Los premios ya habían sido entregados, todo estaba en orden, poco a poco los padres y los hijos se retiraban de aquel lugar. Los adultos seguían hablando de lo más divertidos, claro, dos de ellos aun sin palabras para lo que paso en el último partido de los niños.La rubia veía con alegría a su pequeño quien sonreía animado, pero tambien notaba como este miraba las manos de todos los niños que iban tomados de las manos de sus padres, esa mirada de sana envidia que le tenía a todos esos afortunados niños, esa mirada que solo ella distinguía y que para el resto pasaba desapercibida porque el pequeño sabía muy bien ocultar sus emociones.No como ellaToma –escucharon todos al azabache quien le paso un jugo natural con todo y fruta a la rubia, el vaso estaba muy bien adornado—Este… gracias –sonrió con algo de pena la rubia, no entendia el porque del gesto, aunque solamente ella no lo hiciera—Tanto el Jonson con su esposa, como el matrimonio Douglas y el azabache miraron atentos cada exp
Es lo mejor… mami realmente está comenzando a sentir algo por tío Frank, no puedo meterme como lo hacía espantando a esos falsos enamorados de ella –suspiro con pesadez el pequeño pelirrojo aun dentro del ascensor mirando al suelo, había madurado mucho en el aspecto de ver los sentimientos de las personas y en querer lo mejor para su madre hasta por encima de su propia felicidad—Había tomado una decisión el mismo respecto a ese temaPero como todo niño, sentía la inseguridadSe encontraba apacible en su lugar de trabajo, tecleaba muy concentradamente en la computadora mirando de vez en cuando unos papeles que le tocaba digitar, notaba de vez en cuando ciertos detalles extraños, después tendría que darle la información del Maxwell.Después… mucho después…Por ahora solo se concentraba en lo que hacía, pero con cada cosa que veía se acordaba malditamente del exquisito beso que se habían dado.Emily –escucho aquella voz llamándole—Internamente comenzó a llorar, ¿todos estaban contra el
El sol se sentía en la piel muy suavemente, era un día frio que por suerte estaba bastante bonito para ser un día de invierno. Era de mañana, ella tomaba tranquilamente su café y unas tostadas mientras que el pequeño pelirrojo tomaba su desayuno de leche con cereal con mucho ánimo y energía, mucho más que de costumbre, felicidad notada a simple vista por la rubia.¿estás feliz porque conocerás el parque de diversiones? –pregunto la madre del pequeño a su hijo notando la completa felicidad de este quien asintio varias veces con cereal en la boca, razón por la que no contesto con palabras—Sí, y no solo por eso, sino porque iremos con tio Frank –menciono feliz el pelirrojo haciendo sonrojar a la rubia por recordar lo que paso en la escuela del pequeño y cierta otra ocasión en la oficina, cosa que no paso desapercibida por el propio pelirrojo quien sonrió de medio lado, después de todo, el rubio Douglas hizo correr el rumor por todo el edificio y él sabía que era un rumor bastante real—
Su frente, a la que por lo demás su mejor amiga siempre molestaba por su enorme tamaño, estaba coloreado de un azul muy intenso, el resto de su rostro estaba más que pálido y sus ojos muy, muy abiertos, por más que quisiera cerrarlos no tenía control de su cuerpo, el cual por lo demás temblaba.Miro a su lado, lo primero que diviso fue la frente color azul del azabache quien miraba todo de la misma forma que ella. Pareció sentir su mirada ya que ladeo su cabeza mirándole con un tic nervioso en la caja, una sonrisa forzada y la frente aún más azul.¡Frank Maxwell no sé cómo fue que me convenciste de subirme a esta cosa! –grito aterrado la rubia quien ni siquiera quería mirar abajo—El juego era alto, estaban varados allí desde hacía más o menos cinco minutos, aunque para ellos era la mismísima eternidad. Esta atracción consistía en elevarlos hasta que pudieran ver casi toda la cuidad de Londres, dejarlos arriba por un tiempo indeterminado y luego soltarlos dejándoles caer de golpe en l
