Veía la lluvia por la ventana del autobús, hacia bastante frio había que admitirlo, pleno invierno. Pensaba y pensaba en todo lo que había vivido desde que llego a Londres, desde el primer instante que se encontraron con aquel pelinegro de fría fachada pero que al convivir tanto con él conoció su gran y cálido corazón, ese corazón que se la estaba ganando en pleno, ese que con solo latir hacia que su pulso se acelerara.Estaba confusa, demasiado, lo había pensado mucho, pero tomo una decisión al final de todoTenía que hablar con Frank y lo haría esa misma mañana a primera hora, apenas llegara a la oficinaMamá ¿Qué hora es? –Pregunto el pequeño pelirrojo quien iba sentado a su lado en el asiento que daba al pasillo del autobús—Son las 7:40 –informo la rubia, esa hora estaba sumamente bien, en unos minutos llegarían a la oficina según sus cálculos—O quizás no…Al guardar su celular en su bolso miro al frente quedándose en pleno con el rostro helado.¡Armand al suelo! –grito la rubia
Se separo del pequeño para mirar al policía a la cara, debía admitir que se enfureció por el tono que le usaron, pero admitía que debía preguntar, era parte de su trabajo.Pensó, pensó y pensó en un solo segundo, ¿Qué podía decirle que era de Armand para que le diera toda la información que quería y le dejara tranquilo con el niño?Soy su padre –aseguro el Maxwell mirando directo a los ojos del policía quien luego miro al pequeño pidiendo la afirmación de este quien asintió sin poder hablar, agradeciendo de que él pequeño fuera lo suficientemente inteligente para seguirle el juego—De acuerdo –acepto el policía sin dejar de ver cada reacción del pequeño pelirrojo y el azabache, después de todo si el pequeño salió corriendo así donde ese hombre y luego le reafirmaba lo dicho por él no tenía por donde desconfiar—¿Cómo está Emily? –Pregunto de inmediato el Maxwell pidiendo con la mirada respuestas de aquella mujer, no la veía por ningún lado—Su esposa fue llevada a urgencias puesto que
Despertó de repente cuando sintió que alguien le movía con levedad. Abrió pesadamente los ojos, refregándoselos con flojera, no recordaba haber dormido así en su vida. Al concentrar más su vista, se encontró con un azabache quien estaba sentado al lado de él, cosa que lo extraño de primera.Dirigió su mirada al resto de la habitación, el color ocre llamo su atención, no era su cuarto. Un agudo dolor en la cabeza fue lo que lo hizo reaccionar del todo, recordó el día anterior, el accidente, su madre, la ida al médico y luego como el azabache le comento que se quedaría con él toda esa semana.Las ordenes del doctor habían sido claras, no podía caminar mucho, de hecho casi no lo tenía permitido ya que su rodilla debía sanar al igual que su cabeza, los siguientes días sufriría mareos e incluso podría sufrir desmayos y afiebrarse si los dolores de cabeza eran muy fuertes.Será mejor que tomes tus medicinas –escucho la voz del azabache quien le pasaba tres cajitas diferentes con pastillas,
Espero que no se te ocurra salir a jugar y enfermarte como el año pasado –escucho el regaño del pelirrojo quien le advirtió en la primera lluvia de ese año que no se enfermara—Si padre –respondió el pequeño quien poco a poco le fue perdiendo el cariño a ese hombre, ya no era el mismo de cuando jugaban en el orfanato, no era el mismo Gustav al que alguna vez llamo papi—Después de cuando se enfermo el año pasado a sus 5 años dejo de llamarle papi a ese hombre, comenzando a llamarle papá, y ese último año, desde que había cumplido 6 años, le llamaba padre lo más fríamente que podía, aceptando y acatando sus ordenes solo por respeto a su mamá.Mira que si te enfermas de nuevo no nos haremos responsables de ti nuevamente –advirtió el pelirrojo mayor al pequeño quien solo rodo los ojos, era la misma advertencia de siempre—Aunque diga que si padre, realmente esa decisión la toma mi mami –respondió el pequeño con frialdad, había adoptado esa personalidad con ese hombre para no llorar cada
