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Para Vengarme Del CEO ¡Tengo Que Enamorarlo!
Para Vengarme Del CEO ¡Tengo Que Enamorarlo!
Por: Yosebeth Kaori 💚
Capítulo 01: El día que todo cambió.

Washington, USA. 

—¡Querida, ven rápido al hospital! —exclamaba la voz alterada y quebradiza de la señora de 60 años—, tu abuelito se ha puesto grave… 

Victoria sintió como si un balde de agua helada le cayera encima. 

La panadería estaba a punto de cerrar y ahora su amado abuelo de repente enfermó.

<< Abuelo, no te pasará nada >>

La mujer ni siquiera tuvo tiempo de ponerse el abrigo, las facturas también quedaron esparcidas por el suelo.

Ella salió a toda prisa de la panadería cerrando la misma y subiendo a su viejo automóvil que había sido un obsequio de su abuelito al graduarse de la preparatoria, de eso hace diez años atrás. 

••••••••••

Más tarde en el hospital. 

—¡Mi querida Viky! —exclamó la señora mayor al ver a Victoria, abrazando de inmediato a su nieta mientras las lágrimas se hacían presentes—, tu abuelito ha tenido un infarto y según los médicos esta vez si es más grave… Él necesitará cuidados especiales durante el resto de su vida. 

La noticia causó un impacto en Victoria… su abuelito nunca más volvería a ser el de antes. 

Ella correspondió el abrazo de su abuela, esforzándose por no llorar y ser fuerte por las dos. 

Aún cuando sentía su corazón destrozado por la noticia. 

—Oh abuela, que eso le haya pasado a él… Es horrible, pero… él al menos está vivo, él seguirá con nosotras —Victoria se distanció de su abuelita volviendo a ver a la señora directamente— Ya encontraremos una manera de solventar los gastos de su atención, ya lo verás abuelita, no te dejaré sola en esto. 

Tras esas palabras de consuelo, la señora limpió su rostro con su pañuelo de mano. 

—Oh hija, tu eres un ángel en nuestras vidas, siempre lo has sido, mi querida Viky, ¿pero cómo encontrar tanto dinero? —decía la mujer mayor apoyando su mano en la mejilla de su nieta. 

—No te preocupes abuelita, soy la dueña de la panadería, ¿lo has olvidado?

…..

Después de salir del hospital, Victoria tuvo un fuerte dolor de cabeza.

Engañó a su abuela, estaba llena de confianza cuando sus abuelos le entregaron la panadería hace dos años, pero ahora tenía miedo de decepcionarlos.

¡No, no podía ser decadente!

¡Necesitaba dinero con urgencia! 

¡Su abuelo todavía la estaba esperando!

Victoria buscó los préstamos hasta la medianoche y estaba muy cansada cuando llegó al departamento de su novio.

Michael, también era el contador de la panadería, tal vez él podría ayudarla.

"Dios, no sé si queda dinero en los libros de cuentas…"

Pensaba Victoria nerviosa, mientras iba en el elevador, que finalmente se detuvo en la planta donde vivía su novio.  

En cuestión de minutos, ella había usado su llave para abrir e ingresó al departamento, todo estaba a oscuras y Victoria creyó que él ya se había dormido. 

"Es bastante tarde, espero no molestarlo… me gustaría hablarle mañana del tema, pero ya no sé qué más hacer" 

Pensaba la pobre mujer en su desesperación. 

En ese instante, la mujer de cabello oscuro, escuchó unos sonidos imposibles de confundir con algo más. 

Sonidos de placer. 

La puerta de la habitación donde dormía a diario con su novio estaba entreabierta y Victoria terminó de abrirla, solo para quedarse boquiabierta segundos después.

¡Michael estaba con otra mujer en la cama que compartían a diario!

—¡MICHAEL! —alzó la voz ella de inmediato alertando a las dos personas en la cama.

—¡Victoria!, ¡¿Qué haces aquí?! —exclamó él sorprendido—, es tarde, pensé que te quedarías con tus abuelos. 

—¡Eres un desgraciado! —gritó furiosa— ¡¿Cómo has podido hacerme-

Antes de Victoria terminar de hablar, notó que la mujer que se bajó de la cama y comenzaba a vestirse asustada y rápidamente, era nada menos que su repostera contratada hace medio año. 

