo también podré representarte en el colegio como tu hermano mayor. —argumenta.—Está bien, sí quiero —Sofía accede inocentemente, sin entender lo que realmente está ocurriendo. Al llegar a la mansión, mientras la pequeña sube a cambiarse para almorzar, Emilio se reúne en la biblioteca con Yolanda poniéndola al tanto de lo que está haciendo. —Hablé con el abogado de la empresa para ponerle el apellido Ferrer, a Sofía. Necesito hacerle una prueba de ADN que demuestre que lleva nuestra