¡AHHHHH! –grito la rubia quien se abrazó al azabache ocultando su cara en su brazo y volviendo a temblar—¡ahora entiendo porque no dejan entrar a niños solos! –Grito el pequeño quien se aferró de igual forma al azabache temblando de miedo, esos dos sí que eran iguales—Sonrió de medio lado. Esta vez la elección no estaba del todo mal.La casa de los horroresEn aquel parque había dos de ellas, una para niños, a la cual el pequeño se adentró y encontró de lo más falsas y aburridas, sintiéndose poco menos que estafado, y había otra para los más grandes. Como el no cumplía aun los 10 años, los cuales para su desgracia cumplía la próxima semana, debía entrar acompañado por adultos, cuando se los pidió, ambos asintieron al saber que no sería algo extremo.Esa casa realmente si daba miedo, estaba muy bien ambientada, toda oscura y nada más se les daba una linterna para alumbrar el camino que parecía laberinto. Pero él no era de las personas crédulas, debía admitir que en más de una ocasión
Se separo de su rostro respirando agitado, incluso su boca aun estaba abierta.Veía esos cabellos rubios revueltos por toda su cama, el busto de ella subiendo y bajando acelerado entregándole a sus pulmones el aire antes contenido. Sus ojos brillaban, sus mejillas rojas delataban que le gustaba la situación tanto como a él.Su piel blanca tenia marcas rojas de sus caricias, las cuales él gozaba haciendo, marcando su territorio, haciéndola suya y escuchando cada gemido escaparse de la boca de ella. El sudor hacia que su piel brillara con la luz de las ampolletas de su recamara, él también sudaba, mucho, tanto que sentía las gota caer por su barbilla y su cabello pegarse a su cuello. Sus ojos lo miraban brillando, una torcida sonrisa apareció en el rostro de ella, al igual que en el de él.Seguía dentro de ella, sentía el semen antes liberado aun dentro de su cuerpo, sentía los aun aquellos espasmos ocasionados por el orgasmo recién vivido, sentía todo aquello aun en su cuerpo y en el d
Veía la lluvia por la ventana del autobús, hacia bastante frio había que admitirlo, pleno invierno. Pensaba y pensaba en todo lo que había vivido desde que llego a Londres, desde el primer instante que se encontraron con aquel pelinegro de fría fachada pero que al convivir tanto con él conoció su gran y cálido corazón, ese corazón que se la estaba ganando en pleno, ese que con solo latir hacia que su pulso se acelerara.Estaba confusa, demasiado, lo había pensado mucho, pero tomo una decisión al final de todoTenía que hablar con Frank y lo haría esa misma mañana a primera hora, apenas llegara a la oficinaMamá ¿Qué hora es? –Pregunto el pequeño pelirrojo quien iba sentado a su lado en el asiento que daba al pasillo del autobús—Son las 7:40 –informo la rubia, esa hora estaba sumamente bien, en unos minutos llegarían a la oficina según sus cálculos—O quizás no…Al guardar su celular en su bolso miro al frente quedándose en pleno con el rostro helado.¡Armand al suelo! –grito la rubia
Se separo del pequeño para mirar al policía a la cara, debía admitir que se enfureció por el tono que le usaron, pero admitía que debía preguntar, era parte de su trabajo.Pensó, pensó y pensó en un solo segundo, ¿Qué podía decirle que era de Armand para que le diera toda la información que quería y le dejara tranquilo con el niño?Soy su padre –aseguro el Maxwell mirando directo a los ojos del policía quien luego miro al pequeño pidiendo la afirmación de este quien asintió sin poder hablar, agradeciendo de que él pequeño fuera lo suficientemente inteligente para seguirle el juego—De acuerdo –acepto el policía sin dejar de ver cada reacción del pequeño pelirrojo y el azabache, después de todo si el pequeño salió corriendo así donde ese hombre y luego le reafirmaba lo dicho por él no tenía por donde desconfiar—¿Cómo está Emily? –Pregunto de inmediato el Maxwell pidiendo con la mirada respuestas de aquella mujer, no la veía por ningún lado—Su esposa fue llevada a urgencias puesto que