Sentía su cuerpo volar, no, ser cargado por otra persona, estaba entre los brazos de alguien. La primera persona en que pensó era en la rubia de su madre, esa que le tomo así desde que podía recordar, pero la figura que distinguió no era ella, era una silueta.Veía su entorno con sus ojos bien despiertos a pesar de que sentía como el sueño le ganaba. Paredes de un color celeste muy suave, dibujos de nubes y autitos pintados en aquel tenue color celeste, un estante repleto de juguetes, un armario con mucha ropita y en medio de aquella habitación, una cuna, amplia y cómoda. Un lugar que jamás había visto en su vida y que ni siquiera estaba en sus recuerdos.A pesar de que en ese momento estaba en la misma casaSintió como aquellos brazos lo dejaban en un suave colchón, quizá el más suave que alguna vez sintió, era extraño, a parte del extremo cuidado que la silueta tenia con él, le veía muy grande, más que a un adulto, aunque después el se sintió más pequeño, tanto que ni su cuerpo podí
Lo hago, Armand es mi hijo, es lo único que aun llena mi vida–afirmo con seriedad la rubia desafiando a ese hombre con la mirada—Los ojos del pelirrojo menor se agrandaron por este comentario. El en su mente siempre pensó lo mismo que Gustav, ¿pero que más podía hacer?, el era un niño después de todo, dependía de un adulto lo quiera o no y ella, la rubia a la que llamaba madre, era la única que alguna vez le abrazo con ese incondicional cariño y amor, solo en ella confiaba, solo con ella quería estar hasta que ella misma se lo permitiera y luego, con el dolor de su alma, si llegaba un hombre a su vida él se iría dejándole libre, la quería y quería verla felizSi quieres… deja ir…Vamos Emily, no me digas que prefieres a ese mocoso que a un hombre–menciono con superioridad acercándose peligrosamente a la rubia bajo la molesta mirada del pequeño pelirrojo quien estaba dispuesto incluso a morder a ese hombre si tocaba a su madre—Cuando veas a un hombre de verdad preséntamelo–le miro co
Después de ir a comer, ya se hacía bastante tarde, era invierno por lo que oscurecía algo más temprano. El frio se sentía, ambos iban ya abrigados con chaquetas al igual que el pequeño, realmente le envidiaban, de niño no se siente frio puesto que tienes tanta energía que al moverte te mantienes caliente.Llevaban un buen rato caminando, Armand corriendo y saltando como cualquier niño, subiéndose a cada cosa que podía, desde escalones hasta rocas que se encontraban por allí. Ella lo veía fascinada y Frank iba pensativo, de vez en cuando veía a Armand, aunque la mayor parte de su atención se la llevaba Emily a quien veía de reojo disimuladamente, o se ponía a pensar en alguien “relacionado “a Emily, aquel pelirrojo que se presentó como…“Gustav, el novio de Emily”Emily… ¿realmente él es el padre de Armand?... ¿realmente él te importa tanto como para llorar y sufrir por ese sujeto?... y sobre todo… ¿Por qué me importa tanto?, reaccione a defenderla, como hombre no me gusta ver como gol
A pesar de hacer frio, el ambiente era muy cálido, los globos y demás abundaban dentro de esa mansión, esa que hace demasiado no tenía vida, esa que hace mucho no veía dentro de sí a un niño, esa, la mansión más grande que algunos de ellos se pudieran imaginar, más lujosa y hermosa que la de muchos de ellos, esa era la casa/mansión de Frank Maxwell, y el motivo de tan alegre espectáculo era muy simple. ¡Feliz cumpleaños Armand! –se escuchó que todos decían al mismo tiempo cuando el pequeño miraba justo las 10 velas encima de un gran pastel— Un cumpleaños, y no cualquiera, era el cumpleaños de ese pequeño travieso de cabello rojo. No acostumbraba a hacer nada para sus cumpleaños, de hecho esa ni siquiera era la fecha con la que celebraba su cumpleaños ya que había sido durante la semana en que estuvo en cama y la rubia hospitalizada, pero este año era especial pues “tío Frank” no lo dejo pasar desapercibido, él mismo dijo que lo harían en su “casa” la cual era una enorme mansión con m