—¡Mariana! ¡Oh Dios mío! ¡Esto no puede ser cierto! —exclamó Victoria pálida mientras apoyaba su mano en el borde de su frente y negaba con su cabeza evidentemente alterada. 

—Lo siento mucho señorita Roberts, yo- 

—¡Cállate Mariana! —gritó Victoria entre lágrimas—, ¡Quiero que te vayas ya mismo!, ¡Sal de aquí!   

—¡Suficiente Victoria! —exclamó Michael molesto— No irás a ningún lado, Mariana, tú puedes quedarte —. decía él tomando de la mano a la mujer semi vestida. 

Victoria se sorprendió al ver qué Michael estaba del lado de su amante y no de ella, su novia. 

—Michael… Tú… —susurró Victoria entristecida mientras negaba con su cabeza y lloraba desconsolada.

—¡Lárgate Victoria! —exigió el hombre de cabello rubio, viendo con desprecio a su novia con la que llevaba dos años saliendo— ¡Este es mí departamento!, Me enamoré de Mariana y decidí salir con ella, tú eres la que se va de aquí.

—¡¿Qué estás diciendo…?!

—¿Necesitas que te lo diga más claro?, Victoria, ya no te amo.

—Pero por qué… Dijimos que haríamos crecer más panaderías juntos.

—Escucha Victoria, quédate sola con esa m****a de panadería, de todos modos está a punto de cerrar. Además, ¿Cómo puedes tú, una huérfana, ser digna de mí?

—¡¡¡MICHAEL!!! —gritó Victoria sintiendo su corazón romperse en mil pedazos. 

Mariana sonrió triunfante ante la que era su jefa y abrazó a Michael que estaba solo en ropa interior; viendo ambos a Victoria con desprecio.  

—Bien, muy bien… ¡Están despedidos, LOS DOS! —exclamó Victoria furiosa. 

La mujer de hermosos ojos grises, se marchó prácticamente corriendo del departamento, sin llevarse absolutamente nada de ahí, más que lo que traía consigo. 

Victoria Roberts corrió tanto como pudo, hasta llegar al elevador, una vez dentro, cubriendo su boca con su mano y se desplomó en llanto. 

••••••••••

Más tarde esa madrugada, Victoria conducía camino a la panadería. 

Necesitaba descansar y no quería gastar dinero innecesariamente en algún motel, afortunadamente para ella, el sofá en su oficina era bastante cómodo. 

Sin embargo, algunos metros antes de llegar, su vehículo comenzó a fallarle deteniéndose por completo. 

—¡¿Qué?! ¡No puede ser posible!, No puedes darme problemas ahora, no tengo dinero para un mecánico… —tras decir esas quejas hablando sola, victoria apoyó sus rostro sobre el volante, nuevamente sintiendo sus lágrimas asomarse, mismas que ella limpio con rapidez. 

Ella se bajó del auto y maldijo a su novio mientras veía el cielo nublado y sentía la helada brisa otoñal. 

"¡Está haciendo mucho frío!"

Pensó ella caminando hasta su panadería. 

….

Minutos después, ahí frente a su querido y humilde local, estaba un lujoso automóvil estacionado… pero eso no fue lo que sorprendió a Victoria.  

Un elegante, alto y apuesto hombre de cabello oscuro estaba de pie frente a la panadería cerrada, observando la misma con curiosidad. 

—Disculpe, ¿se le ofrece algo?, Es de madrugada y está cerrado —informó Victoria al hombre misterioso.  

Él posó sus ojos verdes en ella en ese instante. 

—¿Conoce a la dueña de este local? —preguntó el hombre. 

—La dueña soy yo, Victoria Roberts —dijo ella tajante.

El hombre se sorprendió acercándose rápidamente a ella y deteniéndose a menos de un metro de distancia. 

"¡Maldición!, ¡Puede ser algún cobrador! ¡No debí decirle nada!" 

Pensó Victoria ahora nerviosa. 

—¿Eres realmente, Victoria Roberts? —preguntó él, ahora con una sonrisa enorme. 

Victoria asintió confundida y él se lanzó a abrazarla en ese instante. 

—¡Hermana, finalmente te encontré! —exclamó el misterioso hombre.

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